Poco tiempo duró, en el canal de YouTube del telecentro oficialista Islavisión, la explicación del director de la empresa Pescaisla, Ramón Contino, a la debacle de la pesca de langosta en la Isla de la Juventud. La caída de un 50% en la producción, aseguró el funcionario, se debe a que los mariscos también “emigran”, huyendo del clima desfavorable.
“Es el cambio climático, las altas temperaturas de nuestras aguas”, dio por sentado Contino, en la grabación borrada por Islavisión. “Las plataformas de la Isla superan los 35 grados de temperatura, y la langosta emigra hacia aguas más profundas”, añadió.
Compungido por el fracaso de la empresa, Contino aseguró que no todo depende del factor natural, sino también de la “rotura de las embarcaciones”, que hace años reclaman mantenimiento. Sin embargo, la “sensible disminución de la captura”, insistió el directivo, tiene más que ver con causas ajenas a su gestión o al esfuerzo de los trabajadores, aunque, reconoció, el presupuesto destinado a su empresa “ha mermado”.
La empresa procesadora de marisco en la Isla de la Juventud, que empaqueta langostas para exportar y abastecer los hoteles, ha sido la primera en quejarse. Pescaisla ha entregado este año la mitad de producto que en otros –una cantidad que no reveló la prensa oficial–, lo cual tendrá un impacto notable en la economía, lamentó Contino.
Su estrategia: “Apostar por una mejoría en las condiciones climáticas”, remató, encogiéndose de hombros
El mercado internacional y los hoteles cubanos se quedarán sin los tres productos que ofrece la Isla de la Juventud: langosta entera precocinada y cruda, colas congeladas, y masas de cola y cabeza, dedicadas fundamentalmente a compradores asiáticos.
Su estrategia: “Apostar por una mejoría en las condiciones climáticas”, remató, encogiéndose de hombros mientras el reportaje mostraba imágenes de tiempos mejores: cientos de cajas de langosta, las mismas que este 2023 no llegarán a la procesadora.
Con los resultados que exponen sus directivos, la Isla de la Juventud ha llegado a ser la fea del baile en la producción langostera cubana, una de las pocas que va a toda máquina en el país. Varios reportajes en la prensa oficial, publicados durante las últimas semanas, han celebrado el éxito de la pesca del marisco en costas no lejanas de la isla.
En las antípodas de la situación que expuso Contino está el sobrecumplimiento de la Empresa Pesquera de Santa Cruz del Sur, en Camagüey, que se enorgulleció el pasado 6 de noviembre de haber capturado las 250 toneladas de langosta de su plan anual y estar en busca de más marisco.
Con más de 10.000 pesos de salario mensual, además de pagos adicionales, los pescadores camagüeyanos aseguran que también han tenido dificultades. El obstáculo, sin embargo, no tuvo que ver con la “emigración” de las langostas sino con la falta de combustible, que afectó las rutinas pesqueras.
A pesar de todo, aclararon, la industria langostera –y la pesquera, en general– puede considerarse como exitosa. La explicación es el destinatario de la mercancía, que rara vez llega a las mesas de los cubanos: el binomio formado por el turismo y la exportación, que hace que las ganancias se traduzcan en dólares, y no en el escuálido peso cubano, incapaz de mover los engranajes de ninguna industria en la Isla.
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