Friday, September 20, 2024
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“Hotel París”, el último libro de Manuel Ballagas

LA HABANA, Cuba. — Hotel París, publicado hace unos meses en Estados Unidos por Lulu Editions, es el más reciente libro del escritor y periodista Manuel Ballagas, y lo ha dedicado, según explica, “a todos sus fantasmas”, que parecen ser muchos pero estar bien exorcizados.

El libro contiene cinco relatos: “Días contados”, “Hotel París”, “Un joven dios de cabello revuelto”, “Plenilunio” y “¿Quién voló El Puente?”. Los dos primeros y el cuarto, que pudieran calificarse como thrillers psicológicos, con vampiros, sombras maléficas y licántropos, se desarrollan en New York, Madrid y Washington, ciudades en las que ha vivido o ha estado de paso el autor durante sus 43 años de exilio. El tercero y el quinto son autobiográficos y se desarrollan en su natal Habana a finales de la década de 1960.

En “Un joven dios de cabello revuelto”, que es mi relato preferido del libro, Ballagas evoca con nostalgia dulce y amarga, entre otros episodios de su acosada (por el castrismo) juventud habanera, uno que vivió, acompañado por el pintor José Hernández (más conocido por Pepe El Loco),  en los días del Salón de Mayo, en 1967.

En “¿Quién voló El Puente?”, Ballagas narra  las circunstancias que rodearon al cierre de la editorial fundada y dirigida por el poeta José Mario Rodríguez en la primera mitad de la década de 1960, y de la que Ballagas, con solo 19 niños, era miembro del consejo editorial.

Al respecto, hace dos años, cuando lo entrevisté para CubaNet, Ballagas refirió: “En la UNEAC  había algunos jefecillos que querían deshacerse de la Editorial El Puente por motivos políticos o por prejuicios homofóbicos hacia José Mario. De modo que Fayad Jamís, en esa época miembro de la directiva de la UNEAC, se confabuló con Onelio Jorge Cardoso para sustraer de la imprenta las pruebas de galera de mi libro Sin temor y dársela al comandante René Rodríguez, muy cercano a Fidel Castro, como botón de muestra de todo lo malo que se incubaba entre los intelectuales. En una reunión informal con estudiantes en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana, a mediados de 1965, y casi echando espuma por la boca, Fidel tildó mi libro de ‘intolerablemente morboso’ y contrarrevolucionario’, y ahí mismo lo hizo pedazos. Entonces alguien de la audiencia, creo que Jesús Díaz, le preguntó: ¿Y qué hacemos con El Puente, Fidel? Y él respondió: ‘Ese puente lo vuelo yo’. Así mismo fue. Ese hecho inauguró el expediente mediante el cual acabaron por arrestarme y condenarme a prisión ocho años después, en 1973”.

Recientemente, cuando en un correo le comenté a Ballagas que yo no hubiera puesto en un mismo libro —porque conspiran contra la unidad temática del mismo— los cuentos que se desarrollan en New York, Madrid y Washington con los de La Habana, que a mi entender merecerían un libro aparte, me respondió: “La unidad del libro, pienso yo —y de ahí que lo uniera todo en un mismo volumen— es que todas las piezas que lo componen son de lo que algunos llaman autoficción. En ese sentido, son autobiográficos, pero hasta ahí. Lo que no se sabe es cuando empieza la ficción o termina la autobiografía”.

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