Monday, November 25, 2024
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Omar Franco: “En Cuba dices: ¿por qué tengo que estar viviendo este mal?”

MIAMI, Estados Unidos. – Ruperto es “el suertudo” que se libró de los terribles años 90 porque estaba en coma, y que al despertar de su letargo enseguida aprendió que lo importante no era el salario sino “la búsqueda”. Es también el cuentero que persigue a Cachita y que, aunque asegura que tiene a las mujeres “a pululu”, no logra avances concretos. Él, como Cuba, da un paso adelante seguido de dos para atrás. Esto probablemente todos los cubanos lo sepan.

Lo que es menos conocido es que antes de ser Ruperto, Omar Franco fue un ingeniero que tiró su título y en pleno Período Especial le dijo a su familia que iba a trabajar como actor, un empleo peor pagado. Y, sin más estudios que un libro de métodos de actuación que leía por su cuenta, empezó en el teatro bajo la dirección de Armando Suárez. Después vino el cine, filmó más de 10 películas, le dieron un premio en Nueva York, las oportunidades de trabajo no faltaban. Omar Franco conoció el éxito total como actor, ya fuera en la comedia o el drama. Podríamos decir que le iba bien, pero el 12 de julio de 2021 le dijo a su esposa que no podían seguir en Cuba.

Omar Franco
Omar Franco (Foto: Augusto César San Martín)

―Cuéntanos sobre tu infancia, sobre tu familia, el barrio en que naciste…

―Nací en el hospital Hijas de Galicia el 17 de mayo de 1965. Crecí con mi familia en Santo Suárez, en un hogar pobre, junto a mis hermanos y mis padres que eran originalmente de Villa Clara. Éramos seis en un apartamento de dos dormitorios. Para acomodarnos, mi papá tuvo que poner literas, pues los cuatro hermanos (Orestes, Omar, Olga, Onelis) compartíamos un cuarto. Recuerdo muchas carencias: jamás tuvimos pijamas, usamos ropa zurcida pero limpia, y el primer televisor lo disfruté a los 18 años. Nos entreteníamos con juegos de mesa.

Pese a tantas limitaciones, a mis padres les agradezco los valores que me enseñaron. Aunque no eran personas cultas, nos inculcaron los mejores modales y principios. Mi papá se levantaba cada día para ir a trabajar a la Antillana de Acero, mientras mami se quedaba a cargo de las labores de la casa. Era una hormiguita que no paraba y, como la típica madre cubana, se comía el ala del pollo con tal de que sus hijos tuvieran algo mejor.

A mi mamá la perdí hace 20 años y a mi papá más recientemente; ya estaba en Estados Unidos cuando murió.

―¿Qué pasa en la CUJAE? ¿Por qué salen tantos humoristas de ahí?

―Eso llama la atención porque, como es una universidad de ciencias técnicas, parece desconectada de las letras; y el humor descansa en la palabra. Aun así, tenía más fuerza la CUJAE en los espacios de humor para artistas aficionados, que la Universidad de La Habana, por ejemplo.

La CUJAE ha sido un nido de humoristas talentosos. Por solo citar unos nombres: dos años encima de mí estaban estudiando Alexis Valdés y Ulises Toirac. En ese centro de estudios empecé yo con Los Hepáticos, junto a Otto Ortiz, Carlos Vázquez, Luis Simpson y José Téllez.

El salto lo dimos en 1987. Fue entonces que Virulo, con el Conjunto Nacional de Espectáculos, nos vio como una buena opción. Honestamente no hicimos quedar mal a quienes nos seleccionaron. Ahí estuve cinco años hasta que en 1992 opté por irme al teatro dramático. Pasé los siguientes tres años en el grupo de Armando Suárez que se llamaba Proyecto Teatro 21. Imagina que compartía escena con René de la Cruz y Luis Alberto García, padres. También empezaba Roberto Perdomo en esos años. Era un buen piquete.

Omar Franco (Foto: Augusto César San Martín)

No estudié Actuación, pero tenía un librito de métodos de interpretación de Stanislavski  bajo mi almohada y lo leía por mi cuenta para sobrellevar el reto de estar al lado de actores tan buenos. 

