Tuesday, September 24, 2024
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La Habana del día después

LA HABANA, Cuba. – Ruinas y nuevos edificios en La Habana dejan ver los fuertes contrastes de un régimen que agoniza. Unas, cobijando a esos hombres y mujeres de a pie que buscan su momento de huir; los otros, a quienes aguardan a las sombras del poder por la llegada de lo que no acaba de llegar del modo “natural” que ellos quisieran, es decir, tan suave como una “transición”, sin que nadie cuestione o les niegue lo que consideran un derecho o al menos una “compensación” por la molestia de callarse (no largarse) de una vez y para siempre.   

Una Habana resistiéndose a la muerte entre derrumbes y destrucciones hasta que la otra termine de nacer, hasta que llegue el momento definitivo en que, carentes de fieles, ya sin credibilidad ni argumentos para retener el poder, quienes concibieron su reemplazo pongan al descubierto ese “plan B” del cual son clara señal los hoteles y edificios nuevos, casi deshabitados, en El Vedado y Miramar, en La Habana Vieja, cuyas obras constructivas no se detienen ni un segundo hoy en medio de la crisis ni se detuvieron ayer en los momentos más críticos de la pandemia de COVID-19. 

Hotel en construcción en 1ra. y B, Vedado, La Habana
Hotel en construcción en 1ra. y B, Vedado (Foto del autor)

No hay combustible para el transporte más elemental; no hay ambulancias en los hospitales; las termoeléctricas cuando logran funcionar lo hacen a fuerza de parches y remiendos; los apagones y el hambre desatan protestas; el régimen sale de gira por el mundo a suplicar por donaciones y aplazamiento de deudas, mientras el pueblo en masa emigra detrás de la comida y de las remesas. Pero las inversiones inmobiliarias y la construcción de hoteles son inmunes al “bloqueo”, a la inflación, a la falta de liquidez, a la sustitución de importaciones e incluso a la “corrección de distorsiones”.

Como en una realidad paralela al desastre, los nuevos rascacielos y edificios de lujo de lo que sería “La Habana del día después” crecen al ritmo promedio de un piso por semana como la mayor ausencia, el mayor silencio y la más grande contradicción en el discurso de los comunistas cubanos; como la prueba irrebatible de que, lejos de disponerse a arreglar lo que han desconchinflado se preparan para un “cambio de planes” que, ahora sabemos, en realidad ha sido desde hace mucho tiempo su plan principal, su único plan, sin dudas fraguado desde los primeros segundos del nacimiento de GAESA, por aquellos días en que se hizo realidad lo que decían que era imposible en los sacrosantos manuales de “Preparación Política”.

Recién construido y vacío, en Miramar (Foto del autor)

El derrumbe de la Unión Soviética y de todo el “campo socialista” fue tan inesperado y traumático para los militares cubanos así como también “inspirador”. Y si en los años 90 las inversiones extranjeras y la apuesta por el turismo sirvieron para apuntalar al tambaleante castrismo, luego de “estabilizada” la vieja estructura y conscientes de lo provisional de las primeras soluciones, les fue indispensable fabricar un paracaídas para la debacle, para el inevitable salto al vacío (aunque en estos días no tan vacío como tres décadas atrás). 

Eso es GAESA y sus inversiones aparentemente sin sentido: la garantía de salvación para sobrevivir al “día después”. Eso es la otra Habana que se levanta a toda prisa mientras la otra se cae a pedazos sobre nuestras cabezas. 

Complejo inmobiliario y comercial en Miramar (Foto del autor)

La fiebre de construir hoteles donde hoy nadie se aloja, la extensa “colección” de edificios fantasmales, la división del mapa de la Isla en parcelas numeradas dentro de una Cartera de Inversiones poco atractiva, redactada más para repeler que para seducir, dicen claramente que ya no están a la espera de turistas como sí de algo más, algo que les asegure seguir con vida más allá del entierro definitivo de ese cadáver que aún llaman “Revolución”. 

Por supuesto que les preocupa que ya muy pocos extranjeros vengan, a pesar de que han llegado a vender algunos establecimientos de lujo al precio de posadas de carretera; igual les quitan el sueño los números negativos que han marcado las estadísticas de los últimos cinco años, pero saben que eso no es definitivo y posiblemente se alivien pensando que el final de ellos, de la dictadura, pudiera no ser como hubiera sido hace 30 años atrás, cuando habrían tenido que abandonar el poder con las manos casi vacías. 

Mientras una Habana se alza, la otra muere
Mientras una Habana se alza, la otra muere (Foto del autor)

Ahora algunos se empeñan en tener algo valioso con qué negociar ese final inminente y hasta confían en que, por tal de que prometan mantenerse al margen (de la política aunque no de los negocios), alguien los dejará tranquilos, es decir, los dejará hacer tanto como a aquellos camaradas soviéticos que fácil mutaron en magnates rusos y que hoy hasta ejercen de padrinos, mediadores y consejeros entre el Kremlin y la Plaza de la Revolución. 

Así, tan cercana y tan semejante a Moscú, tan fría más por las desolaciones de aquí que por la nieve de allá, va naciendo La Habana del día después, así como va muriendo la otra Habana donde intentan sobrevivir quienes confiaron en que alguna vez existió un “plan A”. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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