AREQUIPA, Perú – José Gutiérrez de la Concha, Capitán General y Gobernador de Cuba en el siglo XIX, resaltó por la polémica y el ejercicio autoritario del poder. Concha fue uno de los pocos militares españoles que ocupó el cargo de gobernador en tres ocasiones, siendo su mandato un período controvertido en la historia de la Isla.
Desde su llegada al poder en 1850, sustituyendo a Federico Rocali, Gutiérrez de la Concha se destacó por su crueldad y falta de escrúpulos en el ejercicio de la autoridad. Condenó a muerte a figuras destacadas como Narciso López, líder patriota, y sus expedicionarios, ganándose la condena del propio Abraham Lincoln, quien lo catalogó como responsable del “peor gobierno del mundo” en Cuba.
En su segundo mandato, continuó con decisiones implacables. Condenó al garrote a Francisco Estrampes y Ramón Pintó, este último un destacado miembro de la alta sociedad habanera que conspiraba contra España en un movimiento antiesclavista.
A pesar de la amistad previa entre Gutiérrez de la Concha y Pintó, la sentencia fue inflexible, generando descontento entre el cuerpo de voluntarios españoles en Cuba, y la sociedad cubana.
En su tercer gobierno, durante la etapa álgida de la insurrección, Concha enfrentó dificultades en el frente militar. Realizó cambios en el alto mando, destituyendo y arrestando a varios altos oficiales, lo que afectó negativamente las operaciones militares y generó discordia entre los voluntarios y los casinos españoles.
Además de su controvertido gobierno, Gutiérrez de la Concha también dejó huella en el desarrollo de Marianao, un lugar que se convirtió en destino de veraneo gracias a su belleza natural y las aguas medicinales de El Pocito.
Sin embargo, su conexión con la localidad se vio empañada por un incidente relacionado con el juego. Una noche, el capitán pedáneo local, sorprendió una mísera timba en un cuchitril de La Ceiba, y no satisfecho con esa redada, se metió en una casa rica.
Preso todo el mundo en nombre de la ley. ¡Dejen todo como está en las mesas! ¡Vengan, pónganse en fila para tomar sus nombres y proceder a su arresto!, dijo el capitán.
Concha, que estaba entre los jugadores en el momento de la irrupción policial, obedeció la orden y, sin decir palabra, formó en la fila. Cuando llegó su turno, dejó a los presentes boquiabiertos cuando recitó su nombre completo seguido de todos sus títulos y cargos.
Soy José Gutiérrez de la Concha e Irigoyen Mazón y Quintana, Marqués de La Habana y Vizconde de Cuba, Grande de España… Capitán General y Gobernador de la Isla.
El pedáneo se quedó pasmado y Gutiérrez de la Concha pidió a uno de sus ayudantes que arrestase al capitán y dispusiera su encierro en el Morro. Tres días después, apiadado de la familia del preso, Concha ordenó a su secretario que buscase una capitanía para el sujeto.
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