Ciudad de México, México.- Elvis nació en Mantilla, una zona periférica de La Habana, un pedazo de Cuba marginalizado y pobre. Su barrio y el ambiente donde creció le dieron un sabor peculiar a su música. Probablemente ese éxito meteórico que vivió le hubiese sido ajeno si en lugar de Mantilla Elvis Manuel se hubiese formado en un reparto exclusivo de diplomáticos y militares, de los que abundan en zonas prohibitivas de La Habana.
En 2007, con apenas 17 años, el chico empezó a escribir y a cantar sobre la vida de los cubanos como él. En sus temas hablaba de religiones afrocubanas, la Sociedad Secreta Abakuá, de sexo, drogas y violencia. Todo empacado en un lenguaje callejero.
Sus códigos conectaron enseguida con los de otros jóvenes. Un año después, Elvis ya no era solo célebre en Mantilla. Su música se oía en toda Cuba, se compartía a través de discos piratas y memorias USB. Podías escucharlo en un edificio de La Habana Vieja o un pueblito de Granma. Todos los jóvenes sabían quién era Elvis. El muchachito era una leyenda, con todas las letras, y sus presentaciones en vivo lo confirmaron.
Por supuesto, la televisión cubana, tan puritana y ajena a la realidad, no le dio espacio. Tampoco la radio, ni disqueras. Pero Elvis Manual no los necesitó para triunfar. Siguió en la escena underground donde se formó y ahí, en estudios improvisados, grabó sus temas. Era un hit tras otro. Un fenómeno.
A pesar de su corta edad, Elvis estaba haciendo historia como precursor del reguetón en Cuba, o quisá sea más adecuado llamarle “reparto”. De sus éxitos , aún se recuerdan “La tuba”, “Déjala”, “Ese soy yo”, “El ditú”, “Saca petróleo”, “Mírala”, entre otros.
El ocho de abril de 2008 con solo 18 años murió Elvis Manuel Martínez Nodarse, conocido como “El Rey”.
El joven, uno de los precursores del reparto cubano salió de Pinar del Río en una lancha junto a otras 17 personas el 7 de abril de 2008, entre ellas su madre Irioska María Nodarse.
El anhelo de los tripulantes era llegar a Miami pero un accidente lo evitó: la embarcación se viró y algunos de los cubanos murieron. Una de las víctimas fue Elvis, cuyo cuerpo nunca apareció.
Han pasado 15 años y aún seguimos preguntándonos a dónde habría llegado el talentoso Elvis, si el mar no se lo hubiese tragado.