HOLGUÍN, Cuba. – “Allá el que vaya, yo no voy a nada de eso. ¿A qué voy a ir? ¿Qué me van a resolver ellos? Nada”, se pregunta y se responde Lucrecia Barrientos, refiriéndose a las asambleas de rendición de cuentas de los delegados a sus electores. Como muchos holguineros, Barrientos desconfía de un proceso que debería, en teoría, responder a los intereses de la población, pero que en la práctica es todo lo contrario.
Luego del aplazamiento del proceso en 2023, el proceso de rendición de cuentas inició el pasado 20 de septiembre y finalizará este 20 de noviembre. En las 12.469 circunscripciones del país deben celebrarse en total 65.133 asambleas, según informó Homero Acosta Álvarez, secretario de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento).
No obstante, el proceso, presentado por el régimen como democrático, refleja el desencanto de los electores, quienes cuestionan su utilidad y lo consideran “una formalidad más”.
Como muchos otros, Magdalena Osorio prefiere solo hacer acto de presencia y optar por el silencio sin hacer críticas que podrían comprometerla. “Mientras no digas nada, no te vas a buscar ningún problema”, dice la mujer.
Las asambleas de rendición de cuentas del delegado han perdido su objetivo fundacional, piensa Orlando López. “¿Pero qué cuentas van a rendir ellos? ¿Decir que no hay nada?”, se pregunta, aludiendo a la escasez de productos básicos que agobia a la población. “Tenían que haber suspendido eso, al menos mientras dure esta situación y no hacer ninguna rendición de cuentas”, agrega.
López no es el único que ve en estas reuniones una falta de solución a los problemas que afectan su vida diaria. A su juicio, continuar con las asambleas en el actual contexto de crisis es una medida ajena de las necesidades de la población y solo sirve para proyectar una imagen de normalidad muy lejos de la realidad.
Aparentemente por ese motivo, la asistencia a las asambleas de rendición de cuentas parece ser menor cada año. El sistema de aviso, a cargo de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), también parece estar fallando. “Me enteré porque lo oí decir de casualidad y por lo menos, que yo sepa, no fueron a citar a nadie”, comenta Lidia Esther Morales. “En mi cuadra no hay ni presidente de CDR, ni nadie de la FMC [Federación de Mujeres Cubanas]: ponen a uno en el cargo y al poco tiempo ponen a otro; los elegidos nada más duran una semana en el cargo. Los CDR y la FMC funcionan nada más para cobrar la cotización”, asegura la mujer.
Al abordar el tema, el holguinero Luis Manuel Escobar es tajante. “Yo le pago a quien tenga valor de ir a mi casa a citarme para una reunión de rendición de cuentas. Lo que le gusta al régimen es que la gente vaya, para que le hagan el juego, para que hagas grupo y entonces dicen ‘100% asistencia’ y no sé qué más, y todo es un teatro”.
La crisis de credibilidad de las asambleas de rendición de cuentas parece evidente en todas partes
En los comentarios de una nota publicada por el sitio oficial Cubadebate, los lectores colmaron de críticas el proceso. Un lector identificado como Ramón escribió: “¿Cómo van a decirle a un cubano que esas reuniones son una de las maneras más efectivas de participación del pueblo, si el cubano sabe por propia experiencia que esas reuniones tienen un carácter formal y no tienen ningún interés para la población?”.
La ola de apagones que afecta a Cuba no ha sido impedimento para que el régimen continúe celebrando las asambleas de rendición de cuentas. “Aquí dieron la asamblea con un farolito porque se fue la luz”, dice Idelma Sánchez, quien tampoco encuentra sentido asistir a la reunión. “¿Para qué voy a ir? ¿Qué se va a resolver? ¿Cuál es la rendición de cuentas? Ir es perder el tiempo porque no se resuelve nada”.