CIUDAD DE MÉXICO, México.- Estudiantes de secundaria básica de Santiago de Cuba son obligados a morder el pan de la merienda escolar para evitar que lo vendan, según trascendió en un reportaje del medio independiente Diario de Cuba.
El texto, que desarrolla una de las consecuencias de la crisis generalizada en Cuba, expone que para salir de las aulas los alumnos de Secundaria Básica de la provincia de Santiago deben morder el pan de su merienda escolar. La medida impuesta por los directivos de las escuelas es obligatoria y persigue evitar que los adolescentes vendan las exiguas porciones que les dan.
De acuerdo con el artículo de Diario de Cuba, los profesores chequean que haya mordedura en los panes a la salida de las aulas o presionan a los alumnos a fragmentarlo para que no puedan venderlos para obtener dinero.
Estudiantes entrevistados refirieron que en un día llegan a acumular varios panes que venden en diferentes lugares y con el dinero pueden comprar otros alimentos, aseo y darse algún gusto, aliviando así la economía familiar.
Al respecto, una alumna de la secundaria Rubén Bravo, al ofrecer su testimonio, indicó que desde el pasado año ella y sus colegas adoptaron esta práctica. “Primero lo hacíamos los amiguitos más cercanos, luego el grupo completo. Todos los días uno solo de nosotros recibe los ingresos de la venta. Lo malo es que para que te vuelva a tocar tiene que dar la vuelta”.
“Imagínese que cuando cojo el dinero reúno entre 600 y 750 pesos, que utilizo para arreglarme las uñas y hasta ponerme una agüita de queratina”, dijo la adolescente.
A otro estudiante las ventas le permiten tener dinero para salir el fin de semana o comprar algo de ropa: “Salidas de los fines de semana, o el transporte, o la compra de algún que otro trapito”.
Otra adolescente, que cursa noveno grado de la escuela Espino Fernández, aseguró que con lo obtenido resuelve productos de aseo, toallas femeninas, entre otros.
“Yo salgo mejor porque mi primo, que es un bicho y está en mi aula, conoce todos los puntos, tiene muy buenas relaciones en el parque de Ferreiro y logra vender los panes a 30 pesos”.
Aunque no siempre vendan las meriendas, algunos entrevistados alegaron que los panes sirven también para reforzar la alimentación en casa y tener algo de desayuno a falta de harina en el territorio.
La crisis cubana ha llegado a tal punto que los estudiantes prefieren no ingerir los alimentos que les ofrecen (aunque el pan solo sea “pan con pan”), para intercambiarlos por dinero y conseguir artículos de primera necesidad u otros de interés.
Una madre entevistada por Diario de Cuba opinó que la decisión de la moderdura en el pan no ataca las causas de un problema que excede a la escuela.
“Es peor el remedio que la enfermedad”, dijo al medio, porque no educan a los jóvenes sino que se recurre a métodos inadecuados para “intentar paliar los riesgos de una alimentación deficiente”.
Otros padres criticaron la medida coercitiva que no se corresponde, además, con el contexto de hambre y carencias que padecen muchos niños en sus casas.
Desde hace años, muchos alumnos de secundaria se llevan la merienda a casa para garantizar su desayuno del día siguiente o tener un paliativo para el hambre en su hogar.
El gobierno, como parte de un plan para que los niños se mantuvieran fuera de las calles, había asegurado un almuerzo para los alumnos de las escuelas primarias (de seis a 11 años), y una merienda “reforzada” para los de estudios secundarios (12 a 14). Al principio los alimentos eran aceptables, pero con el paso del tiempo la calidad se esfumó, hasta el punto de desaparecer la proteína en la mayoría de los casos.
Escenas como las de la venta de merienda no son aisladas. Víctimas de la necesidad, los niños y adolescentes se han visto obligados a trabajar y vender artículos.
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