LA HABANA, Cuba. – Remplazos de imagen para realizar ajustes cosméticos en busca de apaciguamiento ciudadano, sin cambios liberalizadores en las férreas imposiciones económicas y políticas, acordes con los intereses de los militares agrupados en el conglomerado GAESA, y reforzar a su representante, el primer ministro Manuel Marrero, conforman el movimiento de cuadros anunciado por el Consejo de Estado a inicios de este mes.
Alejandro Gil agotó su papel como presentador diligente de la política económica de la generación de continuidad desde 2018, que con la Tarea Ordenamiento aplicada el 1 de enero de 2021 consumó su caída al fondo del precipicio, donde yacen la nación destruida y el pueblo empobrecido y hambriento. No obstante, el exministro fue liberado con reconocimiento a su labor, como pago a cargar con las culpas del desastre, y para salvarlo de la vergüenza de ser llamado “tronado”.
La sustitución de uno de los personajes más aborrecidos por los cubanos no implica cambios en el programa macroeconómico previsto. Gil formaba parte de la cúpula que durante más de 10 años dijo estar diseñando la política económica, aplicada mediante las multimillonarias construcciones para el turismo que no se sabe si llegará algún día; y los cientos de medidas y resoluciones que consumaron el desplome de las producciones agrícolas e industriales, incrementaron la escasez, los precios y la inflación, y despoblaron los campos y las ciudades cubanas.
Febrero no comenzó con la elevación de los precios como se había anunciado al finalizar 2023, y que fue detenida hasta nuevo aviso, cuando estén dadas las condiciones, según manifestó Miguel Díaz-Canel. En realidad, eso parece motivado por las consideraciones sobre sus efectos contraproducentes, entre ellos el incremento de la inflación, y muy probablemente por las crecientes expresiones críticas de la población, llegadas a través de los mecanismos de Opinión del Pueblo y los recorridos meteóricos del gobernante cubano por los municipios durante enero.
Sin comida ni medicinas, y con apagones, los llamados a la “resistencia creativa” no podrían impedir una ola causante de tsunamis espontáneos por todo el país, mientras la represión sería nefasta para la consolidación del gobierno y su prestigio internacional.
Gil fue sustituido por Joaquín Alonso Vázquez, quien era hasta ahora ministro presidente del Banco Central de Cuba. En ese y en los otros “movimientos de cuadros” anunciados la pasada semana puede apreciarse que no se designaron economistas relevantes, ni siquiera integrantes de las comisiones asesoras creadas por el presidente designado de Cuba, sino especialistas en la actividad bancaria y vinculados a la Comisión de Implementación y Desarrollo.
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