AREQUIPA, Perú – En el siglo VIII d.C., un monje soñador llamado Haidong pensó en esculpir una gigantesca estatua de Buda en la provincia china de Sichuan, específicamente donde confluían los ríos Minjiang, Dadu y Qingyi.
Según el medio Cinco Noticias, Haidong tenía la intención de calmar las aguas turbulentas que amenazaban los viajes fluviales y honrar a Buda como protector de los navegantes. Esta ambiciosa visión fue patrocinada por un ministro llamado Ye Zhengcui, devoto seguidor budista de la corte.
Fue en el año 713 d.C. que iniciaron los trabajos de construcción bajo la dirección de Haidong y con la ayuda de una fuerza laboral de monjes y trabajadores locales.
Con 71 metros de altura, la estatua del Gran Buda de Leshan culminó como una obra maestra colosal esculpida en la pared de un acantilado de piedra caliza. Su rostro sereno, de 14,7 metros de largo, y sus manos descomunales, de 8,5 metros, transmiten una presencia imponente y tranquilizadora.
Los pliegues de su túnica están tallados con una delicadeza exquisita, mientras que los detalles de sus orejas alargadas y el cuidadoso peinado de sus rizos revelan la maestría de los artistas de la época.
La creación del Gran Buda de Leshan fue un desafío técnico para su época. Los artesanos emplearon técnicas de tallado en roca caliza, utilizando herramientas primitivas como cinceles, martillos y cuerdas para guiar el trabajo.
Se construyeron andamios de madera y se utilizaron poleas para mover los enormes bloques de piedra. La precisión y el detalle alcanzados en una escultura de tal magnitud son una hazaña sorprendente de la ingeniería antigua.
El Gran Buda de Leshan es una representación mastodóntica del Buda Maitreya, el Buda del Futuro, quien según las enseñanzas budistas traerá la iluminación a la humanidad. Su postura sedente y su expresión serena transmiten los ideales budistas de la compasión, la sabiduría y la paz interior.
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