Friday, September 20, 2024
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El mundo del skate en La Habana: pasión y obstáculos

MADRID, España.- En el Paseo del Prado, en el corazón de La Habana, un grupo de jóvenes encuentra en el skateboarding no solo una forma de entretenimiento, sino un estilo de vida que les proporciona libertad, adrenalina y un sentido de comunidad. A pesar de los desafíos que enfrentan, como la escasez de equipos y las limitaciones de espacios adecuados para practicar, los skaters habaneros han logrado formar una subcultura que resiste. Para entender mejor cómo es el mundo del skate en La Habana, conversamos con tres jóvenes skaters: Daniel Abreu Rodríguez, Joan y Jairo Francisco Martínez, quienes compartieron sus experiencias, retos y lo que significa patinar en la capital cubana.

Skaters cubano Daniel, Joan y Jairo. (Foto: CubaNet)

Los espacios para patinar en La Habana

Uno de los aspectos cruciales para los skaters es encontrar lugares donde puedan practicar libremente. Según Daniel Abreu Rodríguez, de 16 años, aunque existen varios puntos en la ciudad para patinar, cada uno tiene sus ventajas y desventajas. “Aquí en Prado, en La Piragua y en Acapulco son los mejores lugares para patinar ahora mismo”, comenta Daniel. Prado, el icónico paseo del centro de La Habana, es hace tiempo un punto de encuentro para los skaters debido a su espacio abierto y céntrico. “Ciudad Libertad está muy bueno, pero la distancia es demasiada. Hay que levantarse muy temprano para coger un transporte”, añade, refiriéndose a un skatepark improvisado en Marianao.

Por su parte, Joan, de 17 años, señala que La Habana aún necesita más espacios adecuados. Aunque existen lugares como el skatepark en Plaza de la Revolución, este joven skater desearía “un lugar donde vendan tablas baratas y un buen skatepark”. Las infraestructuras actuales, en su mayoría, son el resultado de la improvisación y la voluntad de los propios skaters de crear espacios seguros donde puedan practicar sin problemas.

¿Cómo conseguir equipamiento?

Uno de los mayores obstáculos que enfrentan los skaters cubanos es la dificultad para obtener tablas y otros equipos necesarios. El costo de una tabla nueva puede ser exorbitante para los estándares cubanos. Daniel explica que las tablas en moneda nacional pueden costar hasta 15.000 pesos, mientras que en dólares pueden llegar a costar entre 150 y 300. “Los que traen tablas, por lo general, son extranjeros que patinan afuera y traen tablas de donaciones”, dice Daniel. Estas donaciones, aunque bienvenidas, no siempre consisten en tablas nuevas. Algunas llegan un poco usadas, pero casi siempre en buen estado.

Foto: CubaNet

Joan también menciona las dificultades económicas que enfrenta la comunidad para conseguir tablas, y destaca la importancia de comprarlas de segunda mano. Estas, aunque más económicas que las nuevas, aún cuestan entre 10.000 y 12.000 pesos. Sin embargo, reconoce que a veces es más práctico depender de donaciones o esperar a que alguien de fuera traiga equipos.

Jairo Francisco Martínez, quien lleva seis años practicando este deportes, destaca que el reciclaje es común entre los skaters de La Habana. Las tablas se reparan, se intercambian y se venden cuando es necesario. Aunque estas medidas permiten que la comunidad se mantenga activa, Jairo señala que la falta de recursos sigue siendo un problema importante: “Aún así se necesita más unión de los skaters que salgan a la calle a patinar”. Para él, la comunidad de skaters es una red de apoyo en la que todos se ayudan mutuamente.

A pesar de las limitaciones, los skaters de La Habana han encontrado formas de conectar con la comunidad internacional y participar en competencias alternativas organizadas por extranjeros. Estas competencias, según Daniel, son una fuente vital de recursos para los skaters locales, ya que a menudo incluyen la donación de tablas, ropa y zapatos. “De vez en cuando se hacen competencias. Hay extranjeros que, por lo general, las promocionan ellos mismos con su propio dinero. Traen tablas, traen sistemas, ruedas, zapatos, ropa”, comenta.

Foto: CubaNet

La libertad y la adrenalina de patinar

Para estos jóvenes, el skate no es solo un deporte, sino una forma de expresarse y experimentar la vida de manera única. Daniel destaca la adrenalina como su aspecto favorito del skate: “A mí lo que más me gusta del skate es la adrenalina. A la hora de hacer los trucos, tirarme en un vacío. La adrenalina que me da eso es lo que más me gusta”.

Joan, por su parte, habla de la libertad que siente al montar su tabla. “Lo que más me gusta es la emoción que te da montar, que te sientas libre. De poder hacer lo que quieras prácticamente”, afirma. Esta sensación de libertad es compartida por muchos jóvenes skaters en La Habana, quienes ven en el skateboarding una vía de escape.

Jairo, quien ha estado patinando desde los 11 años, lo ve como un arte y un propósito de vida. “Es mi arte. Es el propósito de la vida que yo descubrí es este, patinar”, declara. A él, el skateboarding le ha permitido hacer amistades “que nunca pensó tener”.

Jóvenes skaters en Prado. (Foto: CubaNet)

Las autoridades

Aunque la situación ha mejorado en comparación con años anteriores, los skaters aún enfrentan problemas ocasionales con la policía. Según Daniel, aunque ya no se ven tantos enfrentamientos, de vez en cuando algunos oficiales les piden que dejen de patinar en ciertos lugares.

Precisa que, desde hace algún tiempo, los encuentros con la policía han sido menos frecuentes, aunque no han desaparecido del todo. “Desde el año pasado hasta este no hemos tenido más ningún problema. Pero de vez en cuando vienen jefes del sector o algunos policías y nos piden que dejemos de patinar”, explica.

Jairo añade que su relación con la policía depende en gran medida de cómo se maneje la situación: “Eso depende de cómo tú lo cojas a ellos. Y cómo tú les hables”. Y agrega: “Las veces que he estado en una estación es por patinar”. No obstante, considera que si antes se podía, cuando “la policía se tiraba con camiones para dispersarlos”, ahora también se puede.

En lugar de confrontar directamente a las autoridades, la mayoría opta por retirarse cuando se les pide, y evitar conflictos mayores.

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