Saturday, February 8, 2025
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La de Marco Rubio: una cuña muy dura para el castrocomunismo

LA HABANA.- Un conocido refrán, reservorio de la profunda sabiduría popular que le dio origen, nos enseña: “No hay peor cuña que la del mismo palo”. Supongo que, en estos tiempos, ese aforismo haya sido recordado, y de forma reiterada, por el hatajo de ineptos que, bajo la jefatura formal de Miguel Díaz-Canel, continúan rigiendo los destinos de Cuba después de haberla mantenido, y hundido aún más, en el estercolero generado por el castrocomunismo.

Es que, como se sabe, hace poco más de dos semanas, retornó a la Casa Blanca de Washington, como inquilino principal por una segunda temporada de cuatro años, el señor Donald Trump. Ya sabíamos (y tampoco lo ignoraban los mayimbes del habanero “Palacio de la Revolución”) que el régimen castrista no la pasaría fácil bajo la nueva Administración.

Con toda seguridad, la fulminante reinclusión de Cuba en la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo (de la cual salió solo —y, para eso, por menos de una semana— gracias a la postura complaciente del anterior ocupante del palacio presidencial norteamericano) sirvió para eliminar cualquier duda al respecto. Pero creo que hubo otra decisión del señor Trump que ha ocasionado aún mayor preocupación en la alta jerarquía castrocomunista. Me refiero al nombramiento de Marco Rubio como nuevo secretario de Estado.

Ante todo, creo que conviene dejar sentada una cosa: el nuevo responsable de la política exterior de Estados Unidos nació y creció en el gran país del norte; sería irracional e irreal —creo— pensar que, en el desempeño de esas elevadísimas funciones, el señor Rubio se guíe por otra cosa que no sean los legítimos intereses de la Superpotencia que representa.

Pero también es verdad que Rubio es hijo de emigrantes cubanos, que su lengua materna es la misma nuestra, y que, durante sus años de formación, conoció del gran desastre entronizado en el país de origen de sus padres por el actual régimen dictatorial de Cuba. Si a lo anterior sumamos el rechazo tajante que el señor Trump y su equipo sienten por el comunismo, ¡no digo yo si los mayimbes de La Habana tienen motivos de sobra para estar preocupadísimos por la presencia de Rubio al frente del Departamento de Estado!

 La primera gira extranjera del cubanoamericano ha servido para marcar importantes puntos. En un siglo, es la primera vez que el responsable de las relaciones exteriores de Estados Unidos, tras ocupar su alto cargo, realiza su primera visita a países de Nuestra América. Los escogidos con ese fin fueron Panamá, El Salvador, Costa Rica, Guatemala y la República Dominicana.

En Panamá se abordó, como primer punto, el rechazo de Washington a lo que se describe como penetración china en el Canal de Panamá. El asunto dio pie a unas declaraciones previas del presidente Trump que provocaron gran revuelo mediático. En esencia, el magnate especuló sobre la posibilidad de que Estados Unidos tuviese que hacer uso de los derechos que le conceden los llamados “Tratados Torrijos-Carter”.

Porque sí, no debe olvidarse que el conocido como “Tratado de Neutralidad” reconoce de modo expreso el derecho de Estados Unidos a defender el canal contra cualquier amenaza al servicio que este presta a los buques de todas las naciones. Aunque el conato de enfrentamiento no se ha resuelto del todo, el presidente Mulino anunció la salida de su país del acuerdo económico de la llamada “Ruta de la Seda” lanzada por China.

En El Salvador, Rubio obtuvo la conformidad del presidente Bukele de acoger a criminales violentos de cualquier nacionalidad deportados por Estados Unidos. En Costa Rica, además de mostrar su respaldo por la democracia más antigua de la región, don Marco ofreció ayuda para luchar contra el narcotráfico y restringir las tecnologías chinas. En Guatemala logró la anuencia del país centroamericano a aceptar migrantes indocumentados de otros países que sean deportados desde Estados Unidos.

Por último, en la República Dominicana, Rubio fue recibido por el presidente Abinader, y se entrevistó con su homólogo y otras autoridades. El prestigioso Listín Diario, en su información, resumió las cuestiones abordadas del modo siguiente: “Haití, tierras raras y la lucha contra el narcotráfico, entre otros temas”. Sobre el primer punto, se puntualizó: “No se le pedirá al país que acepte una ola de migrantes haitianos”.

Se destacan, por no haber sido incluidos en la lista, dos países centroamericanos: Nicaragua y Honduras. El primero es, como se sabe, uno de los miembros más impresentables y exaltados del bloque castrochavista. La patria de Rubén Darío, junto con Cuba y Venezuela, fue incluido por el Secretario de Estado en el conjunto de países “enemigos de la Humanidad”.

Las declaraciones del cubanoamericano sobre su disposición a visitar Cuba sólo para hablar sobre el fin del régimen, dieron lugar, por cierto, a una airada réplica del canciller de la perenne sonrisa, Bruno Rodríguez Parrilla: “El Secretario de Estado de EE.UU. quiere visitar La Habana, pero antes cambiar nuestro Gobierno. Se quedará con las ganas”. Y termina con una mentira: “No podrá visitar Cuba, país del que no sabe absolutamente nada”.

También el señor “Sin-Casa” (Díaz-Canel) arremetió contra Rubio y aludió al “neofascismo” imperante en el gran país del norte, al cual calificó de “enemigo de la Humanidad” (supongo que él pensará que donde hay desquite no hay agravio). Eludiendo cualquier responsabilidad de su desgobierno en el éxodo masivo de cubanos, culpó de ello, una vez más, ¡al… “endurecimiento del bloqueo!…

Sí, decididamente, me parece indudable que, en estos días, los mayimbes de La Habana tienen que haber recordado, con amargura, el refrán que yo cité al comienzo de este trabajo periodístico. La “cuña Rubio”, estadounidense sí, pero de pura raigambre cubana, debe estarles pareciendo demasiado dura a los Díaz-Canel y compañía.

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