Wednesday, November 27, 2024
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Los cubanos, cautivos día y noche de los apagones programados

Mira el móvil y dirige luego la vista hacia la olla de presión. Un sonido inunda la cocina. Luisa está ablandando frijoles en el reparto Marialina de Santiago de Cuba. Sabe que es cuestión de minutos que la electricidad se vaya y el electrodoméstico se apague, pero confía en que le alcance el tiempo para que el grano quede suave.

La Unión Eléctrica (UNE) distribuye una tabla con la programación de apagones en la provincia. “Todo el mundo lleva el cronograma en el móvil porque, a partir de ahí, la gente se organiza la vida”, comenta a 14ymedio Luisa. A su bloque, designado como B2 y donde vive junto a su esposo y dos hijos, le tocaban este lunes unas 14 horas de apagón divididas en dos sesiones.

“Lo más difícil es cuando se va la luz en la madrugada, porque entre el calor y los mosquitos no hay quien duerma”, lamenta esta santiaguera de 42 años. “Durante el día uno trata de hacer todo lo que lleva electricidad en los horarios que hay servicio, pero cuando ya nos acostamos, quién le dice al cuerpo que descanse con todas esas incomodidades”.

El estricto programa de apagones, que afecta hasta tres veces al día a los dos bloques en que está dividida la ciudad oriental, lleva semanas distribuyéndose, pero “a veces no se cumple”

El estricto programa de apagones, que afecta hasta tres veces al día a los dos bloques en que está dividida la ciudad oriental, lleva semanas distribuyéndose, pero “a veces no se cumple”, explica Luisa. Durante el mes de septiembre, “cuando las cosas no estaban tan malas, había días que anunciaban que iban a quitar la corriente a una hora pero no lo hacían, o la quitaban pero regresaba antes de lo que estaba planificado”.

Los vecinos del reparto Marialina lamentan, sin embargo, que en muchas ocasiones se interrumpe el servicio eléctrico en momentos en que debían, según el cronograma, tener suministro. “Es un relajo, y desde que comenzó octubre se están extremando con nosotros. Tú ves a la gente mirando el móvil para comprobar a qué hora llega el apagón y tratar de hacer todas las cosas de la casa antes de eso”.

Con sus columnas divididas por horarios y sus filas, de color amarillo y blanco, en que se ubican los dos bloques, la tabla que distribuye la UNE se ha convertido en una imagen familiar para los santiagueros. “Al principio me costaba mucho trabajo entenderla pero ahora hasta mi hijo más chiquito me dice: mira, mami, nos toca otra vez por la madrugada”.

Cada mes, cuando se publica el nuevo cronograma, los residentes en Santiago de Cuba se alertan. “La gente lo pone por todos lados, a mí una amiga me lo mandó por Messenger y yo se lo reenvié a todo el que conozco”, explica la mujer. Como si fuera poco llevar ya en la mente las cuadrículas de la libreta de racionamiento para comprar los productos de la canasta básica y el calendario de venta de “los módulos” de alimentos liberados, los cubanos deben aprenderse también los vericuetos de este nuevo mecanismo.

El déficit de combustible ha provocado el recorte del transporte público, un aumento de los apagones y disparado la incertidumbre popular

Junto a la casa de Luisa, una familia con un hijo emigrado se queja de que con el corte eléctrico también se pierde la señal de datos para conectarse a internet desde los móviles. “No debería ser así, porque supuestamente esas torres de Etecsa tienen que seguir funcionando, pero lo cierto es que cuando nos quitan la luz ya no hay manera de usar internet, el apagón es total: de electricidad y de conexión”, denuncia la mujer.

En la ciudad de Sancti Spíritus, Duanny acaba de pasar este martes su enésima madrugada sin electricidad. Acostado en su cama, sudando a mares y con gesto de malestar, se tomó un selfie que intentó enviar a sus amigos a través de WhatsApp. Solo horas después, cuando regresó el servicio eléctrico, la imagen de este espirituano de 33 años logró publicarse en un grupo que comparte con varios amigos.

“Este octubre llegó duro”, sentencia Duanny. El mes que antes los cubanos esperaban con gusto, porque empezaban a descender las altas temperaturas del verano, se ha convertido en una palabra maldita. El déficit de combustible ha provocado el recorte del transporte público, un aumento de los apagones y disparado la incertidumbre popular.

“Aquí cada vez que se deteriora la situación, luego, aunque llegue combustible, nunca se vuelve al punto anterior”, detalla Duanny. Graduado como enfermero, apela a sus conocimientos en el cuidado de ancianos para describir el contexto cubano actual. “Un viejito tiene una gripe o sufre una fractura y se cura, pero tras salir de eso ya no regresa a su situación anterior, sino que ha perdido capacidades y salud. Eso mismo le pasa a este país: cuando se pierde algo, no hay vuelta atrás”.

“Al final se cumplió a medias porque en uno de esos apagones la luz regresó antes de tiempo, pero también nos la quitaron por la madrugada que no nos tocaba”

La UNE de Sancti Spíritus también distribuye la temida tabla, que en esa provincia alterna el color rojo y el azul. “Yo la imprimo con letra grande en mi trabajo y la pongo en la puerta del refrigerador para que mis padres puedan guiarse, porque ellos no son de usar mucho el móvil”, añade. Este lunes, el bloque en el que vive Duanny tenía programado tres apagones de cuatro horas cada uno.

“Al final se cumplió a medias porque en uno de esos apagones la luz regresó antes de tiempo, pero también nos la quitaron por la madrugada que no nos tocaba”, comenta a este diario. El espirituano no esconde la ojeriza contra los “privilegiados habaneros”. En la capital cubana los cortes eléctricos ni siquiera se acercan al volumen y frecuencia de los que azotan a las provincias.

En las cuentas de Facebook de la UNE y en sus otros canales de Telegram se acumulan los mensajes cuestionando la severidad de los apagones en las provincias del interior, mientras a La Habana “se le perdona la vida”, opina Duanny. “Ellos todavía no saben que llegó octubre, los habaneros todavía están viviendo en septiembre”, sentencia con molestia.

En la puerta de su refrigerador, la tabla con el cronograma de cortes anuncia que este martes la barriada de Duanny estará ocho horas sin electricidad. Desde temprano y antes de que se vaya la corriente, la madre ha puesto la olla de presión para ablandar unos chícharos. Todos rezan porque el grano esté listo antes de que la casa se quede a oscuras.

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