LA HABANA, Cuba. — En el año 1978, el diario Juventud Rebelde publicó que la Nueva Trova estaría haciendo audiciones. Un joven trovador llamado Donato Poveda vio el anuncio y decidió presentarse. Ese día se vieron colmados todos sus esfuerzos por dominar la guitarra que su padre le regala cuando tenía siete años.
Ante un jurado compuesto por varios de los principales exponentes de la Nueva Trova —Pablo Milanés, Jorge Gómez, Vicente Feliú, Noel Nicola y Alberto Falla—, el joven Donato se ganó el derecho y el privilegio de ser un profesional de la canción cubana. También esa noche conoció a Santiago Feliú. Entre ambos nació una amistad cálida, alimentada con mutua admiración. La química fue tan perfecta que Donato abandonó el grupo Monte de Espuma para fundar con Santiago un dúo que quedaría para la historia.
Juntos cosecharon algunos éxitos y, por un momento, se perfilaron como el relevo ideal para la generación de Silvio y Pablo. Pero ya el sistema había notado que, mientras Feliú era un trovador de izquierda, un genio involucrado en el proceso, Donato Poveda no le concedía mucha importancia a la descarga político-ideológica, ni era un ferviente admirador de Fidel Castro.
Los encontronazos con trovadores ligados al Partido Comunista (PCC) o a la Seguridad del Estado no se hicieron esperar. Pronto le fue imposible realizar conciertos y, por ende, sustentar a su familia. La presión sobre su persona llegó a tal extremo que, en un programa de televisión, en vivo, se atrevió a gritar “¡Abajo la policía de la cultura!”. Fue el último clavo en su ataúd.
Borrado de la escena musical cubana tras quedarse en Venezuela, en 1989, Donato Poveda fue fichado por Sony Music. Tres años después se fue a Miami, donde compuso para artistas de la talla de Julio Iglesias, Chayanne, Willy Chirino y Ana Torroja. Allí conoció al cantante colombiano Fabio Alfonso Salgado, con el cual formó el dúo Donato & Estéfano y grabó tres discos de estudio.
Entre sus influencias ha reconocido al pianista de jazz Emiliano Salvador y a los cantautores César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez. Los maestros del filin han sido siempre una referencia al momento de componer. Esa sensibilidad distinta y el respeto por la canción hicieron de Donato Poveda uno de los compositores más interpretados de su tiempo.
A pesar de la leve apertura mostrada por el régimen cubano hacia los artistas emigrados, el cantautor, nominado varias veces a los premios Grammy, no cree poder regresar a la Isla.
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