Friday, September 20, 2024
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Están asfixiados y no lo pueden disimular

LA HABANA, Cuba.- El “Costco chino” duró unas horas después de que corriera la voz sobre su existencia. La prensa independiente lo “destapó” —al cabo de pocos meses operando en el mismísimo centro de La Habana, a la “sombra” de un emplazamiento arrendado a una “empresa estatal”—, y al día siguiente fue cerrado “hasta nuevo aviso”, no porque quienes “cortan el bacalao” estuvieran ajenos al negocio —aquí donde todo se sabe, y más cuando de dinero se trata— sino porque, al parecer, ya la gente se estaba haciendo preguntas que era aconsejable no responder, más aquellas que indagaban sobre quiénes eran los “jefes” que habían otorgado licencias y, más importante, cuál era la contraparte cubana beneficiándose de unas inusuales “ventas al por mayor”.

Se habla de una cubana, posiblemente hija de un oficial de las Fuerzas Armadas, casada con el dueño de China Import; se rumora sobre algún que otro directivo de Suchel involucrado en un círculo de corrupción, algo usual en todas las empresas estatales de la Isla, pero nadie sale “oficialmente” a afirmar o desmentir, tampoco nadie se atreve a hablar “extraoficialmente” del asunto, lo que lleva a sospechar que el gato encerrado no es cualquier Michi, y quizás hasta sea hijo del mismo que saltó como liebre en junio pasado cuando el “Costco cubano” de Berroa, el “Diplomarket” adjudicado al cubano-americano Frank Cuspinera Medina, terminó sus operaciones bruscamente, así como terminan todos los negocios “prósperos” en Cuba cuando “hay conflictos de intereses”.

Se trata de enfrentamientos entre una vieja guardia “ortodoxa” del PCC que de verdad no gusta para nada de “jugar al capitalismo”, pero que no tiene otro remedio que alinearse con la otra vieja guardia “no tan ortodoxa” que solo coquetea con el capitalismo para sacar sus ventajas (económicas y políticas) pero jamás se lo lleva del todo a la cama; y ambas unidas contra esa corriente dentro del régimen —mayoritaria en número pero no en poder— más dada a las renovaciones (pero no a los cambios profundos) y que recurre a estas a veces por convicción, es decir, porque entienden que, dentro del estrecho margen de actuación en un régimen totalitario, es el único modo de enfrentar la crisis y de paso frenar el creciente descontento popular, pero también porque el dinero fácil es su “debilidad”.

Dentro de esta última “facción”, la más convulsa, también se libra una dura competencia interna entre “iguales” no tanto por heredar el trono de la “continuidad” sino por engrosar a fuerza de “favores” un patrimonio personal que más tarde, ya desechados por el poder, les garantice sobrevivir como “emprendedores”, y si no pensemos en la de “cuadros” del PCC, UJC, CTC, en los militares jubilados, en los ex diplomáticos y hasta ex ministros que ayer, hoy y siempre hemos visto y seguiremos viendo debutar como “mipymeros”.

Una “luz larga” que no solo piensa en salir con los bolsillos llenos para abrir una paladar o rentar una casa al turismo, sino en la posibilidad de que el “sistema” quiebre irremediablemente y sabe que solo guardando pan para mayo y maloja para su caballo hay una posibilidad de no sucumbir a la caída. Y el “sistema” hace tiempo está dando señales inequívocas de un colapso. 

Con la limpieza “profunda” emprendida por Raúl Castro en 2008 al interior del aparato de poder heredado de su hermano no terminaron las pugnas de la facción “renovadora”. Apenas se sustituyeron unos personajes por otros, igual de competitivos, ambiciosos, desleales y celosos que los anteriores, y el ejemplo más ilustrativo han sido las más recientes defenestraciones donde la de Alejandro Gil ha sido la “de la gran escena”, poniendo al descubierto no solo la hipocresía del discurso oficial sino revelando, una vez más, esa corriente oculta por donde se mueven todas las “transformaciones” y “tareas” económicas que, de corrección en corrección, siguen sin dar resultados.

Una “corriente oculta” que solo no ven quienes, por salvar el pellejo o por complicidad, optan por perpetuarse en la ceguera, puesto que ya la Causa no. 1, y más tarde la 2, y todas las que llegaron después siempre que la soga les apretó el cuello, debieron haber sido suficientes para entender de qué va este juego que ahora toma por sorpresa a más de un entusiasta mipymero (incluido ese “Bony de Cuba” que después de tanta campaña por bajar el dólar y tantos perfiles falsos para ocultar su verdadera identidad, al mismísimo estilo de un capo di tutti capi, ahora decide vender su negocio porque la “cosa se puso fea”).

Aquí está pasando algo más grave que una cacería de brujas y aún no nos enteramos. Cuando llegue a su punto más crítico esta guerrita de ahora, que evidentemente acontece a mucha más profundidad (y oscuridad) que lo que vemos en las redes sociales y la prensa, puesto que se libra al interior del poder, entonces llegarán otros “renovadores” a sustituir a los que se irán al final de este capítulo, porque la historia, cuando no se tiene memoria, es interminable.

Nadie quiere responder a las preguntas que se acumulan, y eso es porque alguien necesita que los rumores se aplaquen y todos olvidemos —así como hemos ido olvidando al “ilustrísimo” Alejandro Gil— que existe un patrón de precisión casi matemática en absolutamente todos los “explotes” y cacerías de brujas que siempre coinciden con un momento en que los comunistas están asfixiados, perdidos, y no lo pueden disimular.

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