Thursday, September 26, 2024
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“Es mi deber como madre sacar a mi hijo a otro país donde se preocupen por atenderlo”

LA HABANA, Cuba. – Daniel Alejandro Llamo Hidalgo, de 15 años, hace un lustro vive postrado sobre una cama, en estado vegetativo. Parece desentendido del mundo, pero cuando le hablan con cariño es capaz de seguir las conversaciones. Si le evocan recuerdos gratos, su mirada denota brillo, como si viera una luz al final. 

“Puede mejorar. Cuando se siente en familia, arropado, reacciona. Imagínate si tuviera la atención médica que necesita”, explica a CubaNet Anabel Hidalgo Rosabal, su madre. Sin embargo, el caso de su hijo es desatendido por las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MINSAP). Hace cuatro años no le practican una evaluación neuropsicológica ni recibe las medicinas que requiere su tratamiento.

“En los hospitales no hay aparatos ni especialistas. Ahora mismo no sabemos cómo está su cerebro, y necesita atención. Tenía toda su vida por delante y se la echaron a perder”, denuncia Hidalgo, quien tras varios años de gestiones y batallar infructuoso con los directivos del MINSAP, hace un llamado de ayuda para que su hijo obtenga una visa humanitaria.

“Mis manos están atadas, no puedo hacer nada y las personas que deberían ocuparse se quedan de brazos cruzados sin atenerse a ninguna consecuencia. Sacarlo de este país es su única oportunidad, para que pueda recibir un tratamiento a la altura de lo que necesita y merece como ser humano”, dijo.

A la deriva

Desde que salió del hospital tras una serie de intervenciones quirúrgicas y retornó a casa, hace cinco años, el apoyo de Salud Pública ha sido muy escaso. Para que Daniel recibiera fisioterapia la familia tuvo que pagar a un especialista, pero este emigró a los pocos meses de iniciar el tratamiento y desde entonces es la propia Anabel quien se encarga de aplicarle las rutinas de terapia que logró aprender.

“Le hago los ejercicios para que los músculos no se atrofien, y al otro día amanece peor porque no tengo su medicina para la espasticidad. Hace tres años que no aparece la toxina botulínica, ni le hacen el tratamiento de células madres ni nada. Dijeron que se iban a hacer muchas cosas con Daniel, y todo se quedó en el aire”, lamenta la mujer.

Los medicamentos que necesita el niño están en falta en la red de farmacias estatales, así que la familia tiene que adquirirlos en el mercado informal. La tira de 10 unidades de clonazepam, único medicamento de base que tiene indicado, les cuesta no menos de 600 pesos, mientras el precio de las vitaminas va de 500 hacia arriba.

“Yo cobro 3.000 pesos al mes, me alcanza para un paquete de culeros nada más. El yogur que él consume ahora mismo vale 4.000 pesos; a eso súmenle las viandas como la malanga, que está a 150 pesos la libra, las frutas, el pollo…”, acotó.

“Aquí ha venido un solo funcionario del MINSAP, que me dijo que yo como madre podía hacer lo que estuviese a mi alcance. Una vez resolvió cánulas y sondas de aspirar, eso fue todo. Fui a verlo para gestionar una visa humanitaria, pero de eso no quiso hablar”, cuenta la entrevistada. 

Para ella es un hecho que Salud Pública “engavetó” el caso de Daniel. “¿Qué puedo esperar?”, pregunta. “No puedo quedarme aquí, en un país donde echaron a mi hijo al precipicio. No voy a resignarme, no me van a callar, es mi deber como madre llegar hasta las últimas consecuencias y sacar a mi hijo a otro país donde se preocupen por atenderlo”, sentenció.

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