LA HABANA, Cuba. – Las autoridades cubanas anunciaron la postergación de las asambleas de rendición de cuentas de los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular cuatro días antes de iniciarse el proceso. La decisión parece impuesta por el creciente descontento en todos los sectores sociales, la imposibilidad de aminorar las privaciones impuestas al pueblo por la carencia de dinero para importar alimentos y la elevación de los precios de todos los productos, así como la renuencia a liberar las capacidades productivas de los cubanos.
El Gobierno argumentó que suspendía las asambleas debido a la situación con la generación eléctrica, el uso del combustible y la afectación de servicios vitales para la población. El Consejo de Estado había emitido la convocatoria a dichas asambleas el 18 de septiembre de 2023: se realizarían entre el 15 de octubre y el 30 de noviembre.
La súbita cancelación también parece responder al temor de que las asambleas se convirtieran en foros de reclamos y críticas de los electores, que serían conocidas en todo el país y el extranjero gracias a las grabaciones personales con teléfonos celulares y su amplificación en redes sociales. Los “útiles” cortes de internet no garantizan el silencio total.
También se anunció que los delegados dejarían de hacer sus funciones laborales y, con las organizaciones políticas, de masas y sociales, incrementarán su vínculo y atención permanente con sus electores. Además, los presidentes de las asambleas municipales adoptarán las medidas para mantener un control y análisis sistemáticos sobre la gestión de las administraciones locales. Hasta el presente, las autoridades se jactaban de que esos funcionarios continuaban en sus puestos de trabajo habituales y no cobraban por la labor política.
Cuba ha sido destruida, sin posibilidades de progreso propio porque las riquezas de siglos fueron aniquiladas. Hoy se sobrevive con las donaciones humanitarias, como los países más pobres y atrasados, en contradicción con la supuesta condición de potencia científica, capaz de elaborar varias vacunas contra la COVID-19 pero no de abastecer a los cubanos de medicamentos para el dolor de cabeza.
La guerra entre el Estado de Israel y Hamás, iniciada el 7 de octubre, ha creado una compleja situación en una zona donde el Gobierno cubano estrechaba relaciones con países confrontados antaño, que han otorgado créditos en condiciones óptimas, como Arabia Saudita. La invasión a Ucrania acercó aún más a los dirigentes de Cuba y Rusia. Los últimos se aprestan a desembarcar con sus empresas y bancos para tomar el pequeño archipiélago, estratégico en su confrontación con Estados Unidos. Ambas guerras además de elevar las tensiones geopolíticas, disparan los precios del petróleo, los alimentos y otros insumos esenciales para las mínimas cuotas de electricidad, harina de trigo, aceite vegetal y otros productos vendidos a los cubanos.
La suspensión de las asambleas augura meses de mayores carencias. Mientras, se incrementarán las protestas en las colas, las críticas y la falta de credibilidad en las autoridades. La ausencia de opciones de vida está llevando a la desesperación, incluso a quienes apoyaron al Gobierno durante decenios, y puede provocar levantamientos populares superiores a los ocurridos el 11 de julio de 2021, contenidos por las diversas formas de represión y la salida al extranjero de miles personas de todas las edades.
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