Una semana después del arribo de la caravana a Huixtla, más de 5,000 migrantes siguen a la espera de obtener los documentos que el Instituto Nacional de Migración (INM) emite para transitar por el país.
Este lunes, los extranjeros de más de 10 nacionalidades esperaban buenas nuevas, pero las autoridades no respondieron a los reclamos de los organizadores de la caravana.
“Hemos estado pidiendo al INM que nos atienda, en cambio hemos recibido silencio total”, dijo a los periodistas Irineo Mujica, director de la organización no gubernamental, Pueblos Sin Fronteras.
Con Mujica al frente, unos 800 migrantes bloquearon por varias horas los accesos al Centro de Atención Integral al Tránsito Fronterizo (CAITF), donde se ubican las oficinas del INM.
Los extranjeros, en su mayoría de países centroamericanos y de Venezuela, reclaman al INM que les entregue el documento “Fórmula Migratoria Múltiple” (FMM), valido por 40 días, que les permitiría avanzar hacia la frontera con Estados Unidos.
Según despachos periodísticos, policías con equipo antidisturbios observaron la manifestación, pero no impidieron su realización.
Hace nueve días que 8,000, migrantes partieron en caravana de Tapachula y tras dos paradas de descanso y tres días de marcha, quedaron varados en Huixtla, y se asentaron bajo un domo de la municipalidad y sus inmediaciones.
Desde entonces se han reportado casos de niños y adultos con males gastrointestinales y estado gripal, además de ampollas en los pies, entre otros males.
“Me siento libre pero la felicidad nunca es completa”
Los cubanos son los menos en esta caravana. IIlianys salió de Cuba el 14 de octubre rumbo a Nicaragua, de ahí cruzó el resto de Centroamérica hasta llegar a Tapachula, donde se sumó al grupo de migrantes.
“Me ha impulsado la necesidad y la situación que se está viviendo en Cuba. Estoy aquí para darle una mejor vida a mi familia”, dijo a Martí Noticias la joven, que viaja sola y no tiene familia en Estados Unidos.
Pese a la adversidad y la incertidumbre, no habla de regresar a Cuba, donde dejó a su hijo, y a sus padres y hermanos.
“Se está quedando Cuba sin juventud porque los jóvenes no tienen futuro. Yo misma estuve años trabajando, devengando un salario que no me alcanzaba para nada, no da para comprar un paquete de pollo”, explicó con cierto reparo, porque para ella lo más importante es la familia, justamente, la que no tiene a su lado.
Lleva días pernoctando bajo el domo, cada minuto es un desafío, pero hace lo posible por no perder la calma. Confiesa que siente temor, sobre todo en las noches; la posibilidad de dormir a la intemperie es algo que para ella ronda a diario.
“Me siento libre pero la felicidad nunca es completa. Uno extraña mucho y no quisiera separarse de los seres queridos. Y todo esto lo hago por ellos. Quiero trabajar y salir adelante con el pensamiento de que algún día volvamos a reunirnos”, comentó.
A los jóvenes cubanos que estarían considerando salir del país y llegar a Estados Unidos por la vía irregular, Ilianys envía un mensaje: “Les digo que lo piensen, que no es fácil, y uno corre muchos peligros. Aquí estamos entre la vida y la muerte”, sentenció.
