Monday, November 25, 2024
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Los casos de hurto y sacrificio aumentan un 360% en dos años en Cuba

Cabía esperar que, entre los resultados analizados por el Parlamento, los del sector agropecuario fueran los más lamentables. Pero las expectativas fueron, una vez más, superadas, en particular cuando se supo el derrumbe de la masa ganadera por hurto y sacrificio, casi el doble que el pasado año y un 360% mayor que en 2021.

En 2022, las consecuencias de esta práctica ya dejaban cifras muy preocupantes. En toda la Isla se produjeron 82.445 casos de hurto y sacrificio que supusieron 22 millones de libras menos de carne. Frente a las 33.690 cabezas perdidas en 2021, la cifra era ya 2,5 veces mayor (un 145% más). Pero en una aceleración trepidante, en 2023 la pérdida ascendió a más de 155.000 animales, a los que se suman un número indeterminado de los que mueren y los que no llegan a nacer por “deterioro de la base alimentaria y la demora en la incorporación de la hembra a la reproducción”.

El informe presentado ayer por Ramón Aguilar Betancourt, presidente de la Comisión Agroalimentaria, no escatimó en la dureza de sus palabras y calificó el deterioro de “acelerado”, con una masa que “decrece por años y todos los indicadores presentan resultados alarmantes”. El funcionario destacó que los animales pasan mucho tiempo sin suficiente alimentación y agua y se repiten las frecuentes irregularidades: no declarar nacimientos o registrar cambios de sexo y categoría, entre otras.

El funcionario destacó que los animales pasan mucho tiempo sin suficiente alimentación y agua y se repiten las frecuentes irregularidades: no declarar nacimientos o registrar cambios de sexo y categoría, entre otras

Para rematar la situación, el resto de la proteína de origen animal también está en franco declive, la producción de cerdo es limitada y con “muy altos precios”, mientras escasean las aves –incluido el huevo–, que ni ponen ni crecen, y, cuando sobreviven, hay que matarlas, ya que “la carencia de alimentos provocó el sacrificio de masa avícola destinada a la producción alternativa”, indica el informe.

Con semejantes datos, no es de extrañar que el grupo ganadero estatal sea uno de los que peores resultados presenta, junto con el Agrícola, Agroforestal, Gelma y Acopio. Ellas lideran las pérdidas del sistema agroalimentario, que tiene resultados negativos por más de 2.385 millones de pesos.

En el agro, como se preveía, tampoco hubo espacio para la esperanza. El presidente de la comisión fue muy claro: “no se logran las transformaciones necesarias que tengan efecto en la alimentación de nuestro pueblo y en el desarrollo económico del país”. Eso sí, eximió al Ministerio de la Agricultura y al Gobierno de cualquier responsabilidad al señalar que los malos resultados llegan “a pesar de” sus recomendaciones y acciones. No obstante, no dudó en pedir a los más altos cargos que asuman una tarea que desborda al departamento.

“Una parte importante de los problemas que afectan al sector agropecuario cubano rebasan el alcance de las capacidades y facultades del Ministerio de la Agricultura, requiriendo una atención más integral por parte del Gobierno de la República”, indica el informe, que sugiere que se dedique más tiempo a una estrategia de desarrollo sostenible que a medidas tan concretas como la búsqueda de las materias primas.

“Una parte importante de los problemas que afectan al sector agropecuario cubano rebasan el alcance de las capacidades y facultades del Ministerio de la Agricultura”

El panorama es desalentador, con solo dos productos, de los 14 considerados esenciales, cumpliendo con las proyecciones. El maíz y las hortalizas son los que se salvan mientras que, paradójicamente, mejora el frijol con respecto al pasado año, a pesar de que las cifras y los precios dejan clara su escasez.

El documento presentado a los diputados deja claro que “se precisa buscar alternativas financieras que permitan acceder a los insumos básicos para las tecnologías de producción de granos, donde se han realizado inversiones que hoy están subutilizadas, con deterioro por falta de explotación”. Y es que, como reconoció Aguilar Betancourt, algunos de los peores problemas prácticos del campo cubano datan de los 90, dijo, en referencia a la obsolescencia de la maquinaria o la carencia de insumos, aunque no de la ausencia de políticas dirigidas a realizar un golpe de rumbo.

Se expuso, por ejemplo, que “en los últimos años las inversiones en el sector agropecuario no superan el 5%” y sorprende que esto no se señale como una de las causas de la gigantesca crisis del sector y una grave incongruencia con el mensaje de que la prioridad es la seguridad alimentaria, por comparación con las inversiones superiores al 30% en el sector hotelero.

Los comentarios que se hicieron respecto al café, calificado de “cultivo de gran relevancia para el país” por exportarse y, a la vez, sustituir importaciones para el consumo nacional –mezclado al 50% con chícharos, en ese caso–, dejan claro que la perspectiva nunca está en asumir errores. “A pesar de las inversiones realizadas para recuperar las áreas y mejorar los procesos tecnológicos en la industria, no se logra alcanzar los resultados proyectados. Durante los años 2012-2022 se sembraron más de 61.000 hectáreas, pero las indisciplinas tecnológicas, los efectos del cambio climático y las limitaciones de insumos han afectado los rendimientos agrícolas, que como media alcanzan 0,22 toneladas por hectárea”, señalan.

Las exportaciones, pese a todo, no fueron tan mal. Se cumplieron en un 75% en 2022 y en el primer semestre llegaron al 92%, lo que no resulta catastrófico para los porcentajes que las autoridades acostumbran a manejar. Así, otros datos nefastos son los que corresponden a la fuerza de trabajo. En 39 cooperativas no hay presidente y en 92 falta un económico. El informe constata que los costos asociados a la fuerza de trabajo son altos y, además decrecen, por no hablar de quienes no desarrollan sus actividades “en el marco de la legalidad”.

Así, otros datos nefastos son los que corresponden a la fuerza de trabajo. En 39 cooperativas no hay presidente y en 92 falta un económico

El documento habla también de un sobredimensionamiento de las estructuras estatales y empresariales, así como una muy creciente cantidad de cooperativas con problemas, pero no menciona, como reprocha el economista cubano Pedro Monreal, al sector privado, “el componente en el que descansa –explica– una parte significativa de la seguridad alimentaria de Cuba”.

A juicio del profesor, “la política agropecuaria debe poner a un lado la deriva cooperativista y tiene que enfocarse en el actor en que debería centrarse la transformación: el sector privado nacional”. Los datos demuestran que los privados aportan, con un porcentaje de utilización de tierras inferior al 40%, más del 70% de viandas, maíz y frijoles, un 40% de arroz (más que el Estado y las cooperativas también) y un 80% de las frutas. Mientras, el Estado, que posee casi un 80% de las tierras, apenas aporta un 22% de arroz, 16% de viandas y 8% de frutas.

“Toda esa narrativa de ‘liberar fuerzas productivas’ debería comenzar por apoyar oficialmente un agro privado moderno que reemplace el esquema de pequeña producción mercantil de ‘personas naturales’ por un modelo institucional diverso”, zanja el economista.

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