Saturday, September 21, 2024
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El Diablo Wilson y la mayor injusticia en la historia musical cubana 

HARRISONBURG, Estados Unidos. – Este 25 de abril se cumplen 120 años del nacimiento de Herminio García Wilson, popularmente conocido como “El Diablo Wilson”, creador de las primeras notas de La guantanamera, la canción cubana más famosa de todos los tiempos.

Joseíto Fernández ofreció versiones contradictorias al mencionar la forma en que ―según él― compuso la canción y sobre la fecha en que la inscribió. Hay quienes afirman que la canción jamás fue inscrita antes de 1959, sino mucho tiempo después por presiones políticas de las autoridades cubanas, debido a los altos dividendos económicos que su difusión estaba rindiendo y que todavía permanecen congelados en un banco estadounidense.

La demanda de El Diablo Wilson y la “misteriosa” desaparición de importantes documentos relacionados con el caso

En febrero de 1993, siendo abogado del Bufete Colectivo de Guantánamo, recibí la visita de Santiago Moreau Jardines ―músico e investigador guantanamero―, quien solicitó mis servicios para establecer una demanda a nombre de El Diablo Wilson contra los herederos de Joseíto Fernández, por la autoría de la famosa canción.

Recuerdo que por esa época estaba viendo por televisión un desfile del Primero de Mayo en Guantánamo y al desfilar el Sindicato de Trabajadores de la Cultura, el narrador oficial dijo desde la tribuna: “Y desde aquí veo a El Diablo Wilson, el verdadero creador de la Guajira Guantanamera”.

Obviamente, un caso como ese necesitaba mucha preparación. Únicamente lo habría asumido si la dirección del Bufete Colectivo de Guantánamo me liberaba de la atención de todos los procesos que tenía en trámites. Jardines puso en mis manos un abultado expediente de documentos, entre los que estaban cartas de El Diablo Wilson a Armando Hart, cuando este era ministro de Cultura, y testimonios de varios músicos guantanameros.

Pero no pude hacerme cargo del proceso porque el director provincial de Bufetes Colectivos, Luis Bonifacio César Rodríguez, no autorizó que me dedicara únicamente a ese caso.

Entonces Jardines fue con la abogada María Eugenia Arranz Oliva, quien presentó la demanda, desestimada injustamente en el Tribunal Provincial de Guantánamo y en el Tribunal Supremo Popular.

Jardines continuó luchando públicamente en favor del establecimiento de la verdad… por un tiempo. Luego me contactó por un asunto personal y cuando abordé el tema de la famosa canción se puso muy nervioso y me dijo que lo habían citado del Partido provincial y le habían dicho que no continuara con eso, que lo habían amenazado con botarlo de la Dirección Provincial de Cultura de Guantánamo.

Para mi sorpresa, años después supe que Jardines, en coautoría con Iraida Sánchez Oliva, había escrito un libro titulado La guantanamera, donde defendía la posición de que Joseíto Fernández era el autor de la canción.

Entrada la segunda década de este siglo y hallándome en el Archivo Regino E. Boti, vi una cajuela de cartón blanco que tenía escrito por fuera en letras rojas “La guantanamera”. Con autorización de Regino Rodríguez Boti, nieto y albacea de la obra del poeta, vi su contenido y reconocí varios de los documentos que Jardines me entregó en la ocasión mencionada, así como recortes de periódicos, libros y revistas, donde había artículos relacionados con la historia de la canción.

Pedí prestados los documentos con la intención de escribir un artículo sobre el tema para CubaNet, pero lamentablemente, pocos días después la Seguridad del Estado allanó mi casa y me ocupó varios objetos personales, dinero y también esa cajuela, algo que siempre me ha resultado sospechoso.

A pesar de que más de una vez les reclamé la devolución de lo ocupado ―una de ellas junto con Regino― nunca lo hicieron. Todavía continúo sin hallar una respuesta lógica a la ocupación de esos documentos y a su negativa de devolverlos al Archivo Boti.

La contundencia de las pruebas

Wilson hizo una declaración jurada ante María Eugenia Arranz Oliva ―entonces notaria de Guantánamo― el 12 de mayo de 1993 y declaró que en 1929 fue invitado a tocar con otros músicos en la calle Carlos Manuel de Céspedes No. 664, entre Paseo y Narciso López, en Guantánamo. “A las 8:20 de la noche, ya estábamos todos y me puse a calentar los dedos en el tres, y en esos precisos momentos, pasa una muchacha y Joaquín Ramírez [después rectifica que fue Pipi Corona], le dice algo como un piropo, aunque en aquellos años no era muy usual decirle eso a las mujeres en la calle (…). Ella respondió con palabras groseras y él le dijo: ‘¿Y qué se habrá creído la guajira guantanamera esta?’”, contó el músico. 

