Friday, September 20, 2024
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La desafortunada historia del San Pascual, el buque encallado en las costas de Villa Clara

VILLA CLARA, Cuba. — A solo una milla de Cayo Francés, al norte de Villa Clara, está detenido sobre las aguas hace noventa años un curioso barco de hormigón armado construido hacia 1920 en los astilleros de San Francisco, California (Estados Unidos).

A pesar de su efímera trayectoria por los mares, el buque San Pascual (conocido también por El Pontón) constituye el único de los cuatro navíos erigidos por el astillero Pacific Marine Construction que aún se conserva en el mundo y uno de los pocos a base de concreto que se construyeron en su época.

A solo un año de echado al mar, la estructura del barco quedó averiada debido a un temporal, por lo que apenas logró cumplir la función para la que había sido concebido: transportar inicialmente combustible y aceite.

Tras un tiempo varado en un dique seco, los propietarios decidieron venderlo a la Punta Alegre Sugar Company, y luego fue transformado en depósito flotante en Santiago de Cuba. Aunque apenas se habría probado su funcionalidad, el San Pascual constituía una reliquia de la ingeniería naval, con una eslora de más de 130 metros, un cuarto de máquinas en la popa y un peso muerto de 6.770 toneladas.

Debido a que el San Pascual contaba con una posibilidad de carga general de unas 13.000 toneladas, fue usado para el transporte de mieles hasta que en una de sus primeras operaciones quedó varado en Los Cayos de Villa Clara hacia el año 1933. Por un buen tiempo fue usado como depósito de estas mercancías provenientes de más de una decena de centrales azucareros para su embarque y desembarque hasta los puertos de Estados Unidos.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue establecida allí una estación naval y antiaérea del ejército estadounidense para la protección de la costa norte de Las Villas, artillada con unos cuantos hidroaviones, ametralladoras antiaéreas y cañones de tiro rápido.

Buque San Pascual
Buque San Pascual (Foto: Naturaleza Secreta)

Se dice que, por mucho tiempo, el San Pascual mantuvo intacto su engranaje original, la campana, sus calderas de vapor, los mecanismos del timón y los que hacen elevar el ancla. En sus alrededores colindan otros cayos como Santa María, Ensenachos y Las Brujas, todos ellos enlazados por el pedraplén concluido hacia el año 1998, justo cuando el buque se empezó a vender como destino turístico.

Sin embargo, no son pocos los que han detallado el marcado estado de deterioro en el que se encuentra el hotel flotante. El periodista Luis Sexto lo describió en su artículo Barco varado sí gana flete como un “antiguo casco desconchado, emparentado con la ruina”.

Otro texto firmado por el especialista ambiental Joán Hernández Albernas aporta que después de tanto tiempo el barco ha ganado en asentamiento. Desde la superficie al fondo en el timón se contabilizan aproximadamente unos siete metros de profundidad y “una capa de sedimentos que lo tienen atrapado, por lo menos en la parte posterior”.

En este mismo artículo disponible en redes, Hernández afirma que las mieles vertidas al mar constituyen un problema medioambiental en esta área protegida y que el proceso para extraerlas resulta sumo complicado ya que el barco pudiera fracturarse y contaminar aún más los arrecifes. Además, que existe una buena cantidad de peces leones de un tamaño considerable en los alrededores y una comunidad de pequeños organismos que se alimentan de toda la melaza derramada.

Aunque existen en el San Pascual unas diez habitaciones, un restaurante y un bar, varios trabajadores del lugar han asegurado que el fuerte olor de las mieles fermentadas en las bodegas desalienta a los turistas que en algún momento pretendieron hospedarse en el buque.

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