Durante una reunión en la que participó Caridad Diego, jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista, el oficialista Consejo de Iglesias de Cuba reconvirtió su antigua Comisión Bíblica en la Sociedad Bíblica Cubana. Se trata de la primera vez que la organización, integrada por cristianos protestantes afines al régimen, amplía una de sus secciones para incorporar a la Iglesia católica y a la ortodoxa griega.
El cambio de nombre, justificaron las autoridades religiosas, responde a la necesidad de que la sección “refleje de forma más orgánica su actual funcionamiento y su estructura”. Como agradecimiento al Gobierno por “facilitar” la importación de libros religiosos al país, los miembros de la nueva Sociedad enviaron biblias a Raúl Castro, Miguel Díaz-Canel y Esteban Lazo.
Aunque Televisión Cubana no ofreció los nombres de los participantes ajenos al Consejo de Iglesias, las imágenes mostraron la presencia en la reunión de los sacerdotes católicos Orlando Fernández y Ariel Suárez –secretario de la Conferencia Episcopal– y el cura ortodoxo Nicolás, párroco de la catedral ortodoxa griega de La Habana, además de otros miembros del Consejo, como su presidente, el pastor Joel Dopico, y el reverendo Raúl Suárez, amigo personal de Fidel y Raúl Castro.
Caridad Diego, que ocupó un lugar en la presidencia del evento, aseguró durante su discurso que el Partido Comunista había garantizado la entrada de “pequeñas cantidades” de biblias a Cuba “desde los primeros años de la Revolución”, incluso en “momentos complejos en las relaciones” entre las Iglesias y el Estado.
“Por petición de la dirección del Consejo de Iglesias de Cuba ante la dirección de nuestro Gobierno [las biblias] se descargaron del pago del impuesto aduanal”, expuso. El Gobierno espera que la Sociedad Bíblica contribuya al “mejoramiento de las relaciones” entre las Iglesias, pero también con las instancias oficiales.
Televisión Cubana calificó el intercambio como “una expresión más de la libertad religiosa que se vive en la Isla”
Televisión Cubana calificó el intercambio como “una expresión más de la libertad religiosa que se vive en la Isla”.
Aunque la Iglesia católica ha participado de manera ocasional en varias actividades de la antigua Comisión Bíblica, su presencia –de manera institucional y a través del secretario Suárez– podría ser una señal de mayor cercanía entre la jerarquía católica y el Gobierno, cuyos vínculos han estado marcados por tensiones desde las protestas del 11 de julio de 2021.
Las negociaciones de la Conferencia Episcopal y el Vaticano con el régimen de La Habana para lograr una amnistía para los presos políticos de la Isla han quedado en nada. En febrero, el cardenal Beniamino Stella, que llegó a la Isla como enviado especial del papa Franciso, se marchó con las manos vacías tras haber pedido “clemencia” para los encarcelados.
La visita de Díaz-Canel al Vaticano el pasado junio tampoco supuso un paso de avance: “El intercambio permitió constatar el positivo estado de las relaciones bilaterales”, declaró entonces la Cancillería cubana, mientras que los comentarios de ambos jefes de Estado sobre el encuentro se redujeron a banalidades sobre el “muy grato” intercambio.
El signo más reciente de que la Iglesia católica cubana mantiene una cordialidad silenciosa con el régimen fue su participación, el pasado febrero y junto al Consejo de Iglesias, en los actos oficiales por el 170 aniversario de la muerte del sacerdote y patriota Félix Varela. La ceremonia, en la que participaron Rogelio Polanco, jefe del Departamento Ideológico del Partido Comunista, y el ministro cubano de Cultura, Alpidio Alonso, se celebró en la Universidad de La Habana.
Tampoco hubo una declaración oficial de los obispos de la Isla ante el aluvión de críticas de cientos de cubanos emigrados, que cuestionaron la reciente visita de Díaz-Canel a la iglesia de la Transfiguración, en Nueva York, organizada por el cardenal estadounidense Timothy Dolan.
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