Me arriesgué y dejé la Ingeniería porque me interesaba otro mundo. Eso fue una decisión a contracorriente. En pleno año 92 los ingenieros buscaban trabajos lucrativos y yo me fui para un empleo donde ganaba menos. Pero no me arrepiento en lo absoluto.

―Con tantos años en pantalla es casi imposible que un cubano no sepa quién eres. Nárrame alguna anécdota de un encuentro con un admirador.

―Aquí en Miami, estando en el canal Univista, preparaba un personaje nuevo que se llamaba Asensio y trabajaba en los ascensores. Entonces fui a buscar ropa adecuada. Estaba en la tienda y en mis manos llevaba un casco con un overol, cuando siento la mirada de un cubano que también estaba comprando, pero no dejaba de observarme como pensando “el artista debe estar muy escachado”. Se veía que era un cubano, como yo, recién llegado, del piquete de “los empercudidos”.

Se me acerca, saluda y me dice que la cosa está dura. Entonces para divertirme un rato le contesté que sí y me tomé la foto que me pidieron mostrando el casco como si estuviese trabajando en la construcción, un trabajo digno, por supuesto; pero lo que me divertía era seguirle la corriente.

Omar Franco (Foto: Augusto César San Martín)

Se dice que Miami es el cementerio profesional para muchos artistas cubanos. ¿Cuál ha sido tu experiencia?

―Mi experiencia no va por ahí. El diabólico Departamento Ideológico [del Partido Comunista] de Cuba crea muchos eslóganes para demonizar a Estados Unidos. Bueno, esa gente gana un salario por desprestigiar a los artistas cubanos y están obsesionados con Miami. 

Realmente casi ningún artista de otro país, al emigrar a otra cultura, puede lograr insertarse con éxito. ¿Cuánta gente extranjera triunfa en otro país?

Aquí tenemos Hollywood, que es una academia muy fuerte donde hay un sindicato. Meterse ahí cuesta mucho trabajo. Sin embargo, en lo personal me ha ido bien. Tenemos una comunidad cubana muy grande y he logrado hacer mi trabajo con cierta dignidad. He podido vivir de la actuación, haciendo humor. Además, este año he tenido dos propuestas de cine: un protagónico y un coprotagónico. Tengo los guiones en la casa de dos muchachos jóvenes que están consiguiendo los fondos para sus proyectos.

Sobre eso del cementerio te digo más: la vida es una compensación. En los últimos años me iba bien en Cuba. Tenía bastante trabajo, pero hay que pensar en la familia y mi hijo vivía acá. Con el ego hay que sentarse a conversar, decirle “refresca”, y bajarlo.

Esos artistas cubanos que están aquí tienen planificación. Hasta el año que viene saben qué van a hacer con su vida y hay artistas en Cuba que no saben cómo van a pasar el fin de año.

Lo otro es que he estado viendo el humor que se está haciendo ahora en la Isla en escena y me ha parecido muy ligero, ordinario, patético. No veo posibilidades de que surja un movimiento de comedia de pensamiento más profundo, y el régimen no lo va a permitir.

Omar Franco (Foto: Augusto César San Martín)

―En cuanto a la censura en el humor en Cuba, ¿ha estado presente de la misma manera a lo largo de los años? ¿O ha cambiado de alguna manera?

―Tengo la dicha de haber estado trabajando en muchos espacios de humor, que es el género que más ha criticado la situación. Y no es de ahora, desde los primeros años algunos humoristas se atrevieron a decir algunas cosas. Recordemos a Enrique Arredondo y su chiste de usar los muñequitos rusos como castigo. Después en Sabadazo era una osadía hacer un chiste con el hecho de emigrar en los años 90, algo que puede parecer absurdo en otros países.

Finalmente llega Vivir del cuento, que ha sido un espacio ingenioso, pero también ha cambiado el contexto y ahora están las redes sociales. Hay cosas que ya no puedes tapar porque existen y las estamos viendo. Antes los cubanos vivíamos en un campamento. Fidel decía a las 12:00 “bajen el catao” y hasta el otro día. Tú no veías nada.

