Tuesday, October 8, 2024
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La guerra contra la basura es ella misma: una basura

LA HABANA, Cuba. – Ahora idearon que cada ministerio atienda un municipio para la recogida de basura y, espantado por la nueva “buena idea”, me pregunto cuáles son los que se encargarán de los basurales de barrios periféricos (muchos de ellos con altos índices de marginalidad e insalubridad, de pobreza extrema) como los de Arroyo Naranjo, Cotorro, San Miguel del Padrón, La Lisa (entre los más afectados) y a cuáles les tocará el saneamiento de las zonas más “cuquis” de ese “universo paralelo” de Playa y Plaza, sobre todo de las cuadras cercanas a 5ta. Avenida y las más próximas a las residencias de quienes generaron la “iniciativa”, que es, al parecer, donde único han funcionado siempre los Servicios Comunales, y todos sabemos por qué.

Imagino que los que reparten y reparten guarden para ellos lo que corresponde, así voy previendo que sean los “pobrecitos” ministerios de Salud Pública y de Energía y Minas, los de Comercio Interior y Economía, el de Trabajo y Seguridad Social, los de Educación, a los que les toque atender barriadas como las del Reparto Eléctrico, La Güinera, Mantilla, Vieja Linda, Párraga; mientras que los poderosos ministerios de las Fuerzas Armadas, Interior, Inversión Extranjera y Turismo se harán responsables de lo mejorcito de Kohly, Siboney y Cubanacán; a fin de cuentas es como recoger el jardín y el patio de la propia casa.

Porque el de Informática y Comunicaciones, los ministerios de Relaciones Exteriores y Cultura, aun con el escaso presupuesto que los mantiene funcionando, ya se encargan a su modo de otras “tareas de limpieza” relacionadas más con la imagen “virtual”, la que se intenta vender al exterior, que con el horrendo aspecto real de un país que se hunde entre basurales y aguas albañales, entre la miseria y los tantos abandonos que las personas, con los años, han asumido como irresolubles, incluso como parte de su “identidad”.

Dicen haberle declarado la guerra a la basura (porque antes de eso, al parecer, tenían algún tipo de acuerdo de “tolerancia” o “colaboración”, de amistad con la podredumbre), pero la estrategia de ataque revelada, conociendo la mala calidad de sus efectivos, no convence a nadie, en tanto han sido precisamente algunos de esos ministerios los culpables directos de haber permitido que la basura acumulada escalara hasta convertirse en un grave problema de sanidad. 

Instituciones como las de Salud Pública, que teniendo entre sus deberes desplegar estrategias que protejan beneficien al ciudadano, exigir y presionar para que el Gobierno priorice la atención sanitaria a sus nacionales, se han distraído con la otra “prioridad” de exportar brigadas médicas al mundo, desatendiendo las verdaderas urgencias de un sistema de salud depauperado donde la falta de insumos se une al éxodo de profesionales y de mano de obra en general por causa de malos salarios, pésimas condiciones laborales y, sobre todo, la imposibilidad de un buen ejercicio médico.

Ministerios como los de Comercio Interior, que no logra poner los “mandados” en tiempo en las bodegas, que no declara la guerra a la corrupción en sus almacenes y tiendas, que no dispone de un sistema para procesar la basura generada en sus establecimientos y que vierte montañas de cajas, cartones y alimentos podridos en las esquinas, que está más preocupado por captar MLC que por dignificar el peso cubano, no creo que tenga las cualidades de un buen soldado para esta guerrita basurera; como tampoco las Fuerzas Armadas, obsesionadas con inaugurar por estos días la Torre K e indiferente a la “KK” acumulada en las cercanías de la propia calle 23.

Y no seguiremos hablando de los otros “soldados” convocados a la batalla, no tanto por una cuestión de espacio en mi texto sino porque bastará con tener como pruebas de incapacidad —y hasta de indolencia— los irritantes apagones, el mal estado del transporte público y las carreteras, el desastre de la bancarización, la burla de las pensiones y salarios, el aumento de la criminalidad en las calles. 

De modo que la responsabilidad sobre lo que ocurre con la basura ya va convirtiéndose en culpabilidad puesto que quienes hoy están como ministros y viceministros en ejercicio de los cargos son muy conscientes de cuánto han colaborado con ese enemigo de último minuto, comprometiendo no solo las vidas de nosotros “los de abajo” sino las de todos, incluidos generales, dirigentes, invitados extranjeros de alto nivel y hasta de los turistas que aún gustan de practicar ese deporte de alto riesgo que es visitar Cuba.

Para algunos, sin embargo, la verdadera y definitiva solución estaría en eliminar o modificar las leyes y decretos que prohíben a la iniciativa privada crear empresas dedicadas al saneamiento, a la recogida de basura, y que los pagos por esos servicios sean asumidos por los gobiernos locales, a partir de los ingresos que obtengan por la recaudación de impuestos y demás, o de la contribución con dinero o recursos de empresas estatales y particulares interesadas en mejorar la imagen del entorno donde están ubicadas.

Hasta cierto punto pudiera ser una estrategia viable, al menos mucho más inteligente que la de convertir los ministerios en brigadas de barrenderos, aunque es bueno recordar que mucho antes de declararle la guerra a la basura, ya se la habían declarado a las mipymes y los trabajadores por cuenta propia, y que esta otra guerra solo terminará con la estatalización forzosa de todo cuanto huele a “privado” e “independiente”, dos palabras que, unidas a la frase “acumulación de capital”, causan alergias severas en los comunistas cubanos.

Lo que pienso de la guerra más reciente, en cambio, es que durará poco, perderá efecto a las pocas semanas cuando los ministerios comiencen a retroceder, en franca retirada de rendición, por la falta de combustible, porque el cambio de labores al interior de sus empresas aceleren el éxodo laboral y las jubilaciones, porque es imposible producir, exportar, hacer la cola del pollo, esperar la guagua durante horas en una parada, atender el huerto de autoconsumo, hacer la guardia obrera, asistir al mitin de repudio y barrer las calles de Marianao al mismo tiempo. Así que la guerra contra la basura es ella misma una basura. Será breve y no terminará en victoria.

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