Friday, September 20, 2024
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“No estoy cometiendo un delito”: Alina Bárbara ofrece testimonio de su detención

SAN LUIS POTOSÍ, México.- La profesora cubana Alina Bárbara López Hernández y su colega Jenny Pantoja Torres fueron liberadas en la noche de este martes 18 de junio de una estación de policía, a donde fueron conducidas por la mañana, cuando fueron detenidas por la Seguridad del Estado mientras se dirigían a La Habana para una manifestación pacífica.

La detención de López y Pantoja Torres ocurrió antes de llegar al puente de Bacunayagua, Matanzas.

Cecilia Borroto López, hija de Alina Bárbara, explicó desde la red social Facebook que López Hernández y Pantoja Torres después de su liberación se dirigieron al hospital, pues fueron agredidas por la policía.

A continuación, reproducimos íntegramente las declaraciones de Alina Bárbara donde narra los hechos de violencia de los que fueron víctima Jenny Pantoja y ella:

Estas son mis primeras declaraciones, contando lo que ocurrió en el día de ayer, y quisiera que esas primeras declaraciones salieran en el medio del cual soy fundadora y codirectora Cuba por Cuba. Ante todo, agradecer la preocupación, el afecto, la solidaridad de tantas personas que desde ayer han estado al tanto y mis disculpas. No me he podido comunicar antes porque estaba descansando, llegué muy tarde del médico y realmente necesitaba un pequeño descanso.

Yo quisiera contar de la manera más sucinta posible lo ocurrido ayer. Nosotras habíamos tomado un auto rumbo a La Habana, mucho antes, un poco antes del punto de control de Bacunayagua, que fue donde la otra vez, en abril, me pararon. El carro venía de Matanzas detrás de nosotros e hizo que se detuviera el auto en que íbamos.

Nos pidieron bajar, lo hicimos, nos pidieron carnet de entidad, lo entregamos. Enseguida la oficial, una oficial muy descompuesta, muy grosera desde el inicio, me dijo: “Bárbara, móntate”. Yo le dije: “Yo no me llamo así”.

Me dijo “Te llamas Alina Bárbara para el caso”. Y entonces yo le pregunté: “Oficial, ¿usted tiene orden de detención?” Me dijo: “No tengo nada y tú sabes que tienes que irte”. Entonces yo me corro hacia la parte, no de la carretera, al lado del patrullero, sino hacia la parte que da hacia el Conten.

Yo creo que eso de algún modo salvó mi vida por lo que ocurrió casi inmediatamente después. Yo le sigo insistiendo, “mire, oficial, explíqueme, aunque sea verbalmente, las razones de la detención. Yo no estoy cometiendo un delito, yo no estoy haciendo nada ilegal”.

“Tú sabes que tienes que montarte”. Entonces me agarró por los hombros y hizo una técnica de barrido con los pies de ella y los míos, que es una técnica de artes marciales y me dio un fuerte empujón. O sea, yo me quedé totalmente en el aire desestabilizada y caí desde esa altura.

Yo soy una persona muy alta y me di un golpe muy fuerte. O sea, caí de espaldas, no pude evitar el golpe porque además no esperé esa reacción desmesurada. Utilizar esa técnica contra una persona que no tiene preparación, que no se está enfrentando a ella, que ni siquiera le está levantando las manos ni gestualizando…

Simplemente estaba conversando. Cuando yo caí, me di un golpe muy fuerte en la cabeza. Si ese golpe yo me lo llego a dar sobre la carretera, me fracturo el cráneo, pero era sobre la grava del contén, que detuvo un poco el golpe.

Y cuando caí, sentí, además del dolor, como que los sonidos se apagaban, las voces, los gritos, los gritos de Jenny diciendo que no me maltrataran, yo sentí que bajaron, bajaron. Por un momento se me nubló la vista y sentí como un gusto a sangre en la garganta. O sea, no sangré, pero sentí como que algo, algo ahí se dañó.

Yo no perdí el conocimiento, pero me quedé muy desorientada, atontada, porque fue un golpe fuerte. Y entonces ella me decía, “párate”. Yo me quedé acostada para protegerme también, porque tenía miedo de que tuviera algo fracturado.

Entonces me arrastraron. En ese momento vino otro carro patrullero, se paró, se parqueó al lado. Los dos hombres, los dos oficiales, se bajaron y ayudaron a que ella me arrastrara.

Me tomaron por los antebrazos, por las piernas, me arrastraron hasta la puerta del carro patrullero que estaba abierto. Mis espejuelos cayeron en el piso. Yo logré estirar la mano así cuando me recuperé un poco y los agarré.

Y Jenny, cuando ya me montan en el carro, me los quita para protegerme, porque yo soy miope y no veía nada. Entonces ellos están tratando de montarme en el carro, empujándome en el aire. Yo instintivamente me agarro de algo, yo sabía que era algo de tela, pero no veía de quién era ni qué era.

