La bancarrota de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y la estampida migratoria de gran parte de sus miembros han sido el elefante en la habitación durante las reuniones con su presidente nacional, Luis Morlote, en cada provincia de la Isla. La prensa oficial ha disimulado el principal reclamo de los artistas: más dinero y libertad para comerciar con sus obras.
El contraste entre el discurso de Morlote y las peticiones de los miembros de la Uneac fue notable en Villa Clara. Mientras el directivo –originario de esa provincia– pedía más “movilización” y entusiasmo para el próximo congreso de la organización, en junio de 2024, los intelectuales demandaron “alternativas financieras” para oxigenar el deprimido sector editorial.
El escritor Ricardo Riverón propuso una alianza con las ‘mipymes’ dedicadas a la imprenta
En este sentido, el escritor Ricardo Riverón propuso una alianza con las micro, medianas y pequeñas empresas locales ( mipymes) dedicadas a la imprenta. El trabajo de estos talleres, a años luz de los estancados poligráficos estatales, podría sacar a las casas editoriales de su retraso de varios años. Además, Riverón planteó volver a un esquema económico “cerrado”, para que “todo lo ingresado por la cultura se destine a ese sector”, como ya ocurrió durante el Período Especial, recordó.
Otros miembros de la Uneac en la provincia denunciaron la situación de las comunidades “abandonadas” en municipios montañosos como Manicaragua, donde la Uneac no se atreve a trabajar.
Aunque la prensa oficial de Cienfuegos no publicó nada relacionado con el debate, la principal preocupación de los artistas en esa provincia fue “la comercialización a través de la Uneac de la obra de la plástica”. La situación de la venta de arte en Cuba dio pie a una discusión “álgida”, a partir de los comentarios del pintor Vladimir Rodríguez. No obstante, 5 de Septiembre silenció el incidente, que requirió “la intervención de miembros de la directiva”.
También es cierto que los artistas del resto del país fueron prudentes a la hora de exponer sus reclamos y no subieron el tono. En cada provincia, Morlote se hizo acompañar de los jefes del Departamento Ideológico del Partido Comunista y de dirigentes locales del Gobierno.
En Ciego de Ávila, con una situación cultural de “incumplimientos” constantes, ha sido imposible brindar ofertas culturales atractivas a la población, lamentaron los miembros de la Uneac. Entre los fracasos está la reparación de un cabaret y un club, y la organización de la tradicional verbena avileña.
Aunque los directivos nacionales intentaron, una vez más, abordar el futuro con “optimismo”, los artistas lamentaron el deterioro de cines y teatros
Aunque los directivos nacionales intentaron, una vez más, abordar el futuro con “optimismo”, los artistas lamentaron el deterioro de cines y teatros a pesar de los “millones de pesos invertidos”, que cayeron en saco roto tras la paralización de las obras por “falta de financiamiento”.
En cuanto al trabajo “turístico” asignado por el Gobierno a la Uneac en el municipio de Morón y en la Cayería Norte de la provincia, tampoco ha habido suerte. Lo único que se ha logrado, informaron, es que los pintores locales colaboren con la “ambientación” de los hoteles.
En Camagüey, Morlote insistió en el rol político de la Uneac y su vicepresidenta, la periodista Magda Resik, fue lapidaria con quienes manifestaron sus “insatisfacciones”: “El compromiso con la organización no puede pasar por lo que la organización nos da, sino por lo que somos capaces de ofrecerle”, contravino.
Ante los integrantes de la Uneac en Santiago de Cuba, Morlote remachó que la organización debe ser “consustancial al modelo social que defiende la Revolución”, puesto que atraviesa “circunstancias adversas y desafiantes”. Además, pidió trabajar en el “desmontaje de falsos símbolos y valores propagados por la guerra cultural que vive la nación”.
A la Uneac le quedan 8.000 afiliados en la Isla, pero su directiva evitó aludir a la salida del país de muchos de sus miembros en los últimos meses y a las constantes tensiones con el gremio, no solo por el tema financiero. La más reciente fricción entre el Gobierno y los artistas se produjo tras la proyección de una versión mutilada y no autorizada por su director del documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar. Para defender sus reclamos, centenares de profesionales firmaron una carta abierta y constituyeron la Asamblea de Cineastas de Cuba, una asociación que cuenta en sus filas tanto a realizadores oficialistas como independientes.
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