Tuesday, November 26, 2024
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Derechos humanos: sin nada para celebrar en Cuba 

LA HABANA, Cuba. – Los ancianos famélicos, los niños desnutridos, las madres y los padres en las colas de pan “liberado” para entretener el hambre, las pequeñas cuotas de arroz y azúcar pendientes desde noviembre, los muslitos de pollo yanqui excluidos de los cinco productos del módulo en venta mensual y el paquetico de salchichas en veremos, los salarios y pensiones insuficientes para comprar los alimentos esenciales en el mercado libre, los vagabundos escudriñando los depósitos de basura en las calles, los enfermos y los centros de salud sin medicamentos, las paradas de los ómnibus más repletas que de costumbre, los mercados agropecuarios con pocos productos y altos precios, los apagones, el agua insuficiente, las viviendas superpobladas y a punto de derrumbe, los asaltos callejeros, los teléfonos celulares arrancados de las manos, los feminicidios y el desplome de los valores éticos y morales… 

En medio de ese panorama llegan la mayoría de los cubanos al 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Hay varias Cubas. Solo quienes reciben el dinero enviado por parientes y amigos desde el exterior pueden afrontar la escasez de alimentos, medicinas y la inflación originada por la Tarea Ordenamiento, aunque ya no rinde como antes. Mientras tanto, los dirigentes del Partido Comunista y el Gobierno, los miembros de las Fuerzas Armadas y represivas, los empleados por entidades extranjeras, los propietarios de negocios y los delincuentes disfrutan la burbuja del país al que van matando. Unos dicen que se sacrifican dentro de Cuba para preservar el poder “revolucionario”, y exhaustos van de vacaciones a las casas de descanso oficiales. Otros, quedados por diversas causas, viajan al exterior asiduamente para gestionar sus asuntos y cargar las pilas.

Las protestas por las calamidades se expresan por todas partes, pero en voz baja y nada de grupos, pues las represalias por las manifestaciones del 11 y 12 de julio de 2021 aplastan las mentes y voces. Para recordarlo permanentemente se muestran las fuerzas represivas. Las autoridades y sus afines, lozanos, bien nutridos y demasiado gorditos, reciben a los comisarios y secretarios de Derechos Humanos, y festejan con actos, medallas, diplomas y brindis.

Poco a poco implantan el miedo y el silencio. No conviene la conmoción internacional causada por las redadas de la Primavera Negra de marzo de 2003, con 75 prisioneros de conciencia condenados hasta a 28 años de cárcel. De ellos, José Daniel Ferrer y Félix Navarro fueron retornados a prisión, donde se violan sus derechos humanos por causas políticas. La ONG Prisoners Defenders denunció la existencia de 1.062 presos políticos, de los cuales 224 han sido acusados de sedición y al menos 209 ya fueron sentenciados a un promedio de 10 años de privación de libertad cada uno. Entre ellos hay 34 menores de edad, de los cuales 28 cumplen sentencia y seis están siendo procesados penalmente. En los últimos seis meses la ONG añadió a su lista 96 nuevos presos políticos. Además, recuerda que hay más de 11.000 ciudadanos sentenciados por “peligrosidad social predelictiva”, es decir, por presunción de delito, con penas medias de dos años y 10 meses.

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