Y resultó ser la charretera del hombro del traje de policía de la oficial. Y en el forcejeo, tratando yo de agarrarme, parece que la arranqué o por lo menos la aflojé. Yo no me quedé con ella en la mano, la tenía ella, pero parece que alguna costura le zafé.

Eso es uno de los elementos que dan ahora para el caso de atentado, porque yo le arranqué. O sea, yo estoy sin mis espejuelos, estoy todavía atontada del golpe y me están metiendo. Yo me agarro lo primero que vea.

¿Pero qué pasa? Que Jenny está también en el carro. Esos carros son estrechos. Y no podían entrarme a mí de la manera en que lo estaban haciendo.

Y entonces ella, la oficial, va por la puerta donde está Jenny, se le sube arriba a Jenny. Es una mujer muy corpulenta, la oficial, se le sube arriba a Jenny, me hala por la cabeza. Acababa yo de recibir ese golpe tan fuerte en el piso.

Ella me agarra muy duro por el pelo. Yo no me puedo casi tocar el cuero cabelludo porque todo lo tengo inflamado. Ella me toca, me coge por el pelo muy duro y me empieza a mover la cabeza para todas partes, como si fuera un muñeco, y a torcerme el cuello hacia adelante.

O sea, yo padezco de cervical porque soy escritora hace muchos años. Soy profesora, estoy acostumbrada a tener la cabeza en una posición que se afecta la cervical y lógicamente por la edad ya debo tener algo de artrosis ahí. Y entonces eso me provocaba un dolor intenso y yo sentía además, fue un momento de desesperación muy grande, porque yo sentía a Jenny que gritaba y decía: “No puedo respirar, estás sobre mí”, porque ella, que era una mujer tan corpulenta, le había puesto su rodilla y se estaba apoyando sobre el diafragma de Jenny.

Yo no le estaba mirando porque ella quedaba en mi espalda. Entonces yo instintivamente tiré mi mano hacia atrás cuando Jenny gritaba “yo no puedo respirar”. Y agarré y agarré un poco del pelo de ella, pero yo no tenía ni fuerzas para halarla, porque mi cabeza estaba hacia adelante sufriendo torceduras.

Entonces Jenny también de algún modo la agarra para defenderse. Eso fue lo único que nosotros hicimos, instintivamente tratar de salvarnos, porque nos estaban dando de una manera que era peligroso, muy peligroso. Las técnicas que se utilizaron fueron unas técnicas que podían hacer peligrar la vida de nosotras y a Jenny la estaban aplastando.

Entonces la oficial les dice a los otros dos patrulleros “saquen a esta mujer de aquí”. Sacan a Jenny y me dejan a mí dentro del carro, me cierran y la oficial que me había agredido es la que sale manejando y su patrullero, o sea, el compañero del carro al lado.

Cuando vamos llegando a Matanzas, o sea, realmente estábamos bastante cerca de Matanzas, cuando vamos de vuelta, ya entrando por el paseo de Martí, yo me tuve que acostar dentro del carro, porque el dolor en la espalda era tan intenso, a mí me duele todo, cada milímetro de mi cuerpo, de la caída que yo me di tan alta en el aire.

La zona de la columna, la cervical, los hombros, me volvieron a lesionar el hombro que tenía ya en proceso muy lento de recuperación de la otra agresión de abril. Entonces me dolía todo, yo me acuesto dentro del carro, subo los pies, porque soy muy alta y no cabía, subo y apoyo los pies sin golpear en la ventanilla, o sea, pongo mis pies apoyados en la ventanilla.

Cuando ella vio que yo hice eso, detuvo el carro, le dijo al otro oficial “maneja tú”. Se montó conmigo atrás, sacó unas esposas muy pegaditas así, me las cerró, yo tengo las muñecas anchas, me quedaban bastante apretadas, pero no conforme con eso, me cogió las manos que ya estaban esposadas y me las empezó a torcer, me las torció de una manera brutal y me las apretaba y yo le dije: “Pero por qué haces eso si ya yo estoy esposada, por qué tú estás ensañándote”.

Me dijo: “Para que aprendas, vas a ir así hasta la estación”. Y así fui, llegó el momento en que el dolor era tan grande, pero tan grande que yo dejé de sentir dolor, yo dejé de sentir mis manos, las manos sencillamente se me durmieron, se me enfriaron, yo no tenía circulación, dejé de sentir dolor.