“Precisamente de esa forma nació la famosa Guajira guantanamera, y fue Pipi Corona el primero en cantarla allí mismo en la esquina, y luego entramos en la fiestecita de la casa de Toto Bosch, donde fue interpretada por su hija al piano (Zoila)… Esa es la verdadera historia de la Guajira guantanamera”. 

Los músicos que acompañaban ese día a Wilson corroboraron esta versión ante el Tribunal; sin embargo, la demanda fue desestimada en Guantánamo y también por el Tribunal Supremo Popular.

La canción era tan contagiosa que comenzó a ser interpretada por otros músicos sin permiso de Wilson, quien tampoco la había inscrito. Según el historiador guantanamero Héctor Tati Borges ―ya fallecido―, la canción fue interpretada en la emisora CMKW, de Santiago de Cuba, por Miguel Ángel González, conocido como “El guajirito del Edén”.

En una de las entrevistas que le hicieron al respecto, El Diablo Wilson aseguró que la canción llegó a La Habana porque un cuarteto formado por Pipi Corona, Joaquín García, Juan Limonta y Rigoberto Hechavarría hizo una gira por la capital y allí interpretó varias veces la canción.

Esta afirmación coincide con lo escrito por Alejo Carpentier en su libro La música en Cuba, donde afirmó: “Hace poco una estación de radio de La Habana obtuvo un gran éxito de popularidad con una canción de buen corte campesino, titulada La guantanamera, que había sido traída a la capital por auténticos cantadores orientales”.

Según el investigador musical Natalio Galán, la canción es una modificación del son oriental, específicamente del que se tocaba en la zona de Guantánamo. Ahí están los orígenes de la melodía y todos sabemos que Joseíto Fernández era habanero. Comparadas las múltiples y contradictorias versiones que este ofreció sobre el surgimiento de la canción con las pruebas aportadas por El Diablo Wilson, el habanero queda en evidente posición de desventaja.

Helio Orovio afirmó en una entrevista para el programa radial El reclamo del diablo, que La guantanamera llegó a La Habana y fue escuchada por Cheo Marquetti, quien la convirtió en guajira son (primera parte guajira, y segunda son montuno creado por Herminio García Wilson). Luego la canción comenzó a ser cantada por Joseíto Fernández en la radio, específicamente en el programa El suceso del día, de la CMQ, donde usando la melodía creada por Wilson cantaba en décimas acontecimientos que habían alcanzado notoriedad en la prensa. “Él le hizo incorporaciones en el aspecto melódico, en la inflexión vocal, en la estructura melódica y rítmica”, pero no es el autor de la melodía, aunque se apropió de ella.

Julián Orbón, otro ineludible en esta historia

Julián Orbón, integrante del Grupo Orígenes, le incorporó a la melodía los versos de José Martí, lo cual fue muy bien recibido.

Uno de sus alumnos, el santaclareño Héctor Angulo, había escuchado esa versión de Julián. Hallándose en Estados Unidos, donde estudiaba e impartía clases de Música, interpretó esa versión ante una audiencia en la que estaba el famoso cantante estadounidense Pete Seeger, quien quedó prendado de la obra, la cual incluyó en su disco We shall Overcome e inscribió bajo la autoría de Martí-Angulo-Seeger.

El 8 de junio de 1963 Pete Seeger interpretó públicamente la canción en un concierto grabado en vivo en el Carnegie Hall de Nueva York y luego llevó la canción a 25 países, una acción que provocó la notoriedad mundial de la obra, que, dicho sea de paso, en Cuba casi ni se escuchaba.

¿Por qué El Diablo Wilson no inscribió la canción?

Una de las preguntas que siempre le hicieron a Wilson fue por qué no inscribió la canción y respondió que intentó hacerlo, pero le dijeron que debía tener como mínimo 16 compases y solo tenía cuatro. 

En 1972 García Wilson le contó todo esto a Alberto Muguercia, quien era entonces miembro del Centro de Investigaciones Histórico-Culturales de la Biblioteca Nacional José Martí y quien le dijo que era muy difícil revocar la autoría de Joseíto Fernández. Así se consumó esta extraordinaria injusticia.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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