Sunday, January 19, 2025
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“Nos trataban como animales”: Cubana secuestrada en Tapachula cuenta su “calvario” 

MIAMI, Estados Unidos. – Una joven cubana que dejó atrás su vida en La Habana huyendo de la crisis que vive la Isla, relató al medio mexicano Diario del Sur la pesadilla que vivió durante su tránsito por Centroamérica: un secuestro que se extendió por más de dos semanas en el municipio mexicano de Tapachula, Chiapas, así como amenazas, hacinamiento, hambre, extorsión y el temor constante a ser asesinada.

La joven, que fue identificada como Dayanis, había vendido su casa, muebles, electrodomésticos y ropa en La Habana, antes de partir en avión desde la capital de la Isla hacia Guyana, para luego cruzar varios países por tierra guiada por supuestas agencias de viaje y “coyotes”. 

El trayecto la condujo primero a Nicaragua y, posteriormente, a Guatemala. Allí comenzó lo que describe como un “calvario”: los migrantes, procedentes de diversas naciones, fueron hacinados en una casa de seguridad. “Nos trataban como animales, nos daban poca comida y dormíamos en colchonetas sucias. Además, quienes nos custodiaban llevaban armas de fuego visibles, por lo que quejarse era demasiado arriesgado”, contó la joven.

La situación empeoró al llegar a la frontera con México. Por las ventanas del cuarto en el que los migrantes estaban recluidos, apenas alcanzaban a ver las balsas rudimentarias que cruzan el río Suchiate. Según Dayanis, en la madrugada los traficantes les ordenaron abordar estas balsas para avanzar hacia territorio mexicano. Una vez del otro lado, las condiciones no mejoraron: les quitaron sus teléfonos, los marcaron con un tatuaje temporal en forma de águila y los subieron a vehículos con vidrios polarizados. “Nos repartieron en taxis, obligándonos a dar una dirección final. Yo terminé en Tapachula, donde alquilé una habitación en la colonia Montenegro, esperando encontrar un lugar más seguro”, explicó.

La joven, que en Cuba se desempeñaba como chef profesional, vivía con constante temor ante rumores de camionetas blancas con vidrios polarizados que transportaban hombres armados dedicados a secuestrar migrantes. Tras un mes de relativa calma, su puerta fue derribada una madrugada. Hombres encapuchados, portando armas largas, la llevaron por la fuerza. “Me golpearon, me vendaron los ojos y me subieron a un vehículo. No paraban de gritarme que me callara”, recordó.

La condujeron a un sitio que los captores llamaban “La Gallera”. Allí, al menos 60 personas, incluida ella, estaban amarradas de pies y manos y confinadas en un espacio mínimo, rodeadas de alambres de púas. Les daban alimentos en mal estado y amenazas constantes. “Nos decían que si la familia no pagaba, nos mutilarían y luego nos matarían. Tenía que rogar ayuda a mis parientes. Gracias a Dios recordaba el número de mi prima y ella pudo llamar a otros conocidos para recaudar los 10.000 dólares que exigían”, relató Dayanis.

La familia de la joven hizo lo imposible: recurrió a amigos y vecinos en distintos países para juntar el rescate. Al ver que se obtenía el dinero, los secuestradores intentaron exigir más, pero al no encontrar mayor suma, terminaron por aceptar el monto inicial. Una vez cobrada la cantidad, la dejaron abandonada en las afueras de la ciudad, con los ojos vendados. “Me arrojaron como si fuera un perro. Caminé varios kilómetros hasta que una señora me halló, me dio refugio temporal y un teléfono para contactar a mi familia”, narró.

Dayanis también aseguró que quedó “traumatizada” y que no denunció a los secuestradores. “¿Para qué, si las mismas autoridades están coludidas?”, dijo a Diario del Sur. “Afortunadamente estoy con vida y muchos de mis connacionales fallecen por no tener los recursos económicos para pagar esos rescates, damos todo simplemente por tener una mejor vida en Estados Unidos”, terminó.

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