Me alegro de haber dejado de sentir dolor porque era demasiado fuerte, de hecho tengo las muñecas llenas de moretones por eso, cuando el carro llegó y entró a la estación, parqueó y ella me dijo “ojalá me toques la otra vez que te voy a romper la cara de un piñazo”. Yo le dije: “Usted es un peligro, usted es una sicaria”. En el camino yo le fui diciendo todo el tiempo que ella era una sicaria, que ella era una persona que se regodeaba en hacer daño y en torturar.

Ni siquiera en el mes de abril cuando las otras tres agentes me golpearon, ni siquiera en ese momento yo sentí tanto peligro como con esta señora, porque ella es una persona que la mandaron para eso, ella iba con esa misión, a Jenny la golpearon, la pasaron para el otro carro, ella podrá contar en detalle, le quitaron el teléfono, le dieron una bofetada, el hombre, el patrullero del otro carro le dio una bofetada por la cara porque ella apagó el teléfono antes de dárselo.

La abofeteó, nos bajaron de allí, nos pusieron en habitaciones separadas, nunca nos vimos más, ella vino en otro carro, yo en otro, nunca nos vimos y me tuvieron varias horas ahí.

Enseguida vino la atención médica, esta vez yo no la tuve que pedir, no hice más que poner un pie en la estación y ya había un médico allí, reconociendo porque ellos sabían bien las técnicas que habían usado. Yo me quejé de muchos dolores, ellos grabaron todo y unas cuantas horas después, fui instruida de cargos, me acusan de atentado porque según ellos yo agredí a la gente, a la oficial en el cumplimiento de sus funciones, cosa que es absolutamente falsa porque yo no soy así, porque nunca lo he hecho.

Ellos aprovecharon muy bien dos cosas: una, no dejaron que el carro llegara a Bacunayagua porque ahí hay cámaras y todo queda filmado y ellos no querían que todo quedara filmado, para poder hacerme una acusación falsa de atentado, para poder hacerme una acusación falsa de atentado, ellos necesitaban que no se viera nada de lo que estaba pasando para poder mentir abiertamente.

Por la otra, y por la otra la intención evidente con este caso, no solo es involucrarme en un nuevo proceso común, porque todo esto sale como un delito común, no como un delito político, ellos en ningún momento me culpan de intentar manifestarme, eso no es, es ahora que yo agredí a una agente, cosa que ya habían tratado de hacer desde junio del año pasado.

Lo que pasa es que en el momento que a mí me detienen en junio del año pasado, cuando por primera vez me instruyeron de cargo por desobediencia, era en un lugar público y muchas personas lo vieron y ellos tuvieron que retirar el cargo de atentado, pero en este caso se parquearon lo suficientemente lejos de las cámaras para poder demostrar una mentira, para poder presentar una falsedad.

Desde que pregunté si me van a instruir de cargo me dijeron que sí, les dije “pues no hablo absolutamente nada sin la presencia de mi abogada”. Eso hicimos, mi abogada llegó, me entrevisté con ella sola primero, después con Jenny, después hicimos la declaración y ella va a representar a Jenny también.

Ella se entrevistó por separado con Jenny y lo mismo que yo dije, mi declaración coincide con lo que dijo Jenny en la suya.

Yo quiero resaltar que a Jenny ellos no la querían traer para acá, ellos desde que se paró el almendrón en que íbamos, el carro en que íbamos, le dijeron a Jenny “sigue tú, no te bajes”. O sea solo le pidieron el carnet de identidad y le dijeron “puede seguir”.

Evidentemente a Jenny la iban a detener en cuanto el carro pasara la línea de Bacunayagua y entraran en Mayabeque, la iban a detener, pero ellos no querían que Jenny se quedara porque resulta que al Jenny quedarse fue muy valiente, fue una gran persona, fue muy buena amiga y fue muy valiente.

Se quedó y ahora resulta que aunque las dos somos co-imputadas porque estamos acusadas, de algún modo las declaraciones mías la ayudan a ella y las declaraciones de ella me ayudan a mí, declaraciones que fueron tomadas por separado y que coinciden en lo que dijimos.

Nosotras estamos diciendo la verdad, fuimos agredidas de manera salvaje, de manera sádica, sin justificación alguna y sencillamente lo que se quiere es que nosotros no ejerzamos nuestros derechos.

Mi declaración la tomé ante una cámara, con mi abogada, pero ante una cámara que un oficial de nombre Mayor Iván la estaba tomando todo el tiempo, por tanto todo está grabado, todo está ahí. Yo sí voy a decir algo que mencioné, dije dos cosas, “una lástima que esa cámara que ustedes tienen ahora aquí no lo hubieran llevado en el momento de la detención y nos estuviéramos ahorrando esta acusación por atentado”.

Y dos, les dije “sean honestos, acaben de reconocer que en Cuba se está gobernando como un estado de excepción, al margen de la constitución están gobernando de facto, el día que ustedes declaren eso ya nosotros sabremos que sí nos queremos arriesgar”.

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