Saturday, September 21, 2024
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Embajada de España en La Habana: ¿A quién pertenecía el edificio?

LA HABANA, Cuba.- Probablemente muy pocas de las personas que transitan por las inmediaciones del túnel de la bahía habanera sepan que la mansión situada en la esquina de las calles Zulueta y Cárcel (Capdevila), en la Habana Vieja, donde radica la Embajada de España, fue propiedad de un miembro de la opulenta familia de farmacéuticos Sarrá.

En 1905, el matrimonio formado por Dionisio Velasco y María Teresa Sarrá solicitó al Ayuntamiento habanero licencia para la construcción de este inmueble, en el barrio de La Punta. La licencia fue aprobada el 7 de enero 1907.

El costo de la edificación, valorado en aquel momento en 155.293 pesos y 98 centavos, fue aportado en su mayoría por María Teresa Sarrá, lo cual indica el amplio poder económico de esa familia de empresarios españoles.  

La vivienda, encargada al maestro de obras de origen gallego José Matos Sequeiro, cuyos planos firmara, se atribuye en co-autoría a Francisco Ramírez Ovando, aunque no aparezca la firma de este constructor en el documento.

La construcción comenzó en 1909 y concluyó en 1912. El estilo arquitectónico utilizado fue art nouveau, adoptado por la burguesía cubana de aquellos tiempos que imitaba lo más novedoso venido de Europa.

Este enorme palacete, que aún permanece casi tal como se diseñó, cuenta con tres plantas, sótano de servicio, y una torre-mirador de forma escalonada como coronación del edificio, que da la impresión de ser un castillo.

Un atlante parece soportar el peso de toda la estructura superior de la residencia; detalle como emblema distintivo del conjunto de la edificación. 

Atlante del Palacio Velasco-Sarrá. (Foto del autor)

Su interior tienes un estilo muy español, con un patio central y elementos catalanes (los Sarrá provenían de Cataluña). Lo cubano lo aportan las palmas reales del amplio jardín del patio posterior, además de los vitrales, que fueron componentes muy usados en nuestras casas coloniales.

La mansión tiene gran parte de su mobiliario original, de un estilo acorde con la vivienda sobre todo el comedor, hoy usado como salón de reuniones: puertas y paredes enchapadas en maderas preciosas, escaleras, barandas y pasamanos en mármol de Carrara, herrería con filigranas metálicas de analogías vegetales y pisos de mosaicos blancos con diseños.

Por su posición, al desaparecer en 1937 la cárcel de Tacón que estaba enfrente, la mansión tomó un mayor esplendor y valoración.

Desde sus ventanales y balcones se aprecian las fortalezas de El Morro con su faro y La Cabaña, el canal de ingreso a la bahía, la entrada al Túnel de La Habana, la Avenida de las Misiones —que debe su nombre al intento del presidente Gerardo Machado de concentrar todas las sedes diplomáticas en esa zona, algo que nunca se materializó—, el Parque de los Enamorados y el otrora Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución.  

Desde su torre mirador se puede apreciar una hermosa vista. La torre escalonada da una idea simbólica de vigía, igual a la del Castillo de la Fuerza con la Giraldilla que servía para avisar el arribo de los barcos y los ataques de corsarios y piratas, y otras torres existentes en esta parte antigua de la ciudad.

Sobre la mansión, convertida en embajada desde hace décadas, ondean la enseña española y la de la Unión Europea.          

La propietaria, María Teresa Sarrá, falleció en 1918 en New York, y su esposo Dionisio Velasco, en 1932. Por herencia, la mansión pasó a manos de la hija de ambos, María Teresa Velasco Sarrá y de su esposo Álvaro González Gordon. Para mantenerse acorde a los nuevos tiempos, sus nuevos dueños modernizaron de manera ligera el lugar, al suprimir el patio central y añadir un ascensor.

El régimen revolucionario después intervenir la droguería de los Sarrá en 1960, confiscó el Palacio Velasco-Sarrá a sus legítimos dueños el 19 de junio de 1961, por la Resolución N° 3152 del Departamento de Patrimonio Nacional.  

María Teresa Velasco y Álvaro González emigraron y murieron en España, la tierra de sus ancestros.

La mansión se mantuvo abandonada por varios años. El 13 de noviembre de 1982 se inscribió como propiedad del Estado Cubano. Se traspasó al Gobierno de España el 13 de marzo de 1984, para uso y conservación como recinto diplomático, valorado en 284.600 pesos. O sea, que el gobierno cubano vendió un objeto del Patrimonio Nacional confiscado a sus propietarios. Pero, gracias a eso, el gobierno español restauró el lugar y preservó esta joya arquitectónica.

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