Recién finalizada la 62 edición de la Serie Nacional de Béisbol, con la victoria de los Leñadores de Las Tunas, el diario Escambray publica un análisis de la temporada en el que, dentro de sus límites, no duda a la hora de señalar con claridad los graves problemas que afectan al (oficialmente) deporte nacional y que ocurren a la vista de todos los cubanos sin que se tomen medidas para atajarlos.
“Como se ha hecho tendencia en las campañas anteriores, la mayoría de los equipos se resintió de las bajas de importantes figuras y no solo por la emigración, sino porque no pocos decidieron otros rumbos laborales porque la pelota, definitivamente, no garantiza su sustento familiar”, dice contundente Elsa Ramos, autora del artículo y premiada periodista especializada en deportes.
No es una mera coincidencia, de los 20 peloteros que participaron por Cuba en el Mundial Sub-15, en 2022, ya son 15 los que han emigrado”
El texto se publica apenas un día después de que trascendiera la marcha de Jaider Miguel Suárez, de apenas 14 años, a República Dominicana. No es una mera coincidencia, de los 20 peloteros que participaron por Cuba en el Mundial Sub-15, en 2022, ya son 15 los que han emigrado, una situación extrema puesto que ya no solo se trata de los jugadores que se encuentran en su mejor momento y buscan una oportunidad en el exterior, sino de promesas que nunca competirán en el país.
El artículo de Escambray habla, precisamente, de los peloteros de la sub-23 y los juveniles, que hay que llamar para cubrir las bajas y que no tienen “la suficiente y lógica madurez”, agravando la situación en sus respectivas categorías, que ni siquiera pueden celebrarse, como la primera, o lo hacen de mala manera, caso de la segunda, “que no pudo terminar su calendario por cuestiones logísticas”.
La autora repasa algunos otros despropósitos que tuvieron lugar en esta temporada, como el fiasco de las pelotas de la empresa italiana Teammate, que apenas se menciona de pasada y para recordar su influencia en el mal desempeño de los equipos, pero es uno de los más bochornosos del año.
La compañía, vinculada a Riccardo Fraccari, presidente de la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (WBSC) y cercano a uno de los hijos de Fidel Castro, Antonio, vendió pelotas –a 12 dólares la unidad– de mala calidad al régimen que, siete meses más tarde y ante el alud de quejas e informaciones en la prensa independiente, decidió abrirla y comprobó que ni tenían el mismo núcleo ni, en algunos casos, lo tenían siquiera.
“Lo lamentable es que solo al final de la serie y después de quejas de todo tipo, la Comisión Nacional se abrió a la información. Otra cojera, la de la comunicación, que no acaba de entrar como debe al ruedo de la pelota cubana”, reprocha la periodista.
La prohibición al equipo finalmente vencedor de un tipo de bate que usó con autorización durante parte de la temporada y la “eliminación de la cláusula que prohibía la repatriación para jugar la postemporada, aprobada al calor de la ‘presión’ para que Yasmani Tomás vistiera nuevamente el traje azul”, son también graves errores que se unen a las malas estadísticas de la Serie Nacional.
En resumen, se alcanzaron los 288 de promedio ofensivo (solo 626 jonrones), menos de cinco limpias por juego y una defensa de 969, “cifra que pocas ligas de respeto exhiben”, zanja.
En su conjunto, todas estas “hazañas” afectan a los pocos peloteros que quedan, cerrando un círculo vicioso. “Volvió a poner sobre el tapete –agrega Ramos– el tema de hasta dónde tales prácticas terminan por estimular la emigración de los atletas en detrimento de quienes siguen apostando por quedarse”.
Por si fuera poco, tampoco el público acompañó y no solo, razona la periodista, por el “intenso sol con que se jugó por el déficit energético del país”
Por si fuera poco, tampoco el público acompañó y no solo, razona la periodista, por el “intenso sol con que se jugó por el déficit energético del país”. Los motivos van más allá, y es que los peloteros “no lograron enamorar lo suficiente como para garantizar mejor presencia de público, ávido también de disfrutar de otras propuestas del espectáculo”.
En los párrafos anteriores al repaso que da a la terrible temporada, Ramos habla del buen hacer de los campeones y lo merecido de su victoria, así como los factores que llevaron a los Leñadores a seguir un estilo de juego más apegado a la tradición cubana que a “las fórmulas de otros”. Pero las sombras ocupan más espacio que las luces.
Para finalizar, la nota acaba advirtiendo de lo que viene, por un lado los Juegos Panamericanos y otros torneos internacionales en los que compiten numerosos peloteros de la provincia. Por otro, la Segunda Liga Élite, que “busca atraer los corazones de la proximidad geográfica, aunque no solo eso le bastará para superar la primera edición que dejó no pocas insatisfacciones”.
La competición dejó el pasado año, el de su estreno, numerosos sinsabores, entre ellos otra jugarreta de Teammate, que no envió en su debido tiempo la equipación, motivo por el cual hubo que posponer el juego. Por las críticas a ese torneo fueron castigados varios periodistas deportivos del oficialismo a los que se excluyó de la entrada a la rueda de prensa en la que se dieron explicaciones por el atraso de los uniformes.
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