Omar Franco (último a la derecha) con el elenco de ‘Vivir del Cuento’ (Foto tomada de sus redes sociales)

Vivir del cuento se ha convertido en un referente de lo que se ha logrado decir con el humor. Sin embargo, detrás de esos programas hubo discusiones con los asesores de hasta dónde se podía llegar, porque era un programa muy monitoreado.

Te pongo un ejemplo: el 11 de julio es una zona muerta en el humor. Ni se te ocurra hacer un chiste con “Julio, el que vive en el piso 11”. 

Les cuento una anécdota: entré a Vivir del cuento en 2014 con Cachita [Irela Bravo] y el texto de Ruperto siempre era que ella “se va”. Luego en 2018 ocurre el cambio de Raúl por este personaje que ha resultado ser un títere [Miguel Díaz-Canel] y no querían que el programa usara el parlamento de “se va” porque podría parecer que nos estábamos refiriendo a Raúl Castro.

Querían quitar una frase que había usado por años y todo el mundo entendía. Incluso si era con doble sentido y tenía que ver con Raúl: ¿qué importa decir que se va un presidente, que acabó su mandato?; pero a ese nivel del control llegaban.

Tampoco querían que Ruperto caminara para adelante y para atrás.

Omar Franco e Irela Bravo
Omar Franco e Irela Bravo (Foto tomada de las redes sociales de O.F.)

―¿Qué pasó cuando te tomaste una foto con una dama de blanco?

―Fue en una celebración del 4 de julio en la embajada americana, a la cual invitaron a varios artistas de Vivir del cuento. Como es usual saludé a todo el mundo y me tomé fotos con los que me lo pidieron. Luego una dama de blanco subió a las redes una foto conmigo, como lo hacen muchos cubanos. El resultado fue que en menos 24 horas me llamaron del Ministerio para cuestionar por qué lo permití. No le pregunto a la gente qué religión profesa o qué orientación sexual tienen antes de tomarme una foto, con que me lo pidan basta.

Eso fue solo una raya más para el tigre. Anteriormente la película en la que trabajé, y por la que me premiaron en Estados Unidos, había sido censurada en Cuba. Después, en 2015, vengo y Pito Abreu me invita a tirar una pelota en un juego de las Grandes Ligas. Eso no cayó bien porque Pito se había quedado y luego fue Novato del Año en la Liga Americana. Querían hacer un reportaje en Cuba porque yo era el primer cubano, residente en la Isla, que tiraba una bola ahí, y eso también dio problemas.

Omar Franco y Pito Abreu
Omar Franco y Pito Abreu (Foto tomada de las redes sociales de O.F.)

En el 2016, Alexis Valdés me invita a participar en su obra Oficialmente gay, y un año después mi hijo emigra para Estados Unidos. A eso súmale que los actores de Vivir del cuento veníamos y pasábamos temporadas acá, al punto de que en la Isla tenían que pasar programas repetidos.

En uno de esos viajes, vamos a Houston y me encuentro con El Yuli y me hago una foto. Esa foto llegó al primer nivel, hasta Díaz-Canel la criticó. Cosa que a mí no me importó, pero fueron situaciones que me iban marcando. 

En Cuba, el Gobierno sabe que tuve que construir mi casa solo. Las casas son para los dirigentes, que no saben poner un bloque; para sus amigos, sus queridas; pero para Omar no había casa. Estuve 13 años construyendo yo mismo desde el piso hasta el techo, y el que tenga dudas que pregunte en Mantilla. También tuve que lidiar solo con unos ilegales que se metieron en mi terreno por seis años. Pedí internet, que a los artistas se lo ponían, y nunca me lo dieron.

―Emigras el 19 de julio de 2021, en una fecha que los cubanos tenemos presente por lo que significó. ¿Cómo viviste el 11 de julio?

―Era un momento de mi vida en que estaba bien profesionalmente y con varios proyectos de trabajo, pese a que el encierro durante la COVID-19 fue duro.

