Tuesday, November 26, 2024
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Los negocios privados están acabando con el sector estatal en Sancti Spíritus

Las autoridades de Sancti Spíritus culpan a los negocios privados de la debacle del sector gastronómico en la provincia. Según explican a la prensa oficial en un artículo publicado este lunes, la competencia entre las mipymes y los locales estatales ni siquiera tiene punto de comparación y el Estado, explican, ha terminado beneficiando a las primeras por encima de sus propios comercios, que han quedado a la deriva.

Según contó a Escambray Rafael Aguado Rodríguez, director de Gastronomía en el Grupo Empresarial de Comercio, cada vez es más difícil echar adelante las instalaciones estatales. Las diferencias de gestión con las privadas hacen que entre los resultados de un sector y otro haya una brecha abismal.

El punto crítico es la obtención de los productos que luego se venden elaborados a la clientela. “Debemos adquirirlos en el mercado particular al costo que se oferta y sobre esa base conformar nuestras ofertas, siempre por debajo de lo que se vende en una paladar”, argumenta Aguado, quien reconoce que con pérdidas es imposible mantener cualquier negocio a flote.

El punto crítico es la obtención de los productos que luego se venden elaborados a la clientela

Para colmo, continúa, constantemente los trabajadores de gastronomía emigran al sector privado, “donde en solo una semana pueden recibir el pago que obtenían mensualmente en su anterior puesto de trabajo”. El salario básico de un empleado del sector estatal es de 2.500 pesos, por lo que es lógico que, en un país en el que un cartón de huevos cuesta 3.000, estos busquen opciones más lucrativas.

Aguado lamenta además que, aunque cada año reciben a nuevos graduados de Elaboración de Alimentos y Gastronomía, estos también abandonen más temprano que tarde las instalaciones estatales en busca de mejores condiciones laborales que usualmente, reconoce el directivo, encuentran en las mipymes.

El dirigente asegura que el sector ha intentado darle solución al problema del empleo, pero que, con las pocas o nulas utilidades que obtienen los establecimientos que permanecen abiertos, es imposible ofrecer estímulos a los trabajadores para que se queden en la plantilla estatal.

En cuanto a las ganancias, aunque desde hace años las empresas de gastronomía se autogestionan, la crisis estructural hace difícil encontrar proveedores. Con el surgimiento de las mipymes –muchas de ellas dedicadas a la importación de todo tipo de materia prima y alimentos– los dirigentes pensaron que el sector tendría finalmente un respiro, pero la bancarización pronto eliminó esas esperanzas y los privados, lamentan, no les hacen la vida más fácil.

Los comercios estatales, por ejemplo, están obligados a hacer virtualmente cualquier transacción de más de 5.000 pesos, por lo que el pago a los socios particulares, que exigen efectivo a toda costa, ha tenido “complicaciones” y han empezado a perder proveedores.

Escambray asegura que el mal momento por el que pasa el sector podría resolverse con motivación y “cultura del detalle”, a pesar de que señala que “la gastronomía estatal hace más de un año no recibe aceite, cerdo u otros productos, sin los cuales resulta imposible brindar servicios”.

Es probable que el sector gastronómico nacional ya haya alcanzado el punto de no retorno

De hecho, entre la caída de las importaciones, el fracaso de la producción nacional y la crisis de combustible, es probable que el sector gastronómico nacional ya haya alcanzado el punto de no retorno. Este domingo la prensa oficial anunció que, para “contribuir al ahorro energético”, casi 200 centros de elaboración de alimentos en Holguín comenzarán a cocinar en hornos de leña.

La “contingencia energética”, como la denomina el periódico Trabajadores, también ha causado que durante el horario pico los más de 2.800 trabajadores de estas instalaciones detendrán sus labores para ahorrar corriente. En cuanto a la leña para los hornos “recuperados”, la tendrán que buscar en el bagazo de la caña y las cáscaras de coco.

A la vez que cierran los establecimientos del Estado, los nuevos emprendedores aprovechan, con mejores recursos, el mercado gastronómico. Cada semana abren bares y paladares particulares en los mismos locales que antes controlaban las empresas del Gobierno. Es el caso del restaurante habanero La Carreta que, luego de permanecer cerrado durante siete años, abrió el pasado junio en manos privadas.

No obstante, la prensa ha pasado por alto las trabas con las que se encuentran frecuentemente los privados y el empeño del Gobierno en tenerlas bajo control. Desde la inscripción de un nuevo negocio hasta su puesta en marcha, los dueños deben sortear los exámenes ideológicos del régimen, que busca en los particulares la oportunidad para aliviar sus responsabilidades, pero sin arriesgarse a lidiar con empresarios “problemáticos”. A ello se suman las dificultades para pagar en divisas y lo difícil de una gestión dolarizada en un país en el que el Gobierno se niega a entregar los pocos dólares que recauda.

Pese a ello, los dueños de negocios privados parecen estar abriéndose camino en la Isla y, aunque se han ganado el apoyo de los más altos cargos del régimen, todavía levantan recelos entre los pequeños dirigentes provinciales, que los ven como una competencia invencible.

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