Entre 300 o 400 dólares por algo más de 300 kilómetros. Es una de las muchas tarifas abusivas con las que pueden encontrarse los migrantes que intentan cruzar la frontera de Nicaragua desde el aeropuerto Augusto César Sandino, en Managua, hacia Honduras. Así lo cuenta, a partir de varias fuentes, un colaborador de 14ymedio en el país centroamericano, utilizado por multitud de cubanos para comenzar la ruta con destino a Estados Unidos aprovechando la exención de visado.
El Gobierno de Daniel Ortega ha convertido en un negocio una situación creada para ejercer presión sobre Washington y ahora se beneficia aplicando un impuesto de entre 150 y 200 dólares a la llegada de los migrantes al aeropuerto. Pero también, como informó el diario La Prensa la pasada semana, ha prohibido a los taxistas coger viajeros, un movimiento que – sospechan los profesionales– tiene como fin organizar rutas en ómnibus estatales.
Muchos nicaragüenses, creen, no obstante, que tampoco los taxistas juegan limpio y denuncian los precios que llegan a cobrar a los migrantes por este tipo de trayecto. “Es cierto que los taxeros son tan ladrones como el Gobierno”, afirma un residente en Managua entrevistado por el colaborador de 14ymedio.
“Es falso que ellos dependan de eso para vivir, porque todos son taxistas legales, que tienen sus papeles en regla para trabajar en Managua”
“Conozco a uno que maneja un taxi y me contó que encontró unos ecuatorianos en Multicentro (un centro comercial cerca del aeropuerto). Les ofreció llevarlos a la frontera y aceptaron a regañadientes, porque el muy infeliz les cobró 100 dólares a cada uno. Incluso le pidieron rebaja pero él no aceptó”, explica. En su opinión, los transportistas están aprovechando la situación para cometer “un robo descarado en toda regla”.
“Es falso que ellos dependan de eso para vivir, porque todos son taxistas legales, que tienen sus papeles en regla para trabajar en Managua”, agrega, ante las quejas de algunos taxistas que lamentan cómo la decisión del Gobierno de prohibirles trasladar a migrantes puede afectar a sus ingresos hasta el punto de dejarlos en la miseria. En la capital nicaragüense hay en torno a 14.000 taxis privados, además de los que trabajan a través de aplicaciones instaladas en los celulares.
“Pasa que ya se acostumbraron a la buena vida de ganar mucho dinero sin sudarse el asunto”, denuncia un familiar de uno de ellos. El nicaragüense, alerta de un dato del que se ha hablado menos y que resulta mucho más grave que el abuso en los pagos: la peligrosidad de estos viajes.
“Los choferes caminan papeleados [a toda velocidad]. El norte de Nicaragua es sumamente montañoso y, por tanto, las carreteras están llenas de curvas, muchas veces bordeadas de abismos a ambos lados”, describe. “Pero estos malditos, en vez de ser más prudentes, van como alma que se lleva el diablo. El resultado es que cada vez son más comunes los accidentes de vehículos que transportan migrantes”, cuenta.
Los datos respaldan sus impresiones. A finales de octubre tuvo lugar un grave accidente en el que se vieron implicadas cinco personas, cuatro migrantes haitianos y el chofer –nicaragüense–, que milagrosamente salvaron la vida tras caer por un barranco en San Fernando, a 67 kilómetros de Trojes, en Honduras, por donde cruzan la frontera miles de extranjeros que eligen la “ruta de los volcanes” para llegar a EE UU.
Según la prensa local, hay entre 30 y 40 taxis que realizan trayectos desde el aeropuerto de Managua por los departamentos fronterizos
De acuerdo con la información oficial, el chofer viajaba con exceso de velocidad y conducía de forma “temeraria”, lo que llevó al vehículo a precipitarse por el barranco –de 20 metros de altura– tras salirse de la vía en una curva.
El suceso no es una mera anécdota. En lo que va de año, hubo al menos once accidentes de tránsito en los que se vieron involucrados taxis de Managua con cubanos, venezolanos y haitianos en dirección a Honduras, la mayoría de ellos en las regiones fronterizas de Estelí y Nueva Segovia.
Afortunadamente, y como en el caso de San Fernando, en ninguno de ellos hubo que lamentar víctimas mortales ni tan siquiera hospitalizaciones graves, pero la Policía ha señalado que en todos había conducción a alta velocidad, saltándose las señales y con el agravante de que en muchas ocasiones el chofer llevaba horas al volante sin descansar, añadiendo el agotamiento a la imprudencia.
Según la prensa local, hay entre 30 y 40 taxis que realizan trayectos desde el aeropuerto de Managua por los departamentos fronterizos, a lo que se suman al menos tres ómnibus expresos con algo más de 400 migrantes, la mayoría con cubanos, venezolanos y haitianos.
“A veces viajamos con mucho miedo, porque los choferes de taxis van muy rápido o vienen distraídos con sus celulares y también porque conducen temerariamente sobre la carretera al invadir carriles y adelantar un tráiler. Viajamos exponiendo nuestras vidas”, dijo a un medio nicaragüense un matancero que viajaba con su esposa a EE UU.
“Lo hacemos por pura necesidad, porque pretendemos llegar a Estados Unidos para buscar trabajo, porque en nuestra patria ya es insoportable tratar de vivir”
El diario entrevistó a otra migrante de Santa Clara que lamentó no tener más salidas que esta para huir de la miseria en Cuba. “Lo hacemos por pura necesidad, porque pretendemos llegar a Estados Unidos para buscar trabajo, porque en nuestra patria ya es insoportable tratar de vivir, ya que se pasa hasta ocho horas sin energía, no hay agua, ni alimentos, ni trabajo. Yo dejo a mi hija de 11 años viviendo con mi madre y prestamos dinero en Cuba para venir a Nicaragua en avión, y de aquí, hay que ir en bus que nos cobran 35 dólares por cada pasajero para llegar hasta la frontera con Honduras”, expuso.
Los conductores se justifican diciendo que los viajes “son cansados” porque hay que madrugar o salir a medianoche desde el aeropuerto con los cinco migrantes extranjeros. En declaraciones al mismo medio local, el taxista Luis Ernesto Estrada Morales da esta explicación: “Nosotros los llevamos por 300 dólares, pero el propietario del taxi nos mide el tiempo para regresar. Recordá que son unos 300 kilómetros de viaje desde Managua a Jalapa y después regresar esa misma distancia”.
El incidente más grave de este tipo que se recuerda ocurrió el 27 de julio de 2022, cuando unos 15 migrantes venezolanos perdieron la vida en un accidente de bus expreso que volcó en una peligrosa zona conocida como La Kukamonga, en Estelí.
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