Thursday, January 30, 2025
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¿Para qué sirven los plenos del Comité Central del Partido?

LA HABANA, Cuba. – Si nos atenemos únicamente al discurso oficial, los plenos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) tienen como finalidad pasar revista a la labor de esa agrupación política. Además, revisar si se cumplieron los acuerdos tomados en la última reunión de este tipo, incluir o excluir del Comité Central a determinados militantes, así como trazar las estrategias para la labor futura de la organización. 

Sin embargo, el momento en que generalmente se efectúan estos plenos nos indica que la cúpula castrista le reserva otra función, quizás hasta más importante que las anteriores, a estas citas de esa especie de estado mayor de la militancia partidista. Para tener una idea de lo que afirmamos es menester echar un vistazo a la manera en que funcionan los núcleos del propio Partido a nivel de base, y su organización juvenil, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).

El denominado centralismo democrático es el principio que guía el funcionamiento de ambas instancias. Se trata de un mecanismo que intenta combinar la democracia inicial con la rígida disciplina posterior de la militancia. Es decir, que cada militante puede defender al principio su criterio personal sobre cualquier tema, pero una vez que se toma la decisión final, todos deben hacerla suya, con independencia de que contradiga su criterio personal. Evidentemente, asistimos a un panorama que posee más visos de centralismo que de democracia.  

El actual IX Pleno del Comité Central del Partido tiene lugar apenas unos días antes de que sesione la Asamblea Nacional del Poder Popular. La inmensa mayoría de los participantes en el pleno ―por no decir casi todos― son también diputados al Parlamento castrista, y debatirán en ambos foros los mismos temas que hoy agobian a la sociedad cubana, como la crisis económica, los delitos e indisciplinas sociales, y el modo en que seguirán maniatando a los actores económicos no estatales, entre otros.  Entonces, cabría preguntarse: ¿Qué sentido tiene la realización de esos plenos, precisamente como antesala de cada reunión de la máxima instancia del Poder Popular?

Y he ahí donde aparece el centralismo democrático. Porque el Pleno del Comité Central obliga a que cada militante del Partido adopte un criterio común sobre cada uno de los temas tratados, y en consecuencia deba defender ese criterio en todas las instancias. 

Lo anterior implica que, si en las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular aflora un punto de vista que contradiga los intereses de la cúpula partidista, ahí están los integrantes del Comité Central, actuando en bloque, para salirle al paso a ese criterio discordante. 

Se trata de una realidad que posee varias lecturas. En primer lugar muestra la desconfianza con que la jerarquía partidista contempla a cualquier diputado que no esté en la nómina del Comité Central del Partido gobernante. No importa que esos diputados hayan tenido que pasar por una especie de filtro ideológico ―las llamadas Comisiones de Candidatura a todos los niveles― para llegar a ocupar un escaño en ese Parlamento, y que incluso la mayoría de ellos ostente en sus bolsillos el carné de ese Partido. 

Por otra parte, queda al descubierto la falsedad del discurso oficial que le atribuye a la Asamblea Nacional del Poder Popular la condición de máxima exponente del poder en la Isla. En realidad, el dominio que sobre ella ejerce la jefatura del Partido Comunista la convierte en una especie de convite de focas amaestradas donde se le suele dar el visto bueno a decisiones ya cocinadas con anterioridad.  

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