LA HABANA, Cuba. – Cuando el pueblo requiere aumentos de salarios y pensiones, el Gobierno aduce que serían contraproducentes. En lugar de adoptarse medidas para contener la disparada inflación, se incrementaron los precios de la electricidad, el gas y el transporte, aumento que se traslada a todos los servicios.
Las autoridades esgrimen que la Revolución no aplicará las injustas medidas neoliberales, pero imponen sus ineptas decisiones para mantener el totalitarismo, junto a una probable reforma económica rusa. El momento y las consecuencias podrían ser tan nefastos como cuando impusieron la Tarea Ordenamiento, debido a estarse gestando una crisis económica internacional por el aumento de los precios de alimentos, combustible, fletes y otros servicios, como resultado del cierre del Mar Rojo y el peligro de guerra en el Medio Oriente.
Los incrementos en los precios pueden ser el inicio de los pasos para dinamizar la economía, augurados por el primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, en la sesión de la Asamblea Nacional en diciembre pasado. Durante 2023, Marrero y el viceprimer ministro Alejandro Gil mencionaron aisladamente la preparación de las medidas contenidas en el programa de estabilización macroeconómica, sin presentarlo en su totalidad con un cronograma.
Para tratar de domesticar a la hambrienta población, a fin de que acepte pasivamente sus penurias y preparar lo que seguirá, los ministros y ejecutivos involucrados acuden al programa oficial Mesa Redonda de vez en cuando. Entre las próximas imposiciones podría estar la fijación de una nueva tasa de cambio del peso, que el premier anunció es elaborada por un grupo del Banco Nacional de Cuba, para analizar en el transcurso de 2024. Eso devaluará más los salarios y pensiones, y elevará la inflación. Cuando eso ocurre, en muchos países se compensa un porciento, lo cual no ocurre en Cuba.
En la descapitalizada Cuba por obra y gracia de las imposiciones del totalitarismo y las sanciones de Estados Unidos, las aspiraciones de recuperación económica enunciadas por el Gobierno podrían quedar en quimeras. Si se prolonga la crisis económica internacional, el turismo y las inversiones extranjeras decrecerán. La venta de personal médico y las remesas disminuirán. En el pequeño archipiélago no se podrá aspirar al apoyo económico y comercial de los aliados estratégicos Rusia, China, Irán, Vietnam, Venezuela y otros países, pues ellos también serán afectados, por lo que tendrán que cortar la cadena de suministros de petróleo y otros productos esenciales, inversiones, créditos, empresas mixtas y otras actividades.
Los cubanos deberán “arreglárselas como puedan” para alimentarse y afrontar las necesidades vitales, si no tienen FE (Familiares en el Extranjero). Los directivos no tendrán que escudarse en los supuestos barcos varados en el Canal de Panamá o la negativa de los bancos internacionales de prestarles servicio debido a las sanciones de Estados Unidos, para justificar no vender las pequeñas cuotas de arroz, azúcar y aceite del racionamiento, ni los pocos productos controlados. Los apagones se harán endémicos, los servicios médicos no se recuperarán, los medicamentos escasearán aún más, la fuerza de trabajo buscará mejores salarios en el terruño o el extranjero y las mipymes cerrarán.
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