De los 2.175 estudiantes camagüeyanos que prometieron presentarse a los exámenes de ingreso a la universidad, acudieron 907; de ellos, sólo aprobaron 508 los temarios de Español, Matemática e Historia. La situación de la provincia, que describió en detalle este lunes la prensa oficial, es apenas una muestra de la debacle educativa de la Isla, donde la consigna de los alumnos ha llegado a ser –según Adelante– “¿Para qué me voy a matar estudiando?”.
El texto va acompañado de varios gráficos que ilustran la gravedad del panorama. En la provincia, el peor resultado corresponde al municipio cabecera, con solo un 37% de aprobados, y el mejor a Sierra de Cristal, donde aprobó el 100%. Ni siquiera el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (Ipvce) –en otro tiempo una escuela “de élite”– estuvo a la altura: pasó poco más del 72%.
Otro gráfico muestra la caída de aprobados desde 2017, cuando se logró que más del 80% venciera los exámenes, hasta el actual 59% que ostenta la provincia en el curso 2022-2023.
La flexibilización de los mecanismos de ingreso a la educación superior, la posibilidad de entrar a la universidad aun suspendiendo el examen y la estampida migratoria que atraviesa el país –en la que los primeros en marcharse son los jóvenes– ha dado la estocada mortal a un sistema que ya arrastraba múltiples deficiencias.
Los exámenes de ingreso perdieron su función de “filtro”, lamenta el diario, para convertirse en un mero “ordenador” del escalafón
Adelante le lame las heridas al Ministerio de Educación y atribuye la desmotivación de los alumnos al desfase de cursos escolares tras la pandemia de coronavirus. El reajuste cobró numerosas víctimas, no solo en la enseñanza secundaria y media, sino también en la propia universidad, que todavía hoy no ha logrado volver al ritmo que se mantenía antes de 2019.
La resolución 119 de 2021 intentó mitigar la ola de desaprobados rebajando las consecuencias de fallar el examen: desde entonces, incluso si el estudiante poncha, puede acceder a una carrera, si bien “quienes aprueban tienen prioridad”. Los exámenes de ingreso perdieron su función de “filtro”, lamenta el diario, para convertirse en un mero “ordenador” del escalafón. La ley, añade, “alienta el facilismo y la falta de esfuerzo”.
La emigración de los jóvenes en edad escolar se menciona en el texto solo de pasada, pues Adelante prefiere poner el acento en el “insuficiente trabajo de formación vocacional” y el desaliento hacia los estudios que impera, también, en las familias.
Entre los argumentos sobre la necesidad de endurecer los mecanismos de entrada a la universidad, según el periódico, está el hecho de que las carreras que conservan sus pruebas de aptitud –como Periodismo o Relaciones Internacionales– como filtro, cuentan con los mejores expedientes de cada generación.
“El principio revolucionario de acceso gratuito y equitativo de todos a las universidades sigue en pie, y lo defendemos, pero no puede ser utilizado como pretexto para graduar más profesionales”
“El principio revolucionario de acceso gratuito y equitativo de todos a las universidades sigue en pie, y lo defendemos, pero no puede ser utilizado como pretexto para graduar más profesionales, o al menos intentarlo”, zanja el texto.
Las alarmas sobre la situación educativa ya habían saltado, en la prensa nacional, a finales de noviembre, cuando Cubadebate publicó un balance de las jornadas de ingreso a la universidad, que fueron “de ansiedad, desesperación y esfuerzo”.
El artículo comentaba con preocupación “las cifras de verdad” de los exámenes: 21.942 aspirantes a nivel nacional; sólo 11.063 aprobados, una caída en 8,9% con respecto al año anterior. La mayor parte de los desaprobados se acumuló en Matemática (52%), mientras que en Español (con 92%) e Historia (76%) los números fueron aceptables.
Los estudiantes, asegura el medio, se habían quejado de que el examen de Matemática estaba “demasiado fuerte”, mientras que la formación durante ese curso no había sido la mejor. Los funcionarios entrevistados por Cubadebate se escudaron en que “desde hace más de diez años” se han utilizado cuestionarios similares, aunque las notas no fueron tan desastrosas.
Como Adelante, también Cubadebate evitaba hablar del alto número de estudiantes que emigran antes de terminar el preuniversitario. El abandono, no pocas veces, es calculado y mata dos pájaros de un tiro: ahorrarse la tensión de las pruebas y escapar, justo a tiempo, de las listas de reclutas para el servicio militar obligatorio.
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