Hamás se jacta de haber conseguido una “victoria decisiva” en la narrativa del “bombardeo” y “masacre” del hospital Al Ahli, el más antiguo de la Franja de Gaza. La jornada posterior a los hechos, en que esta tragedia ha sido el centro de la atención mediática mundial, marca un indudable punto de inflexión, que muy probablemente hará variar los planes tácticos de unos y otros.
El hecho se produjo a las 19:00 hora local del martes 17 de octubre. Una violenta explosión sacudió el edificio, que albergaba en ese momento a unos 2.000 ciudadanos gazatíes, toda vez que, además del medio millar de pacientes, otros 1.500 ciudadanos habían buscado refugio en el hospital huyendo de los bombardeos que Israel ha realizado ya sobre un millar largo de objetivos. Ya es un tópico que Hamás suele emplazar sus rampas de lanzamiento de cohetes en edificios civiles, incluidos escuelas y centros médicos, que le sirven de escudo frente a los ataques israelíes.
En el caso concreto del hospital baptista Al Ahli, apenas se produjo la explosión, el Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado como las demás instituciones de la Franja por Hamás, denunció de inmediato la “masacre” de 500 personas por “un misil israelí”, información de la que se hicieron eco al instante la cadena catarí Al Jazeera, seguida por todos los medios, que a continuación pasaron a analizar las consecuencias del suceso.
Apenas se produjo la explosión, el Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado como las demás instituciones de la Franja por Hamás, denunció de inmediato la “masacre”
La rápida difusión de la noticia, ilustrada con imágenes en las que tan solo se apreciaba el estallido y las consiguientes llamaradas, salpicadas con otras imágenes que mostraban la destrucción de bombardeos anteriores, y sobre todo con mensajes y declaraciones que insistían en la “masacre provocada por Israel”, provocó la reacción en cadena de decenas de manifestaciones de repulsa en multitud de capitales árabes, además de los primeros incidentes en varios países de Europa, que llevó a Alemania, Francia, Bélgica, Italia o España a elevar y reforzar sus niveles de seguridad preventiva.
Dos horas tardaron los servicios de información e inteligencia de Israel en ofrecer su primera versión de los hechos: un video en el que se mostraba cómo un disparo fallido desde la propia Gaza, y atribuido a la Yihad Islámica, habría sido el causante del desastre. Poco después se sucederían en cascada nuevas evidencias, la más elocuente una conversación interceptada entre dos mandos de Hamás, en la que reconocen que el proyectil no era israelí y que “había sido un error”.
Para entonces, los máximos dirigentes de Egipto, Jordania y la Autoridad Palestina, que debían reunirse al día siguiente en Ammán con el presidente norteamericano Joe Biden, ya habían cancelado el encuentro, mientras la presión y las protestas en las calles árabes, europeas y americanas se habían generalizado.
Israel ampliaría su análisis explicando que el cohete lanzado por Yihad Islámica habría sido interceptado por el sistema de defensa conocido como Cúpula de Hierro, y que los restos del misil, con su correspondiente carga explosiva intacta cayeron sobre el hospital provocando la gigantesca explosión con su impacto. Su interpretación argüía que, caso de haber sido un misil lanzado ex profeso contra el hospital, se habría producido un cráter y la destrucción de las edificaciones colindantes por la brutal onda expansiva consiguiente. Por el contrario, no parecen haberse encontrado rastros del cráter, y la mayor parte de lo destruido se compone de una treintena de coches estacionados en el aparcamiento del hospital.
Tampoco parecen existir evidencias del abultado número de víctimas comunicado por Hamás, que al día siguiente habló de “al menos 471 muertos”
Tampoco parecen existir evidencias del abultado número de víctimas comunicado por Hamás, que al día siguiente habló de “al menos 471 muertos”, pero ampliando a toda la Franja las víctimas registradas en toda la jornada.
En las diferentes multiconferencias en las que he tomado parte, con distintos portavoces de todos los bandos, aparte de reafirmarse en sus respectivos relatos, no ha habido cambio alguno respecto a lo sustancial de los hechos acaecidos. Sin embargo, el aluvión de mensajes y declaraciones en X, el antiguo Twitter, ha creado un ingente caos de desinformación. Habrá que poner una buena parte de culpa en el haber del propietario de la red, Elon Musk, que decidió abrir a otras fuentes la llave de verificación, antes reservada exclusivamente a periodistas y a personalidades relevantes plenamente identificadas, de manera que las opiniones más extremistas se multiplican exponencialmente hasta el infinito.
Todo ello ha difuminado notablemente el origen de la actual guerra: el ataque y asalto a varias localidades y kibutzim israelíes fronterizos con Gaza, con el asesinato de centenares de ciudadanos israelíes y el secuestro de al menos 199 personas, muchas de ellas extranjeras, que aún no han sido devueltas a sus familias. La explosión, pues, en el hospital Al Ahli, ha acentuado el relato de la victimización del pueblo palestino, abducido en tal narración por Hamás prácticamente sin matices y con escasas excepciones, como este periódico, que distingan entre la organización terrorista Hamás y el pueblo palestino que la padece, mientras se expande el señalamiento y culpabilización de Israel como el causante de la tragedia.
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Nota de la Redacción: Este artículo se publicó originalmente en el medio Atalayar y se publica con autorización del autor.
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