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Si del Puerto de La Habana se trata, la palabra de Guanabacoa es ley. Pocos saben que su nombre es Silverio, pero su cadencia al hablar, su gracejo, la profundidad de sus apreciaciones lo hacen ineludible. “Sí, es verdad, en el puerto se roba. Y si se roba es porque no todo el mundo hace lo que tiene que hacer. ¿Cómo si hay un kilómetro de distancia del atraque a la puerta —se pregunta— alguien puede recorrer esa distancia con una mochila cargada con ‘intriga’ y nadie ve nada? Todos saben la respuesta”.
Con él no hay medias tintas; es como llegar a puerto seguro. “Aquí nadie me puede hacer un cuento. He sido jefe de brigada, estibador, mecánico, secretario general del sindicato y mucho más. Lo mío es que aquí no se robe. Y si hay que fajarse a los piñazos, aquí todo el mundo sabe que yo soy Guanabacoa y no dejo robar a nadie. Yo sé que si todos se ponen para las cosas, el robo disminuye, se acaba”.
Por cuestiones como esas yo sabía que a Guanabacoa había que entrevistarlo cuando en meses recientes me encargaron averiguar el porqué de tantas reclamaciones obreras, conflictos, cambios de directivos, descontrol, falta de higiene en baños y taquillas, bajos salarios, poco encadenamiento productivo, mala atención a los trabajadores e incalificable alimentación en los puertos del país, entre otros males.
Pa’rriba del lío
Roberto Betharte, al frente del Departamento de Asuntos Sociales y Laborales de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), y Agustín Robert Sánchez, con igual responsabilidad en el Sindicato Nacional de Trabajadores de Transporte y Puertos, iniciaron el diálogo. “Ambas instancias, aseguraron, forman parte del grupo de trabajo que analizó toda esta situación. Visitaron los puertos de La Habana, Cienfuegos, Nuevitas y Santiago de Cuba”.
Pareciera que todo está dicho allí en temas referidos a las condiciones de vida y labor, así como sobre el salario vinculado con los sistemas de pago y el pronto despacho, pero no es así.
“Ciertamente no fueron infundadas las razones esgrimidas por los colectivos de trabajadores. Lo que más encontramos fueron numerosas dificultades en estos asuntos”, subrayó Betharte.
¿Cómo aceptar que muchos de los directivos al frente de la gestión de los recursos humanos no conocieran siquiera los sistemas de pago, ni qué es un destajo, o los recursos laborales y los elementos que conforman la organización del sistema salarial? “Esas son razones para las frecuentes reclamaciones de los trabajadores, quienes —entre otras— se quejan de los bajos salarios no obstante la labor e intensidad del trabajo que ejecutan”, agregó Betharte
“En la rada habanera, dijeron, han llegado a multiplicar utilidades hasta un 280 %, pero los operadores de carga y descarga solo han obtenido unos 300 pesos —otros menos—. El asunto tocó fondo en el primer trimestre del 2023, cuando no recibieron nada; mientras en el cuarto trimestre el monto ni siquiera rozó el salario medio de los estibadores. La lista no jugó con el billete”.
Indago entonces sobre una supuesta contradicción entre la baja llegada de buques y el porciento de utilidades. “Tenían otras vías, entre ellas, el alquiler de sus patios a otros organismos. Es decir, aunque incumplían su objeto de trabajo principal podían sumar ingresos”, destacó el dirigente sindical.
Tal fenómeno, lógicamente, impacta de manera directa en el éxodo de masa laboral que experimentan en la rada capitalina, y también en la de Cienfuegos, “donde en el pasado mes de julio algunos barcos cobraban estadía por falta de personal para la carga o descarga, y se evidenciaban problemas similares con los salarios, la mala distribución de utilidades y el desajuste de los presupuestos. Incluso los trabajadores directos recibían menos que los indirectos”, puntualizó.
“El estado de los baños es crítico, muy difícil. A pesar de una gran inversión para instalar taquillas, estas carecen de seguridad, por lo que son frecuentes las pérdidas de pertenencias personales.
“Otro asunto abordado por el grupo de trabajo se concentró en el llamado tiempo de espera, lo que se traduce en que los operadores son citados al centro para aguardar que entre un barco.
“Si no llegan barcos, hay que pagarles el salario y las utilidades, y en caso contrario la entidad tiene entonces que declararlo interrupto, lo que no ocurre siempre. Al final surge una gran contradicción porque el interrupto no tiene derecho al cobro de utilidades, mientras quien fue llamado y espera, sí. A ello se une que en no pocas ocasiones también el barco está cobrando estadía. Es decir, la economía nacional pierde tres veces”.
Comedores y transporte obrero
En La Habana solo tenían derecho al comedor los trabajadores directos, y las críticas recayeron en la sobredimensión de la plantilla, el gramaje y la calidad. Allí no se elabora la comida, que procede de una cocina central, pero suman nueve personas para brindar servicios solo a unas 50.
Por otro lado, en el puerto capitalino existe un contrato de arrendamiento por ocho guaguas con una entidad de transporte, la cual no siempre cumple sus obligaciones con los recorridos. Algunos estibadores llegan tarde o se ausentan justificadamente alegando la falta de transporte, sin embargo, nadie ha demandado por los daños ocasionados.
Según Guanabacoa, por estos días comienzan a verse avances. “Se aprecia mejoría en la calidad de la comida, pero los baños y taquillas están hoy en un estado deprimente. No se ha arreglado el tema del agua y en ocasiones no tenemos ni para el baño”.
En resumen, los problemas son comunes a la generalidad de los 13 puertos del país, si bien varios de ellos no ejecutan hoy ninguna actividad productiva.
