Monday, September 23, 2024
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Desterrado y con un crítico estado de salud: “Intentaron desgastarme hasta morir”

SAN LUIS POTOSÍ, México.- El periodista independiente y preso político cubano Lázaro Yuri Valle Roca fue desterrado por el régimen de la Isla después de haber estado encarcelado injustamente durante casi tres años.

Valle Roca arribó a Miami este miércoles 5 de junio, lo que marca el fin de un periodo de encarcelamiento que ha suscitado condena y preocupación a nivel internacional tras los constantes abusos a los que fue sometido y la depauperación de su estado de salud, que ponía en riesgo su vida.

En declaraciones a CubaNet, desde el aeropuerto, el periodista se refirió a su preocupante situación de salud y las condiciones de su destierro.

—Les voy a pedir disculpas porque estoy en una situación que por lo que yo he pasado ha sido mucha la tortura que me han hecho. (Los agentes del régimen) tienen mucho odio contra mi persona, por lo que yo represento, por todo lo que le hicieron a mi abuelo, a mi familia, y no a mi familia sino a todo el pueblo de Cuba. Han sido muchas cosas que he tenido que afrontar. Se me olvidan las cosas. Eso es un borrador de memoria, sinceramente.

Tengo que tomarme por lo menos dos, tres días, para verme con el médico y hacer las cosas bien para darles una exclusiva a cada uno de ustedes.

—¿Cómo fue el proceso de salida? ¿Las autoridades fueron a visitarte? ¿Te sorprendió esta noticia?

—No. Ellos me fueron a buscar por la mañana antier y me llevaron para la sala de penado del Hospital Nacional, o sea, encerrado, con máxima seguridad, nivel de seguridad máximo. Al parecer, yo soy lo más malo que puede haber en la vida. Fui tratado como un terrorista, lo más malo del mundo.

Me llevaron para allá, para el nacional y a las cuatro de la mañana me sacaron y me llevaron para el aeropuerto. Mi esposa, Eralidis Frómeta, me trajo una ropa y con esta ropa es con la que vine para acá.

—Nos dijeron que incluso el aeropuerto estaba asediado

—Completamente. Fíjate que, si me llamaba la gente, se me parqueaban al lado los agentes de la Seguridad del Estado.

—¿Cuál fue el último mensaje para ti de la Seguridad del Estado?

—La forma de trabajar la Seguridad del Estado es mediante la propaganda, van adoctrinando al pueblo, lo van dogmatizando, lo van engañando y así lo hacen con todo el mundo.

—¿Es un destierro?

—Sí, un destierro forzoso, yo tuve que irme.

—¿Ellos te dieron alguna opción? ¿Te dijeron que no podías regresar, que tenías que irte o volvías a la prisión?

—Sí, claro. Si yo vuelvo a Cuba, no a la prisión, ya yo voy muerto, porque me lo dejaron bien claro.

—Lázaro, tú siempre has dicho que eres un preso de Raúl Castro.

—Yo soy el nieto de Blas Roca Calderío, el que fue el secretario general del Partido Comunista de Cuba, y entonces mi abuelo, dentro de todo, trató de hacer lo mejor, porque la constitución del 76 fue muy parecida a la del 40. Y recuerdo que era un niño y le llevaba el café a ellos, a Fidel. La soberbia de Fidel Castro era lo más grande del mundo, con tal de hacerse y mantener el poder absoluto, totalitario completamente.

Después de que mi abuelo enfermó, a toda la familia nuestra la trataron como si fuéramos… vaya, no sé.

—¿Tú crees que el hecho de que seas el nieto de quien eres, influyó para que te dejaran salir?

—No sé, porque sinceramente, desde que yo caí preso, que me llevaron para Villa Marista, enseguida me planté y no quise, estuve cinco días sin tomar agua.

Ahí se me explotaron los riñones, la presión se me puso a millón, y gracias a que la gente salió el 11 de julio y el 12 para la calle, eso fue lo que me mantuvo con vida, fue lo que me hizo volver a quitarme del estado de inanición.

Las cosas no estaban en mi destino como para que muriera, sí se le han dificultado las cosas, pero lo han hecho y lo han tratado de hacer de una manera tal que intentaron que me fuera desgastando hasta que llegue el momento en que me muera.

—¿Conviviste con presos del 11 de julio?

