Monday, September 23, 2024
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Para Cuba, París no fue una fiesta

LA HABANA, Cuba.- A los efectos del deporte cubano, París marcó el comienzo del declive que muchos auguraban. Lo que allá se vivió fue un funeral, o cuando menos, el diagnóstico de una grave enfermedad en desarrollo.

Sé que ahora mismo hay un montón de gente ensayando discursos donde elogian la “actitud combativa” de la delegación, acusan al “bloqueo imperialista” de imposibilitar el cumplimiento de los planes de preparación, y echan pestes de todo lo que les huela a “crítica malintencionada”.

Pero los hechos hablan. Uno, en la capital francesa Cuba firmó su peor ubicación colectiva desde 1960; dos, consiguió su cifra de títulos más baja desde 1968; y tres, cerró la cosecha medallista más escasa desde 1972.

Nada más parecido a un desastre (como ilustra la tabla que se adjunta), por más argumentos justificativos que se esgriman. Veamos por separado cada uno de los puntos referidos en el párrafo anterior.

JJOO LUGAR O P B TOTAL
1964 30 0 1 0 1
1968 31 0 4 0 4
1972 14 3 1 4 8
1976 8 6 4 3 13
1980 4 8 7 5 20
1992 5 14 6 11 31
1996 8 9 8 8 25
2000 9 11 11 7 29
2004 11 9 7 11 27
2008 19 3 10 16 29
2012 16 5 3 6 14
2016 18 5 2 4 11
2020 14 7 3 5 15
2024 32 2 1 6 9

Uno: Fuera del Top 20… y del Top 30

La idea precompetencia era concluir entre los veinte primeros países de la clasificación. Parecía un propósito alcanzable y así lo dieron a conocer los mandamases del deporte nacional, así lo concibió Sports Illustrated en su previa olímpica y así lo calculaba yo también, convencido como estaba de que el gran naufragio no sería hasta Los Ángeles 2028.

Sin embargo, todos nos equivocamos. Un poderoso efecto dominó empezó a derribar torres, la incertidumbre se alió a tiempo completo con el pánico, y a la postre la tabla por naciones deparó un vergonzante puesto 32.

La verdad, hacía falta una bola de cristal para prever que la caída sería tan profunda. En Tokio 1964, la solitaria plata de Enrique Figuerola había llevado a Cuba hasta la plaza 30. En México 1968, los cuatro subcampeonatos conquistados la dejaron en el lugar 31. Y a partir de Múnich 1972 se alquilaron pisos permanentes en el rango del Top 20…

Habría que viajar hasta Roma 1960 (donde no se logró presea alguna) para encontrar, en materia de clasificación final, una faena más negativa que esta de París.

Dos: El oro, más caro que nunca

Volvamos a la máquina del tiempo para hablar, única y exclusivamente, de títulos. Que para bien o para mal determinan a la hora de ordenar a las comitivas en el medallero.

En 1964, el estadounidense Bob Hayes tronchó el sueño dorado de Figuerola en el hectómetro. Cuatro años después, los púgiles Enrique Regüeiferos y Rolando Garbey también quedaron a las puertas del trono, al igual que los relevos cortos de ambos sexos.

Se sabía que el oro estaba por caer (el último se lo había agenciado Ramón Fonst en el lejano 1904) y lo hizo por partida triple en 1972 a través de los boxeadores Orlando Martínez, Emilio Correa y Teófilo Stevenson. Pues bien, nunca hasta ahora se bajó de semejante cantidad.

Es más: tampoco se volvieron a sacar solo tres oros, como no fuera en aquel extraño 2008 donde la delegación se contagió de plata al perder un abanico de finales, incluidas cuatro sobre el ring y otra más en el diamante beisbolero.

Ahora, penosamente, apenas hubo dos coronas. Y eso que la ausencia de Rusia (sancionada por el COI a raíz de su invasión a Ucrania) despejó de manera sensible el camino en disciplinas como boxeo, judo y lucha, de importancia capital para las aspiraciones insulares.

Tres: ¿Y las medallas pa’ cuándo?

Julio César La Cruz e Idalys Ortiz —veteranos ilustres que portaron la bandera el día inaugural— se fueron en blanco, e igual suerte corrieron prácticamente todos los que salieron al ruedo en la semana inicial de la contienda.

