LA HABANA, Cuba. – A finales de los años 80, el disco Doble vida (1988) convertía a la banda argentina Soda Stereo en la primera de América Latina en conquistar el mercado estadounidense. Su secreto consistía en un sonido electrizante, buenas letras y la fuerza liberadora de uno de los mejores guitarristas del rock hispano: Gustavo Adrián Cerati.
Su camino junto al emblemático grupo fue accidentado y, a la vez, portentoso. Se hicieron tan famosos en el cono sur que los medios llegaron a hablar de una Sodamanía, el equivalente latino a la Beatlemanía. Cerati era el corazón de aquel fenómeno. Era un sujeto carismático, exigente y controlador, en constante tirantez con sus colegas y consigo mismo.
Influenciado por The Beatles y The Police, su obra junto a Soda Stereo comenzó a madurar a partir del disco Signos (1986), al cual siguió Doble vida y luego el súper exitoso Canción animal (1990), que lo consolidó como uno de los músicos más influyentes del rock latinoamericano en la última década del siglo pasado.
Paralelo a su carrera con el grupo, en 1992 publicó a dúo con el compositor y productor Daniel Melero el álbum Colores santos, que no tuvo un éxito importante, pero está considerado uno de los primeros en Sudamérica en incluir música electrónica. Un año después, lanzó su primer álbum como solista, Amor amarillo, mientras seguía incorporando la música electrónica a sus últimos trabajos con Soda Stereo.
Después de la separación de la banda mostró mayor interés por ese género, como lo demuestran los discos Bocanada (1999) y Siempre es hoy (2002). Sus últimos años de trayectoria artística estuvieron marcados por un interesante eclecticismo musical y el regreso a las raíces del rock argentino de los años 70, todo ello alternado con colaboraciones en proyectos de grandes artistas como Roger Waters, Charly García, Shakira, Andrés Calamaro y otros.
Cerati murió el 4 de septiembre de 2014 tras cuatro años en coma por un accidente cerebrovascular sufrido al finalizar un concierto donde promocionaba su disco Fuerza natural (2009). En 2012, la revista Rolling Stone lo posicionó en el séptimo lugar de los cien mejores guitarristas del rock argentino, mientras que la revista Billboard lo ubicó en el puesto número 33 de los 50 mejores cantantes de rock de todos los tiempos.