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Es 12 de febrero. Han transcurrido 70 años de que fuera entonada, por primera vez, aquel canto rebelde que rinde tributo a quienes ofrendaron sus vidas en julio de 1953, durante y después de los asaltos a los cuarteles Guillermo Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
El hecho ocurrió durante la visita de Fulgencio Batista Zaldívar a fin de inaugurar la Planta Eléctrica del reclusorio nacional para hombres.
Refiere la historia que a pocos metros de la sala del hospital, se sintió el sonido de una música militar. Juan Almeida Bosque (1927-2009) subió de inmediato al muro próximo a la ventana de la celda colectiva y al ver al centro de la comitiva al dictador avisó a sus compañeros, quienes se agruparon para entonar a viva voz la Marcha de la Libertad.
La represalia de los esbirros de la tiranía fue la respuesta inmediata a aquel acto desafiante.
Al día siguiente, Ramiro Valdés, Oscar Alcalde, Ernesto Tizzol e Israel Tápanes recibieron durante dos semanas seguidas vejámenes en calabozos de castigo, en tanto, Fidel fue trasladado en solitario a una celda individual, donde permaneció hasta su excarcelación el 15 de mayo de 1955.
El 15 de febrero, Agustín Díaz Cartaya —compositor del texto musicalizado, que trascendió como Marcha del 26 de Julio— fue trasladado a la celda de castigo en una sección para dementes, donde también fue torturado.
Este himno fue un encargo del líder histórico de la Revolución el 19 de julio de 1953 en la finca Santa Elena durante la última práctica de tiro antes de los asaltos a dos fortalezas militares de la tiranía en el oriente del país.
Si bien la marcha del 26 de Julio, vibró hace 70 años más allá de los muros de Presidio Modelo, su huella sonora dejada en la historia sigue resonando en cada victoria de la Revolución.
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