—Sí, conviví con muchos de ellos. Hay muchachos que son muy buenos, otros que, imagínate tú, como no tienen una conciencia y no tienen una convicción fuerte, se ponen a hacer lemas y a hacer cancioncitas y qué sé yo…

Los esbirros y los verdugos nuestros son los que hacen así y se empiezan a burlar de eso. Fíjate que entre los propios guardias hay sus contradicciones, porque yo me acuerdo que ni me paraba ni decía lema ni nada de eso. Hubo un guardia que me dijo “¿Tú no dices lema?”, y le respondí: “¿Yo? No”. Me dijo: “No, está bien, no te me alteres”. Y repuso: “Mira, tú ves, ese sí es un hombre, ese no es un descarado, ni un hipócrita, ni un…” y entonces existieron esas cosas también.

—¿Cómo fue que comenzó esta opción de destierro que te dio la Seguridad del Estado?

—Todo esto viene por una gestión que hace mi cuñado, el hermano de Eralidis, pues ella estaba preocupada por mí y me decía: “Hace falta una solución porque te veo muy mal”.

Yo estaba en 70 y pico, 80 kg y bajé a 53, pero me puse peor todavía porque estaba seco. Yo no tenía eso. Soy una “bola de pellejo”.

Se aprovecharon de mi situación de salud y entonces mi esposa estaba muy deteriorada. Las cosas se las estaban poniendo cada día más difíciles, no teníamos opción.

Muchos hermanos que convivieron conmigo ahí, como Ernesto Borges, que tuve la oportunidad y el honor de compartir con él en el piso tercero sur del edificio dos, me dieron fuerza. Me decían: “Yuri, haz un poco de ejercicios, dale para adelante”. Así fueron las cosas.

—¿Te propusieron entonces buscar la forma de salir?

—Sí. Inclusive después me quisieron chantajear diciéndome: “O te ibas o te quedabas a morir en prisión”. Yo sé que me iba a morir, tú sabes que yo me iba a morir.

Por su parte, la esposa de Yuri, Eralidis Frómeta, activista, periodista independiente, expresó:

—Quiero agradecerles a todos ustedes, a todas las organizaciones de ONG, a la abogada Teresa Ortiz, a Cuba demanda, todos los activistas, defensores de derechos humanos que hicieron posible que nosotros no desfalleciéramos en Cuba. Estuvieron todo el tiempo al lado nuestro apoyándonos en todo.

Respecto a la pregunta que le hacían a Lázaro inicialmente, desde que lo llevaron a prisión, siempre intentaron de hacer un exilio forzado, es decir, me lo decían a mí para que yo se lo transmitiera. Una oferta en la que, si él aceptaba, no iría a prisión.

Él se negó y pasó estos tres duros años en la cárcel, hasta llegar a las condiciones que la dictadura le ha creado, sin saber cuántos virus le han inoculado o cuántas cosas. En este momento, si no hubiéramos aceptado venir con este parole humanitario, él no hubiera salido de la cárcel. Lo hubieran dejado morir, porque ese fue el último mensaje que a mí se me transmitió, que de yo no aceptar salir, tendría que pasar cinco años más cargándole jaba.

—¿Ha tenido algún tratamiento médico en Cuba o en la prisión por el tumor del ojo?

—En Cuba, a pesar de todas las enfermedades –las últimas las diagnosticaron ahora el 30 de abril–, no ha tenido tratamiento, tiene un tumor visual, tiene un cálculo biliar de 26 milímetros, tiene una esclerosis en la vena aorta. Tiene una alergia, tiene una desviación en el tabique de la nariz, producto de todas las golpizas que los criminales castristas le han propinado.

Tiene sacrolumbagia, tiene un problema renal que yo todavía no estoy satisfecha porque fue la primera enfermedad que le diagnosticaron a él, una falla renal, que no creo que sin un tratamiento y sin una asistencia médica se le haya curado. Tiene un reforzamiento pulmonar que se le convirtió en bronconeumonía crónica.

Y todo esto es gracias a que la dictadura lo estaba matando. Como siempre he dicho en mis denuncias, estaban asesinando a Lázaro Yuri.

—¿Qué va a pasar con ustedes ahora? ¿Para dónde van? ¿Cómo van a reaccionar?

—Pensamos ir a Filadelfia. Allí vamos a ver cómo es la organización.

De todos modos, veremos si se nos traba algún problema, porque ahora mismo lo primordial y lo principal es la salud, poder descartar todo lo que él trae en este cuerpo. Ese no era su peso, no era su estatura cuando fue llevado a prisión. Él usaba una talla 34 y ahora menos de la 32. Queremos determinar firmemente cuál es su estado de salud, que es crítico.

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