Añoranza por la conga
Con ocho décadas de vida Miguel Ángel Bringas todavía trabaja en lo de siempre: estibador del puerto de Santiago. No se ha jubilado por tantísimas razones que guarda para sí, aunque ya anda pensando en ello porque “pesa un poco el almanaque y la cosa está cada vez más difícil”.
Es de los mejores testigos de la historia de la Empresa de Servicios Portuarios del Oriente (Espo). Cómo no serlo con 54 años de labor en la rada Guillermón Moncada de la ciudad de Santiago de Cuba, una de las que administra dicha entidad, junto a las de Baracoa, Manzanillo, Niquero y Boquerón-Guantánamo.
Carga sobre sus hombros algo más que sacos, también insatisfacciones. Salarios menguados, altibajos con la alimentación, carencia de medios de protección, añoranza por el incentivo en moneda libremente convertible (MLC), insuficiencias con el transporte obrero… son algunos de los reclamos de los guillermones, en especial los estibadores.
“Y no es que desconozcamos la situación del país, pero tenemos claro el significado de ‘sí se puede’”, acotó Jorge Luis Caminero Montané, con 20 años en los rigores de la estiba.
Las enumeraciones de lo que viven día a día confirma su aseveración.
“Mientras más barcos descargamos mejor ganamos, y en el 2024 han estado bien limitados los arribos, por ahí comienza la primera afectación al salario, como mismo nos dañan otros problemas organizativos.
“Le pongo un ejemplo: venimos al turno que se inicia a las seis de la mañana, y muchos compañeros tienen que llegar a pie, entre ellos Bringas —arriesgándose como está la calle de peligrosa— pues solo hay una ruta del transporte obrero; otros pagan hasta 100 pesos al chofer de un pisicorre para estar puntuales, pero pueden pasar las horas y concluye el turno sin que lleguen los camiones o las casillas para cargarlos.
“Quienes tienen que garantizarlo no lo hacen oportunamente, ¿resultado?: día perdido, cero dinero para el bolsillo, pues ya sobrepasamos el tiempo de interrupción laboral que se nos paga según la ley.
“¿Botas para trabajar? Ni recuerdo la última vez que las dieron, y sobre la alimentación, en los últimos tiempos los altibajos son frecuentes. Por otro lado tampoco se concreta ni aquí ni en ningún otro puerto del país, lo que tantas veces hemos solicitado: que se restablezca algún pago en moneda libremente convertible, ahora tendría que ser en MLC. En el puerto manipulamos carga que da dinero ‘duro’ a la economía nacional”.
Leonor Negret Medina, secretaria general del buró sindical, con más de medio siglo de andanzas en el puerto Guillermón Moncada, conoce y reconoce estos reclamos, y dice haberlos expuesto reiteradamente en diversos escenarios, “pero aún no hay solución”, precisó.
Atraque seguro
La visión administrativa en la Espo —hay reclamos similares en los puertos de Baracoa, Manzanillo, Niquero y Boquerón-Guantánamo— tiene puntos comunes con la de los estibadores.
José Antonio Olivares Díaz, director general de la empresa, reiteró que “si no hay trabajo eso repercute en el salario”.
La rada santiaguera tiene el “alivio” de no operar con pérdidas, lo que hace viable el pago por resultados cada trimestre, un positivo oxígeno para el salario, y no ha faltado tampoco la estimulación mensual.
Al decir de Olivares Díaz, uno y otro conceptos de pago pudieran ser mayores si las realidades fueran diferentes: “Las tarifas que cobra el puerto por las operaciones que realiza al Ministerio del Comercio Interior están reguladas, topadas, por el Ministerio de Finanzas y Precios, de manera tal que no se pueden mover, en tanto respaldan la canasta básica, lo que es entendible que así sea.
“No obstante, las tarifas que cobran las entidades prestatarias de servicios al puerto no están reguladas, y suben constantemente, combustible, transporte, alimentación…
“Desde hace unos seis meses el Grupo Empresarial de Transporte Marítimo Portuario (Gemar) aprobó un esquema de financiamiento para adquirir productos alimentarios en MLC, en especial para los estibadores que están sometidos a un rigor de trabajo intenso.
“Con ello hemos logrado mejorar un poco, apegándonos a lo establecido para un estibador —2 mil 552 kilocalorías—. Algo de mucho valor, toda vez que hace solo seis meses la merienda que dábamos no sobrepasaba las 600 kilocalorías.
“Por otro lado, dijo, está el hecho de que el importe que se le cobra al trabajador por concepto de alimentación no puede exceder los 18 pesos, y en ocasiones el rango de cobro oscila entre 80 y 100 pesos”.
De todos modos, en el puerto santiaguero se logró la venta de alimentos a los trabajadores directos a la producción, quienes entonces los llevan ya confeccionados desde sus hogares, un proceder que podría aplicarse en otras radas del país.
“Pero lo que va faltando se lleva a pérdida de la actividad de cafetería-comedor. ¡Y ya vamos por 4 millones por ese concepto! Algo que disminuye el monto de las utilidades”.
Problemas comunes
Asuntos como la seguridad y salud en el trabajo, revisión de tarifas salariales, los destajos colectivos, la no existencia de órganos de justicia en centros que son grandes sancionadores, como la unidad empresarial de base no. 21 en La Habana, merecen la mayor observación por parte de la organización sindical y de la dirección de Gemar.
Claro, luego de la visita del grupo de trabajo la dirección de Gemar, la organización sindical y otros organismos vinculados a la actividad portuaria trabajan en la eliminación de las numerosas deficiencias e intereses puestos sobre la mesa, en especial el complejo tema del regreso del pago en divisas, o de MLC, según la realidad de hoy.
Trabajadores dará seguimento a este tema dada su repercusión en las condiciones de vida y salarios de los obreros portuarios.
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