La Habana/El cantante y compositor cubano Edesio Alejandro, una leyenda de la música para el cine, falleció este miércoles en Madrid a los 66 años, del cáncer de próstata que padecía desde hacía varios años. Su deceso, del que informaron familiares, amigos e instituciones culturales, pone fin a una de las carreras artísticas más sólidas y prolíficas de la cultura en la Isla.
Premio Nacional de la Música en 2020, el Centro Nacional de Música Popular resaltó su larga trayectoria, sin la cual la banda sonora de la televisión, el cine y el teatro cubanos en los últimos 40 años sería inconcebible.
Nacido en La Habana en 1958, Alejandro tuvo una formación musical clásica en los conservatorios Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán. Fue alumno de grandes ejecutantes cubanos, como Leo Brouwer, Guido López-Gavilán y Clara Nicola. Inició su trabajo de musicalizador en 1976, en el habanero Teatro Martí.
Versátil, siempre al tanto de las últimas corrientes en los 70 y 80, Alejandro renovó cierta área de la música cubana experimentando con sintetizadores y componiendo piezas electroacústicas. Sus abundantes incursiones en la radio, la televisión y la publicidad –tanto cubana como extranjera– lo convirtieron en una rara avis en el panorama cultural de la Isla.
Alejandro fue también un revolucionario a la hora de experimentar con los géneros musicales
Alejandro fue también un revolucionario a la hora de experimentar con los géneros musicales. Optó por los sonidos africanos –un continente cuya religiosidad dejó una impronta relevante incluso en su modo de vestir, casi siempre de blanco–, el hip-hop, los ritmos del sur de EE UU y la música tradicional cubana. Además, compuso la ópera Rock Violente, la primera de Latinoamérica de ese tipo, según el propio Alejandro.
En el año 2000 fundó la Orquesta Mágica de La Habana. Para ese momento ya era conocido internacionalmente y sus colaboraciones en EE UU y Europa iban en aumento. El tema Blen-Blen, de 1999, se convirtió en el símbolo de su presencia en el escenario, junto a sus gafas oscuras y sus grandes camisas blancas.
Mención aparte merece su participación en el cine. Alejandro compuso la banda sonora de películas cubanas antológicas como Clandestinos, Hello Hemingway, Adorables mentiras, Madagascar, La vida es silbar, Hacerse el sueco, Suite Habana, Perfecto amor equivocado, Un Rey en La Habana o Madrigal. Fue el compositor predilecto de Fernando Pérez.
A Alejandro no le faltaron los premios, otorgados tanto en Cuba como en el extranjero. Entre ellos destaca el premio Cubadisco, el Caracol, las distinciones a mejor banda sonora obtenidas en varios festivales internacionales, y el Nacional de Música. Dos universidades mexicanas le otorgaron el título de doctor honoris causa recientemente.
Nominado a los premios Grammy en 2010 y 2011, fue aceptado como miembro de la Academia de Cine de España en 2013, y de EE UU cuatro años después.
En septiembre del año pasado, Alejandro pidió a sus admiradores recaudar fondos para su “largo y costoso” tratamiento contra el cáncer en Madrid, adonde se había trasladado por esa misma razón. Le sobreviven su esposa Idolka y su hijo Cristian, también un músico reconocido en Cuba.
