TLAXCALA, México.- El gobierno de China envió una donación de harina, arroz y aceite a la comunidad del país asiático en Cuba en ocasión de la celebración del Festival de Primavera y para aliviar la crisis alimentaria por la que transitan dentro de la Isla.
El envío fue recibido el pasado miércoles y beneficiará a tres casas de abuelos de chinos naturales y descendientes, de las asociaciones chinas Min Chih Tang y Lung Kong, en La Habana y Ciego de Ávila.
Según comunicó la agencia Xinhua, la donación estád estinada a la alimentación de más de un centenar de ancianos que forman parte de la comunidad china en la Isla.
“Nos sorprende haber recibido una donación tan grande”, dijo al medio Julio Wong, descendiente chino.
El hombre, miembro de la junta directiva de la Asociación China Min Chih Tang, dijo que era “un gran aporte” y agradeció la atención que brinda China a los adultos mayores.
Julio Fong, presidente de la Asociación Chung Wah, argumentó que la ayuda permitirá “mejorar” la calidad de vida de los ancianos.
Por su parte, el embajador de China en Cuba, Ma Hui, expresó que su gobierno se preocupa por los chinos emigrados de otras naciones.
“En ocasión de la venidera Fiesta de Primavera del Año de Dragón, estoy sumamente complacido de visitarlos”, opinó.
Comunidad china, de larga data, sufre también la crisis
La comunidad china no escapa a la escasez generalizada que padece Cuba, pero al menos, para ellos, el gobierno de su país facilita algunos alimentos.
La presencia china en Cuba se remonta a 1847, cuando trabajadores chinos de las provincias de Cantón y Fujian fueron llevados a la Isla bajo contrato para trabajar en los campos de caña de azúcar.
Antes de 1959, el Barrio Chino de La Habana ocupaba decenas de manzanas colmadas de comercios, factorías y negocios de variado tipo, en el centro de la urbe, que lo convertían en un punto de obligada visita para cualquier cubano o extranjero de paso.
Sin embargo, el éxodo masivo de los comerciantes a causa de las injustas y absurdas expropiaciones realizadas en los primeros años de la revolución, el cierre obligatorio de la mayoría de las sociedades fraternales, más el plan de reunificación familiar auspiciado por el gobierno chino, han terminado por convertir al barrio en una especie de ciudad fantasma.
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