Thursday, September 26, 2024
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La alianza de los comunistas con Fulgencio Batista

LA HABANA, Cuba.- El más reciente número de la revista Espacio Laical (Año 20 Nro.1. 2024), del Proyecto Centro Cultural Padre Félix Varela, contiene un trabajo de su editor y jefe de redacción Jorge Domingo Cuadriello, donde se trata un tema soslayado por los historiadores oficialistas: la alianza del Partido Socialista Popular (PSP, comunista) con Fulgencio Batista.

El trabajo de Cuadriello, titulado “El romance de los comunistas cubanos y Fulgencio Batista”, explica que dicho “romance” se inició a partir de 1937, cuando el entonces coronel Batista permitió legalizar la Unión Revolucionaria Comunista (URC), una organización que servía de fachada al Partido Comunista.

Para enfrentar a los auténticos en las elecciones de 1940, Batista se unió a sus antiguos enemigos, los comunistas, que, a partir de entonces, “destacaron su origen social muy humilde, el pigmento racial de su piel de mestizo, y comenzaron a catalogarlo de progresista” y a calificarlo como “Mensajero de la Prosperidad”.

Los comunistas obtuvieron de Batista una ley de amnistía y la autorización para la publicación de su órgano de prensa, el diario Noticias de Hoy.

Consiguieron además que funcionaran varias organizaciones proletarias, que al fusionarse en 1939, originaron la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), con el comunista Lázaro Peña como su Secretario General.

Cuando Batista convocó a una Asamblea Constituyente, para redactar la nueva Carta Magna, que sería la más progresista de las formuladas en la Cuba republicana, hubo varios delegados comunistas que obtuvieron escaños, entre ellos, Blas Roca, Salvador García Agüero y Juan Marinello.

Fulgencio Batista, en alianza con los comunistas dentro de la Coalición Socialista Democrática, alcanzó la victoria en las elecciones presidenciales para el período de 1940- 1944.  

En el gabinete de gobierno de Batista hubo dos comunistas como ministros sin cartera. Uno de ellos fue Carlos Rafael Rodríguez.

El 30 de septiembre de 1940, cuando la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), convocó un acto para conmemorar la muerte del dirigente estudiantil Rafael Trejo en 1930, los comunistas, que sabían que durante el acto Batista sería duramente criticado, interrumpieron la actividad, atacando a tiros a los organizadores, lo que ocasionó la muerte de varios jóvenes, entre ellos, el líder portuario Manuel Porto Dapena. Apunta Cuadriello en su artículo: “Resulta muy significativo que al día siguiente fue Blas Roca quien despidió su duelo en el Cementerio de Colón”.

Los comunistas ganaron espacio bajo el gobierno de Batista. El periódico Hoy tuvo sus propios talleres, donde publicaron las revistas de teoría marxista-leninista “El Comunista”, “Fundamentos”, y en 1942 “Dialéctica; revista continental de teoría y estudios marxistas”.

En estas publicaciones participaron, entre otros: Blas Roca, Aníbal Escalante, Fabio Grobart, Carlos Rafael Rodríguez, Juan Marinello, Mirta Aguirre, Cesar Vilar, Edith García Buchaca, José Antonio Portuondo y Ángel Augier.

Sumaron además la Editorial Páginas, con su librería propia, la cual vendía libros de autores comunistas cubanos y de editoriales marxistas de otros países.

La Editorial Páginas tuvo en su haber la primera edición de Los fundamentos del Socialismo en Cuba, de Blas Roca, que contó con varias reimpresiones.

La propaganda comunista se extendió a la cultura. El teatro fue uno de sus vehículos con el actor y director Paco Alfonso, pero el más importante de esos vehículos lo tuvieron cuando adquirieron la emisora Radio Lavín que pasó a llamarse Mil Diez. Allí actuaron figuras de gran renombre como el Trío Matamoros, Miguelito Valdés, Elena Burke, Celia Cruz y Olga Guillot y escribieron sus programas Félix Pita Rodríguez, Onelio Jorge Cardoso y Luis Felipe Rodríguez. La Mil Diez fue la principal tribuna de propaganda de los comunistas.

También tuvieron los comunistas bajo su control la distribuidora de películas Blue Ribbon Films.

Entre 1940 y 1944, los republicanos y comunistas españoles, forzados al exilio luego de su derrota en la guerra civil, encontraron en Cuba un refugio seguro, y su alegría se colmó cuando Cuba estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética.

Batista perdió las elecciones de 1944. Su sucesor, Ramón Grau San Martín, no dio igual acogida a los comunistas y todo lo que habían adelantado se perdió.

Jorge Domingo Cuadriello, al final de su trabajo, presenta fragmentos de una carta de Mirta Aguirre a José Antonio Portuondo, por entonces becado en México. Dice Mirta Aguirre: “Según nos dijo Juan, te han conseguido un pequeñísimo guano. La despedida del querido Fulgen…”. Juan es Marinello; guano es dinero, y Fulgen, Fulgencio Batista.

Por su parte, Ángel Augier, enterado de que Batista andaba por México, le encomienda en otra carta a Portuondo: “Ah, chico, se me olvidaba. Dale un apretón de manos a Fulgencio”. 

Cuadriello concluye con una duda que comparto: ¿De dónde salió el capital del que dispusieron los comunistas entre 1940 y 1944? Seguramente no fue de la recaudación de los militantes, y tampoco de la Unión Soviética, por entonces en guerra con la Alemania nazi. Por lógica, provino entonces del Estado Cubano a través de Fulgencio Batista.

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