Por La Rampa apenas se podía transitar debido a la corriente de agua que bajaba desde las zonas más altas rumbo al Malecón
Juan Diego Rodríguez, La Habana |
La calle 23, la principal avenida de El Vedado, se convirtió en un río la tarde de este miércoles producto de las intensas lluvias que están afectando al occidente cubano. En pocos minutos tras comenzar el aguacero, por La Rampa apenas se podía transitar debido a la corriente de agua que bajaba desde las zonas más altas rumbo al Malecón.
Los vehículos parqueados en la zona, la mayoría autos modernos pertenecientes a funcionarios de los ministerios vecinos, se sacudían con el empuje del flujo que crecía con cada minuto.
Lluvias intensas sobre la ciudad de La Habana en la tarde de este miércoles y nuestro diario reporta ahora mismo desde la calle 23 en El Vedado. pic.twitter.com/RF3moeUPtE
— 14ymedio (@14ymedio) November 15, 2023
“Esto antes se veía en otros barrios, pero la calle 23 lista para una competencia de lanchas, eso nunca lo había visto”, aseguraba un hombre que se refugió bajo los aleros del Ministerio de Comercio Exterior. Los problemas con el alcantarillado afectan a toda la capital cubana y provocan que el agua no logre escurrirse a través de las rejillas de las cloacas y siga su curso, aumentando en cauce y arrastrando todo tipo de cosas a su paso.
Desde el cercano jardín del Hotel Nacional, ubicado en una elevación natural, varios turistas, con capas y sombrillas, tomaban fotos del torbellino que rodaba calle abajo hacia el mar. No faltaron, tampoco los atrevidos que se decidieron a cruzar la calle, con el agua casi por las rodillas, pero la mayoría de los transeúntes se mostró más cauta, conocedora tal vez de los posibles huecos que el agua tapa y que pueden resultar en un tobillo torcido o en algo peor.
“Si esto está así, qué quedará para Cuatro Caminos”, dijo en voz alta una joven que esperaba que amainara la lluvia bajo el estrecho techo de la gasolinera de la calle 23 con Infanta. Esta emblemática esquina es una de las zonas bajas de la ciudad que sufren con mayor frecuencia las inundaciones por lluvias. “Cuando aquí hay que subirse el pantalón, ahí ya hay que salir en bote”, comentaba.
Ni la zona más glamorosa de La Habana se salva de la crisis. Un río de agua y unos vehículos sacudidos por la corriente recuerdan la fragilidad de una ciudad en ruinas ante cualquier capricho de la naturaleza.
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