La Fiscalía acusó formalmente a Manuel Rocha, ex diplomático estadounidense, de haber espiado para Cuba a su país, al que denominó “el enemigo” según la información que tenía la inteligencia y que fue desvelada este lunes tras la presentación de la querella ante un tribunal federal de Miami. La denuncia se basa en la declaración jurada del agente especial del FBI Michael Haley, que logró extraer la información al ex funcionario en varios encuentros secretos.
Según la documentación, Rocha colaboró en una “misión clandestina de recolección de información de Cuba contra Estados Unidos” desde 1981, pero su tarea se ha prolongado en el tiempo, ya que en 2017 mantuvo un encuentro con la Dirección de Inteligencia de Cuba (DGI) en el que se jactó de “haber fortalecido la Revolución” durante 40 años al servicio del Gobierno de la Isla.
Rocha trabajaba como Oficial Principal Adjunto de la entonces Sección de Intereses de EE UU en La Habana cuando se produjo el derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, en febrero de 1996, un momento que describió en sus encuentros con el FBI como “de mucha tensión”. “Fue el tiempo de los Hermanos al Rescate y otro tipo de personas que presionó políticamente mediante provocaciones innecesarias”. En uno de los viajes, por órdenes de Raúl Castro, dos avionetas de la organización fueron atacados con misiles por un caza MiG de la Fuerza Aérea Cubana. Los cuatro tripulantes murieron.
“Fue el tiempo de los Hermanos al Rescate y otro tipo de personas que presionó políticamente mediante provocaciones innecesarias”
Sobre Rocha, que actualmente tiene 73 años, pesan gravísimas acusaciones, como conspirar para actuar como agente de un Gobierno extranjero, actuar como agente al servicio de un Gobierno extranjero y de haber obtenido un pasaporte mediante una declaración falsa. Pero las cosas podrían ir más lejos, ya que los fiscales advierten de que la investigación no se ha cerrado y es posible que aparezcan nuevos delitos. Para este miércoles está prevista una audiencia de detención.
Haley, haciéndose pasar por miembro de la inteligencia cubana, contactó en noviembre de 2022 con Rocha, con quien concertó una reunión a la que el ex diplomático acudió, después de realizar una “ruta de detección de vigilancia acorde con las técnicas de la DGI”. El agente se presentó como su nuevo contacto en Miami y Rocha le agradeció el intercambio, agregando que había visitado La Habana para una reunión en 2016 o 2017, a dónde llegó con pasaporte dominicano. “Quiero que le digas a mis compañeros que aprecio y agradezco mucho esta alerta”, añadió.
“Fueron décadas (…) intensas. Casi 40 años (…) de mucho peligro”, le confesó a su interlocutor, que empleó como nombre Miguel durante sus pesquisas. “Esto es un sacrificio enorme, con mucha tensión que tienes que manejar internamente, con autodisciplina, todo el tiempo”, agregó.
En febrero de 2023 se produjo un nuevo encuentro en el que reveló a Miguel cómo logró su empleo en el Departamento de Estado: “Fui poco a poco. Fue un proceso muy meticuloso, muy disciplinado. Yo sabía exactamente cómo hacerlo y obviamente la Dirección me acompañó”. Fue en aquella cita cuando le mostró su plena satisfacción por haber contribuido a la causa revolucionaria. “No podemos poner eso en peligro”, alegó, lamentando los actuales “golpes” del enemigo.
En la tercera reunión, Miguel se lanzó de lleno a preguntarle si seguía siendo leal a “la Dirección”, a lo que, molesto con la pregunta, Rocha respondió no haber puesto “nunca en 40 años en peligro a un compañero”
En la tercera reunión, Miguel se lanzó de lleno a preguntarle si seguía siendo leal a “la Dirección”, a lo que, molesto con la pregunta, Rocha respondió no haber puesto “nunca en 40 años en peligro a un compañero” y prometió seguir protegiendo lo logrado. El ex diplomático se refirió en varias ocasiones a Fidel Castro como “el Comandante”, según la declaración del agente del FBI.
El cuarto encuentro, listo para este diciembre, no llegó a producirse, puesto que el Servicio de Seguridad Diplomática contactó con Rocha para una entrevista en la que “mintió repetidamente”, negando, entre otras cosas, haber conocido a Miguel, y variando el testimonio poco a poco.
“Esta acción pone al descubierto una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el Gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero”, reconoció el fiscal general, Merrick Garland, ante la prensa de Washington, donde se ha abierto una investigación para determinar el alcance de las revelaciones y qué fallos pudieron producirse para que nadie detectara durante tanto tiempo tal peligro. Garland afirmó que Rocha buscó expresamente hacer carrera en las instituciones gubernamentales para tener “acceso a información no pública y la capacidad de influir en la política exterior”.
Rocha, que estudió en las más prestigiosas universidades de EE UU –Yale, Harvard y Georgetown–, empezó a trabajar como encargado de Honduras para el departamento de Estado en 1981, el mismo año que los fiscales consideran que comenzó su colaboración con Cuba, donde fue Oficial Principal Adjunto de la Sección de Intereses en La Habana.
Pasó después por México, Argentina y Bolivia –donde sus declaraciones contra el entonces candidato Evo Morales abrieron una crisis que se cerró cuando el líder del Movimiento Al Socialismo ganó, cuatro años después, las elecciones; y por otras delegaciones, como República Dominicana, Italia o Panamá.
Mientras que los archivos del Gobierno lo definen como “férreo agente doble”, sus antiguos colegas lo consideran un hombre “locuaz, encantador y elegante”
Mientras que los archivos del Gobierno lo definen como “férreo agente doble”, sus antiguos colegas lo consideran un hombre “locuaz, encantador y elegante”. Había sido, según sus amigos, socialista en su juventud, pero poco a poco fue abrazando el conservadurismo y la dura crítica al régimen cubano. “Todo el tiempo se presentó como un tipo de derecha”, declaró Eduardo Gamarra, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida y amigo de Rocha desde hace cuarenta años. “Se hizo cada vez más trumpista”, agregó.
Según la Fiscalía, La Habana lo instó a presentarse así para despejar cualquier sombra de duda. En privado, y según las actas de la denuncia, Rocha sacaba pecho de su espionaje. “Lo que hemos hecho es enorme, más que un jonrón con bases llenas”, llega a decir.
John Feeley, ex diplomático de carrera que trabajó junto a Rocha hace décadas, dijo a The New York Times que el caso podría estar entre las peores filtraciones de inteligencia de la historia reciente. “Manuel tenía literalmente las llaves del reino. Si tenía que ver con Cuba, él lo veía”, declaró.
El rotativo neoyorkino también habló con Ricardo Zúniga, alto funcionario jubilado del Departamento de Estado y de la Casa Blanca, además de negociador de Obama durante el deshielo, quien calificó el caso como “una actuación increíble”. “Es un testimonio extraordinario de lo capaces que son estos tipos”, dijo. “Siempre fui extremadamente cuidadoso por ese motivo”.
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