LA HABANA, Cuba.- En conmemoración al 115 aniversario del fallecimiento del primer presidente de la República de Cuba, Tomás Estrada Palma (1902-1906), este sábado los masones cubanos le rindieron tributo frente a su estatua, ultrajada luego del triunfo revolucionario de 1959, y ubicada en la Avenida de los Presidentes, en La Habana.
El homenaje fue organizado por los integrantes de la logia Estrada Palma y al mismo asistieron también descendientes del ex presidente.
“Estamos hoy ante este mutilado monumento. La historia de esta estatua es la historia de don Tomás Estrada Palma. Lo que ha sufrido este monumento, es lo que ha sufrido su imagen y su recuerdo. Es increíble cómo se ha tergiversado y manipulado la verdad sobre esta estatua y sobre don Tomás Estrada Palma”, señaló el orador central, Joel Ernesto Gómez Ibarra.
La estatua fue inaugurada en 1921 y fue la primera de las erigidas en el lugar con el objetivo de rendir tributo a los presidentes electos. El monumento escultórico representaba a Estrada Palma de pie, a una escala bastante natural, sobre un sencillo y a la vez hermoso pedestal desde cuya base le observaba una figura femenina también en bronce que simboliza a Clío, la musa de la historia.
Tras del triunfo de la Revolución, en 1959, gran parte de las esculturas situadas en espacios públicos relacionadas con figuras de la historia política y económica de las décadas anteriores fueron retiradas. Algunas se conservaron en depósitos, otras fueron destruidas o fundidas para reutilizar el bronce.
La de Estrada Palma fue una de las derribadas “por el pueblo” como forma de “repudio a sus decisiones”, según la información oficial, en lo que realmente constityeron actos vandálicos. Por varias décadas, solo quedaron aferrados al pedestal los zapatos del ex presidente. En 2020 el monumento fue restaurado y se retiraron los restos de estos zapatos.
Este intento de borrarlo de la historia responde a un proceso de reedición de la historia implementado por el nuevo régimen impuesto en 1959. Desde entonces, Tomás Estrada Palma fue considerado por los historiadores revolucionarios como un traidor a los intereses de la patria por su papel en cuestiones relativas a la Enmienda Platt y “a favor de la intervención política de Estados Unidos en los asuntos de Cuba”.
En Ecured, una especie de intraned oficial cubana, y otras publicaciones oficiales “se ha distorsionado la imagen de Estrada Palma”, lamentó Gómez Ibarra.
Todo eso que han dicho “es mentira”, afirmó el orador. “Por suerte, la vida muchas veces nos supera, supera a la mentira, y nos da la posibilidad de sacar a la luz la verdad”, refirió.
Gómez Ibarra relató igualmente que la estatua fue derribada en los primeros años de la década del 70 por una grúa, “y el pueblo no tiene grúas”.
“Curiosamente, ese día estaba hospedado en este hotel (dice señalando al Hotel Presidente que se ubica justo frente a la avenida), el hijo de Estrada Palma. Nos comenta su hijo -nieto de Estrada Palma-, aquí presente, que eso fue una conmoción para él, que hubo que ayudarlo para superar aquel momento. Entonces no fue el pueblo ni fue en 1959. No se sabe qué pasó con la estatua. Los zapatos hoy están en los archivos de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana”, contó el masón.
Según el orador, lo mismo sucedió con casi todas las estatuas de Estrada Palma en la Isla.
Vindicación de Estrada Palma
Don Tomás Estrada Palma falleció en 1908, a los 73 años de edad. Durante su prolífica vida fue una de las figuras políticas y masónicas más significativas de la Isla.
Dentro de su extenso currículum destaca el haber sido elegido como Presidente de la República de Cuba en Armas (1876), así como hallarse entre los que no aceptaron los términos del Pacto del Zanjón (1878).
Más tarde, se convirtió en un símbolo dentro de la emigración cubana en los Estados Unidos; colaborador de Martí en el exilio y designado por este para dirigir, en su ausencia, los asuntos del Partido Revolucionario Cubano (PRC); a la muerte del Apóstol, es elegido como su sucesor al frente del PRC; en 1897, al constituirse el Consejo de Gobierno conforme a la Constitución de Jimaguayú, Estrada Palma es asignado Delegado Plenipotenciario en el Extranjero.
Esta amplia y prestigiosa trayectoria sería aval suficiente para que en 1902 fuera escogido como el primer presidente de la República de Cuba.
Ante su elección, la Gran Logia de la Isla de Cuba proclama con orgullo que “el futuro Presidente de la República es maestro masón: fue iniciado, ascendido y exaltado en 1868 en una logia de Bayamo”. En correspondencia, Tomás Estrada Palma, al asumir la jefatura del país en 1902, declara: “Yo me honro perteneciendo a ella [la masonería)], y me sirve de estímulo para mis funciones de gobierno contar con la adhesión de cuantos ostenten la investidura masónica en este país”.
De un millón y medio de pesos de reserva con que contaba el Tesoro Nacional a inicios de su gobierno, luego de cuatro años llegó a acumular más de veinticinco millones y la nación no poseía deudas. De las cinco bases navales norteamericanas que se planeaban implantar en Cuba, gracias a sus gestiones, solo se llegó a materializar una, que es la que aún se mantiene en Guantánamo.
Entre otras medidas, implementó varios planes de inversión pública y la creación de nuevas escuelas. De igual manera, bajo su mandato, el también masón Gonzalo de Quesada, como embajador de Cuba en Washington, suscribe el Tratado Hay-Quesada (1904) con John Hay, Secretario de Estado de esa nación, en virtud del cual se reconocía la soberanía cubana sobre la Isla de Pinos.
No obstante, este acuerdo no sería ratificado hasta unos veinte años después, pues la masonería cubana influyó significativamente en ello.
Probablemente fueron las ansias de Estada Palma de hacer mucho más por su patria lo que lo llevó a intentar perpetuarse en la presidencia; ello causó el alzamiento de los liberales (Partido Liberal) en su contra y la segunda intervención norteamericana.
Sin embargo, hay errores que no empañan. Para Horacio Ferrer, Comandante del Ejército Libertador, Tomás Estrada Palma poseía una “honradez indiscutible, honorable en todos sus actos” y “gobernó los tres primeros años de manera ejemplar”.
Esa es la impronta que los masones cubanos insisten en rescatar, y por eso, pese a la lluvia y un transporte público cada vez más precario, más de una treintena se dieron cita este sábado para reivindicar su nombre y su historia.
“Ese es nuestro perenne compromiso desde que pusimos nuestra mano en el sitial sagrado y juramos defender la honra de todo masón digno y honesto”, sentenció Joel Ernesto Gómez Ibarra.
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