El 11 de julio lo recuerdo como si fuera hoy. Estuve al tanto de todo y gracias a la gente de Miami, en Cuba nos enteramos de qué pasaba porque nos quitaron el internet. Ver las imágenes de policías, de las brigadas de Boinas Negras con perros en las calles para enfrentar a un pueblo que salió de forma generalmente pacífica. Porque el pueblo cubano salió el 11 de julio a gritar y eso fue una de las cosas que más molestó al Gobierno: pensar que sus esclavos se le revelaron.

Eso fue muy fuerte para mí, y el 12 había tomado la decisión de irme y aprovechar un viaje familiar para no regresar. Estaba ensayando para una película de Fernando Pérez y seguí en los ensayos porque nunca le confirmas a alguien que te vas definitivo. Después se lo conté y él lo entendió.

Lo hice muy a pesar de mi gente porque al final quiero mucho al público que, sin haber estudiado Actuación, me valoró como artista. Pero llega un momento que dices: ¿por qué tengo que estar viviendo este mal? Extraño Cuba, extraño a mis hermanos, a algún pregón del barrio, pero no me arrepiento ni un segundo del paso que di.

Ese 11 de julio fue un parteaguas en mi vida.

Omar Franco, su esposa y su hijo
Omar Franco, su esposa y su hijo (Foto tomada de su perfil de Facebook)

―Públicamente condenas la represión en Cuba y pides la libertad de los presos políticos, cuando podrías mirar para otro lado. ¿Por qué?

―Una de las peores cosas que suceden en Cuba es que el miedo está institucionalizado. Cuando tú encuentras personas como Alina [Bárbara López Hernández], como los presos políticos, gente que han dado ese paso, tú dices: “¡Cuánta dignidad para estar allí haciendo eso!”.

En mi caso, no soy ni guapo ni cobarde, pero reconozco que hay un miedo en Cuba que está en la gente. Veo artistas e intelectuales que sé que están solidarizados, pero no pueden hacerlo desde allí. Entonces la voz de ellos somos nosotros aquí. Algunos, a quienes conozco personalmente, sé que quisieran gritar a la par, pero no todo el mundo tiene… Vivir en libertad tiene un precio.

 En Cuba ni siquiera permiten mencionar los nombres de algunos artistas. La doble moral, además del miedo, es el deporte nacional.

Omar Franco (Foto: Augusto César San Martín)

―¿Qué es el deporte en tu vida?

―Uno de mis hobbies. Además, tengo muy buenas relaciones con los peloteros. Me enorgullece ver a tantos deportistas cubanos triunfando. Hay campeones mundiales, olímpicos, que se quedan después de haber triunfado y también me da alegría.

Incluso los que no han logrado triunfar, qué bueno que tienen la libertad de hacer otra vida completa aquí. Ya en Cuba, las categorías inferiores son un desastre también. Los muchachos con 12 o 13 años se van.

―¿Practicas deportes?

―Sabes como es este país, que se come mucho. En Cuba antes de ir a una casa tú comías, pero aquí te dan comida a donde quiera que llegues. Entonces empecé a hacer ejercicios. A la par tengo todos los canales para ver los deportes en vivo. Sobre todo, para ver a los peloteros cubanos en Grandes Ligas: Yordan Álvarez, los Gourriel, Chapman, Pito, Arozarena, que es mi socio, Adolis, que tuvo un año de ensueño.

―¿Actor o ingeniero?

―Actor.

―¿Drama o comedia?

―Drama.

―¿Cine o televisión?

―Cine.

―¿Habanastation o Pablo?

―Pablo.

―¿Pelota o fútbol?

―Pelota.

―Elige uno de tus personajes, tu preferido…

―En el humor, Ruperto. En el drama, Pepe.

―El deportista qué más admiras…

―Javier Sotomayor.

Omar Franco (Foto: Augusto César San Martín)

―Define a estas personas y lo que representan para ti en una palabra o frase. Empezamos con Iván Camejo.

―Mi yunta en la parte madura del humor.

―Irela Bravo…

―La Cachita eterna de Ruperto.

―Carlos Díaz…

―Paradigma en la dirección teatral.

―Marlen…

―La Cachita verdadera.

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