Se forma una enorme fila para comprar vasitos de este postre por 20 pesos en la Plaza de Carlos III
Juan Diego Rodríguez, La Habana |
La inmensa cola que doblaba este lunes una de las esquinas de la Plaza de Carlos III, en Centro Habana, no tenía nada de particular. Es la misma que suele formarse a diario cuando sacan al mercado algunos de los víveres que escasean en los comercios estatales o que están a precios inalcanzables en los privados: salchichas, pollo, agua embotellada, yogur.
Visto desde lejos el producto que estaban vendiendo, blanco y en unos pequeños vasos de plástico, a 20 pesos cada uno, parecía helado. A ese precio, semejante producto, bien valía esperar la larga fila. La ilusión era patente, a juzgar por las varias veces que marcaron algunas jóvenes. Sin embargo, llegando al mostrador del kiosko Buon Piacere, la emoción se deshacía. Lo que ofertaban no era helado, sino merengue de huevo, adornado con unas gotas de un sirope de fresa, brillante de colorante artificial.
Sin cucharilla con qué comerlo, los compradores se llevaban los vasos a la boca, estrujándolos con las manos y ensuciándose toda la cara
“En mi vida había visto yo vender merengue solo, y menos así blandito, como para vestir cakes”, contaba una anciana, decepcionada de lo que iba a comprar realmente. “Todavía antes vendían de esos merenguitos horneados, que eran ricos aunque fuera para engañar al estómago, pero de esos postres yo más nunca he visto vender en la calle desde que se perdieron los huevos”. Sin cucharilla con qué comerlo, los compradores se llevaban los vasos a la boca, estrujándolos con las manos y ensuciándose toda la cara. Ante la mirada atónita de los que aguardaban, otro hombre se llevó diez vasos en una bandeja de cartón.
“Nos dan merengue para matarnos de hambre. Estar desde tan temprano para esta comida de bobos”, lamentaba una tercera mujer, abandonando la espera y clamando sobre los peligros de ofrecer, sin las suficientes condiciones higiénicas, un alimento hecho de clara de huevo sin cocinar. “Milagro no sea y cojamos aquí una salmonella”.
Contra todo pronóstico, la gente acabó con todo el merengue en apenas una hora.
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