Había estrés. El arranque de la molienda demoró más de lo esperado, y como lo que empieza mal termina mal, el resumen se escribió en números rojos. Esto es, solo nueve preseas, lo cual rompió una racha de diez Juegos consecutivos con saldos de doble dígito (para mayor desgracia, añádase que dos tercios del magro total de esta vez fueron premios de bronce).

Es impactante. En Múnich’72 los cubanos se habían alzado con ocho galardones; medio siglo después únicamente se obtuvo uno más. La improductividad de la economía parece haberse apoderado del deporte.

Más marcada no puede ser la línea descendente: en Barcelona, durante el clímax del rendimiento olímpico cubano, se excedieron los treinta pergaminos; entre 1996 y 2008 el número superó siempre los veinte; y entre 2012 y 2020 osciló entre 11 y 15, como preludio de la sequía que se sufrió en París.

Un aparte para los “desertores”

Es un hecho: la tropa de 21 emigrados cubanos que defendieron pabellones extranjeros exhibió niveles de eficiencia muy superiores a la de los 61 deportistas enviados por el INDER, como inequívoca señal de que sus regímenes de vida y entrenamiento van por mejor camino.

Los “desertores” se colgaron ocho medallas a sus cuellos (solamente una menos que sus pares del bando “oficial”), y coparon portadas en la prensa mundial con actuaciones como la del triple salto, que hizo un pleno en el podio mediante Jordan Díaz (España), Pedro Pablo Pichardo (Portugal) y Andy Díaz (Italia).

También merecieron titulares Loren Berto Alfonso, que eliminó a su compatriota La Cruz; Wilfredo León y Melissa Vargas, líderes indiscutidos de las escuadras de voleibol de Polonia y Turquía, respectivamente; y Yasmani Acosta, rival de Mijaín López en el combate donde éste se convirtió en el primer atleta que domina una prueba individual a lo largo de cinco ediciones del certamen estival.

Notas de interés

* El atletismo se quedó sin medalla por primera vez desde 1960, y de los 18 atletas que incluyó solo cabe salvar el desempeño de la mediofondista Daily Cooper.

*El judo, que a partir de Montreal’76 siempre estuvo en el podio, careció de la más elemental chispa de brillo.

*Si el papelón no alcanzó dimensiones legendarias se debe a la faena de la lucha, dueña de más de la mitad de las medallas conquistadas.

*Ni siquiera la tradicional nave insignia, el boxeo, pudo sacar la cara por la delegación oficial de la Isla: de cinco concursantes, solo uno llegó a la discusión del título de su categoría.

*El nivel mostrado por Cuba en varias disciplinas (tenis de mesa, clavados, natación, pentatlón, pesas, tiro y remo) quedó muy por debajo de las exigencias de la competición. Cabe preguntarse si en las actuales circunstancias del país era sensato incurrir en tales gastos.

*En cuanto a la batalla por la supremacía latinoamericana, Brasil llevó la voz cantante (tres títulos y un global de veinte medallas), en tanto Ecuador, Argentina, Chile, República Dominicana y Guatemala se anotaron un oro per cápita.

DELEGACIÓN OFICIAL

Integrantes: 61 (34 hombres y 27 mujeres)

Cosecha: 9 medallas (2-1-6)

  • Oros: Mijaín López (lucha greco) y Erislandy Álvarez (boxeo)
  • Plata: Yusneylis Guzmán (lucha libre)
  • Bronces: Gabriel Rosillo (lucha greco), Luis Orta (lucha greco), Milaimys Marín (lucha libre), Yarisleidis Cirilo (canoa), Rafael Alba (taekwondo) y Arlen López (boxeo)

DELEGACIÓN EMIGRADA

Integrantes: 21 (17 hombres y 4 mujeres)

Cosecha: 8 medallas (1-4-3)

  • Oro: Jordan Díaz (triple salto, España)
  • Platas: Pedro Pablo Pichardo (triple salto, Portugal), Loren Berto Alfonso (boxeo, Azerbaiyán), Wilfredo León (voleibol, Polonia) y Yasmani Acosta (lucha greco, Chile)
  • Bronces: Andy Díaz (triple salto, Italia), Enmanuel Reyes (boxeo, España) y Javier Ibáñez (boxeo, Bulgaria)

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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