MADRID, España.- El escritor e intelectual cubano Luis Álvarez, ganador del Premio Nacional de Literatura en 2017, en reciente entrevista con Árbol Invertido habló sobre sus últimos años en Cuba, las amenazas de la policía política contra su familia, los motivos de su exilio y el futuro de los jóvenes escritores en el país.
Álvarez, uno de los más importantes investigadores de la obra de José Martí, y su esposa, la también destacada intelectual Olga García Yero, emigraron a Brasil en 2023. En la entrevista, el escritor describe el clima de terror y represión que les llevó a tomar esta decisión.
“No nos consideramos emigrados”, afirma Álvarez. “Somos exiliados, porque nos vimos en una absoluta imposibilidad de continuar viviendo en la Cuba castrista”.
El escritor relata cómo fue víctima de diversas vejaciones por parte de la Seguridad del Estado, entre ellas la cobertura de su puerta de calle con heces fecales. También le fue retirado su puesto de trabajo en la Universidad de Camagüey y le fue denegada la membresía en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
“En la Cuba castrista, la desconfianza y rechazo por los intelectuales se convirtió muy pronto en una aversión incontrolable contra la más elemental manifestación de libertad de pensamiento”, afirma Álvarez. “No podíamos permanecer en un manicomio ideológico de esa magnitud”.
También describe cómo la censura se ha convertido en una herramienta habitual para controlar a los escritores. “La censura sobre un escritor en Cuba se ejerce por distintas vías simultáneas. Ante todo, la de los sicofantes o espías de la Seguridad del Estado, atentos y vigilantes de sus opiniones, conducta social, en su cuadra, barrio, centro de trabajo, etcétera”, dice en este sentido.
Álvarez cree que el castrismo ha creado un clima de paranoia y psicopatía colectiva en Cuba. Sobre ello, apunta: “Se vive entre fantasmas y amenazas reales o imaginarias. Por otra parte, la calumnia puede ser un medio de dudoso avance profesional”.
Sobre los jóvenes escritores en Cuba considera que “tienen un futuro muy difícil”: “O se adaptan a las reglas del juego del castrismo o se enfrentan a la represión”.
No obstante, Álvarez tiene esperanza: “Confío ciegamente en la Cuba secreta, que une con pasión la Isla y su exilio doloroso y fuerte. (…) Por más que el castrismo se empeñe, las señales están a la vista: la Isla volverá a sumergir encima del espanto”.
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