Un grupo de macheteros trabaja en Cuba en precarias condiciones.
Los cinco hombres deben encargarse del mantenimiento y poda manual de una extensa zona utilizando sus propios machetes.
Ante la falta de recursos básicos como limas o guantes de protección, los trabajadores se ven obligados a afilar sus herramientas rústicamente y a asumir ellos mismos los gastos de mantenimiento. Así lo demuestra el hecho de que cada uno haya tenido que desembolsar 1 000 pesos cubanos para comprar una libra de piedra de afilar.
La situación dista mucho de la esclavitud, pero sí representa una enorme carga y desgaste físico para estos hombres. Su jornada inicia todos los días a las 6:30 de la mañana y usualmente culmina sobre las 10 a.m. A cambio, cada uno recibe un salario mensual de 2 400 pesos, menos de lo que cuesta un paquete de pollo.