“¡Vengan y reporten sobre la basura!”, clamaban este viernes los vecinos a la prensa independiente, denunciando el mal trabajo de los Servicios Comunales
Natalia López Moya, La Habana |
En Luyanó se ha corrido la voz. Si se denuncian las montañas de basura en los medios independientes es muy probable que poco después lleguen los Servicios Comunales a recogerlas. La ecuación es clara: llamar a un reportero para que tome fotos y testimonios y, antes de las 24 horas, aparecerá mágicamente el combustible para los camiones de acarreo de desechos.
Los residentes en las cercanías de la esquina de Melones y la calzada de Luyanó pusieron en práctica la fórmula. El jueves pasado se comunicaron con 14ymedio y el viernes ya había desaparecido el enorme basurero que llevaba semanas creciendo en el lugar. Sin embargo, a unos metros más allá, en otra calle que no ha aparecido en las noticias, los desperdicios cubren la acera y más de la mitad de la vía, impidiendo el paso de los vehículos.
“¡Vengan y reporten sobre la basura!”, clamaba la tarde de este viernes una vecina que, desde su ventana, vio acercarse al lugar a una periodista de este diario. “Niño que no llora no mama, el que no denuncia se le meten las moscas hasta la garganta”, advertía la mujer que vive muy próxima a la esquina de Enna y Guasabacoa, convertida en “el Cayo Cruz del barrio (el más famoso vertedero de La Habana)”.
Mientras el “basurero rey” de Rodríguez y Reforma sí fue documentado por la prensa independiente y reducido por Comunales, casi a su décima parte, poco después de su publicación en internet, otras calles y avenidas cercanas no han corrido la misma suerte. Los contenedores volcados, la pila de bolsas de plástico que se han ido rompiendo con el sol, con el viento y los colmillos de los perros callejeros, señorean en todas partes.
El olor de las inmundicias se mete tan adentro en las casas de Luyanó que la gente trata de mantener las puertas y ventanas cerradas para que no lo inunde todo. “Mi nieto está recién nacido y lo tenemos en el último cuarto, con una cortina y todo delante de la puerta para que esta peste no se le pegue”, comenta otra vecina próxima a la esquina de Infanzón y Juan Alonso. Los adultos, por su parte, parecen haber asumido los “aromas”. “Aquí la gente ya huele así, olemos a basura y nos tratan como basura”.
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